Ortega Cano ya no aguanta a su hijo

17 / 05 / 2017 Jesús Mariñas
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El torero de Cartagena declara públicamente que necesita ayuda para afrontar los problemas que tiene con su hijo, José Fernando, desde hace muchos años. Está desesperado y reconoce que no puede más.

Un culebrón que dará muchos capítulos: el matador está agobiado por los desvaríos inacabables de su hijo José Fernando, hermano de la también desquiciante Gloria Camila, aupada a los altares del escándalo. Intuyen dobleces bajo su guapa apariencia de inocente veinteañera, pura presunción, y Ortega ya no puede más con estos colombianos prohijados tras no cuajar en otras dos familias de su país. Algo les vieron. Los trajo contra el deseo de Rocío Jurado, a quien no dejan descansar allá donde esté. Pobre Rocío y qué mal pago a la generosidad adoptadora del matador murciano casado tardíamente más por conveniencia que loco de pasión. Sin duda la hubo en su tiempo con la folclórica sesentona.

“Ya no puedo más, necesito ayuda”, clama desesperado sin posibilidad de meterla hasta el puño por ser carne de su ahora escuálida estampa. Todos lo encuentran muy desmejorado, él siempre tan pinturero. Solo tiene de consuelo el hombro de su esposa Ana María Aldón. Un ángel en su desgracia paterna, porque hasta su hermano Paco entra a saco en los líos familiares y abre un nuevo frente polémico:

“No sé si la hija de mi sobrino será suya o no, tengo mis dudas” así cuestiona a la Michu recién paridora de María del Rocío, no hay manera de que dejen en paz a la que sostuvo firme los vínculos familiares. En su vida prematuramente cortada ninguno se movía, ni su hermano Amador, que hacía de mediocre representante rebajando la categoría del mito con espectáculos anodinos. Tampoco Gloria Mohedano, ahora apoyando a su marido, José Antonio, para que lance unas semimemorias sobre la constantemente exhumada por la parentela aprovechada. No se sabe qué contará, porque se limitó a compartir las cortas estancias que realizó Jurado dando a su pueblo que tanto huele a fritanga un renombre que no tenía. De ahí que la alcaldía promocione múltiples actos a veces injustificados in memoriam, como el ahora jaleado décimo aniversario mortuorio, del que huyó su hija Rocío Carrasco y también el hermanísimo que parece que ultima un mano a mano televisivo con su exmujer Rosa Benito, siempre preparada a llevárselo crudo o cocido.

“Ya no puedo más, pido a Rocío ayuda desde el cielo”, va diciendo hundido ante ese peor toro de su vida llamado José Fernando, el Josefer de los medios a quien traiciona su bien pagado íntimo que comunica sus pasos. 

José Fernando ha sido padre

Acaba de estrenar paternidad. Todos confiaban que lo calmaría en sus salidas intempestivas, pero por la recién parida Michu rompió por quinta vez la orden de alejamiento y atacó al par de municipales que lo devolvían a prisión: “¡Ni me toquéis, que soy un rottweiler!”, y lo parecía como enajenado. Confían que el juez lo incapacite y lo interne en un psiquiátrico, que no saben si servirá de mucho. Ya pasó por cinco desde la López Ibor a un colegio-cuartel miamero donde Rocío y Ortega lo enviaron creyendo en un milagro. No sirvió y lo confiaron a Pepito, el Marismeño, que en Sevilla tiene un renovador centro para adictos. A los quince días se lamentó ante la atribulada pareja: “No puedo con él. Es indomable y no quiere curarse”, justificó.

Desde entonces repite tumbos y hasta golpes como los dados a esos sevillanos vigilantes del orden. La familia tiene varios frentes abiertos o desgarrados, solo faltaba el cuñadísimo exárbitro habituado a la mamandurria. De eso se habló  en la fiesta comunitaria de Cristina Cifuentes, siempre diferente con nada habituales abrigos étnicos, rojo en esta fiesta matinal. Desconocida físicamente reapareció Assumpta Serna con su marido inglés. Abundó el blanco lucido por Soraya Sáenz de Santamaría, salpicado de abejas plateadas; Manuela Carmena; Paloma Adrados, en lino multi arrugado como se pide; y Concepción Dancausa sobre pantalón. Todo un catálogo como los invitados desde un remoreno “vengo de Miami”, adelgazado y condecorado Alejandro Sanz a la Campos, por primera vez en esta celebración. Impactó de beige y dorado con una rosada Terelu y Carmen Borrego echando pelotas fuera. Sobresalió rompedora multiflorida en negro Carmen Lomana. Siempre se hace notar mientras Albert Rivera optó por la formalidad corbatera en azules entonado con las propuestas de moda íntima amadrinadas por Macarena Gómez, de ojos más saltones cada día. América, madre de Alaska, a la que siempre llama Olvido, estuvo lúcida, oportuna, radiante y juvenil cumpliendo 88 años enmarcados en el nuevo pero clásico casino de la Gran Vía madrileña. En el corazón capitalino con las ruletas a pie de calle el tema Josefer seguía girando sin bola en boca de todos. Suma y sigue. 

El lado oscuro de Rocío

El marido de la casi irreconocible Gloria Mohedano leyó el otro día ante amigos un anticipo de su escrito sobre Rocío. Impactó casi pavorosamente por lo que puedan resucitar. Está por escribir el lado oscuro de la Chipionera, que tan bien sufrieron y callan Carmen Jara, con la que muy jóvenes hicieron Fiesta, “un musical donde la segunda, que era yo, se comió a la estrella. Nunca me lo perdonó”, recordó ante su hermana Soledad, viuda de Paco Gordillo que, además de Jurado y Marisol, inventó al incombustible Raphael dale que te pego con algo más de 70 años.

Viendo cómo su marido leyó un capítulo a los amigos, Gloria Mohedano   olió las chispas que pueden surgir si el texto se hace público aunque no certifique que, más que Carrasco y Ortega, el gran amor de su vida –14 años juntos– fue el valenciano Enrique García Vernetta, cuñado de la eurovisiva Salomé del ¡Vivo cantando! Estos días hablé con él porque me contó una desgracia: “Me operaron la vista, me quitaron el ojo izquierdo y me dejaron ciego. No leo ni puedo ver la tele”, lamentó.

Desde su retiro en un pueblecito valenciano, esa tierra donde con su gemelo Sebastián en tiempos fueron “o terror das donas”. Atractivos, de mucha labia y descaro engatusaban a las artistas y vedetes de los numerosos escenarios de la capital levantina. Temían su capacidad  donjuanesca, subrayada en este cumple donde América impuso su mente fresca bajo el atrevido turquesa de body, bolsón y manoletinas a juego. Lloró cuando unos mariachis le cantaron además de las obligadas “mañanitas” festejadoras  típicas del “México lindo y querido”, país del que tiene recuerdos agridulces tras exiliarse de Cuba. Allí nació la personalísima creadora de “a quién le importa lo que yo diga”. 

América cumple 88

Receñida como es costumbre en traje de terciopelo negro con ramajes en lentejuelas verdes, entonó el “feliz cumpleaños” rodeado de incondicionales emocionados con la conmemoración ante la cuidada melena por los hombros que Mario Vaquerizo apoyaba sobre camisa de lunares rojos como de cantaor. Abundaron bolsones de Hermès y Loewe y a última hora falló Víctor Sandoval, retenido en ese Sitges donde América pasa meses con él. Ahora supone paraíso sin las avalanchas veraniegas de lo que ya casi es un barrio barcelonés. Los domingos se pone imposible, perdiendo su bien mantenido aire bucólico al par que su vanguardismo gay.

Cuando en los 70 prohibieron en Barcelona el carnaval de travestidos, Sitges lo aguantó, sostuvo, impuso y defendió, comentaban tal la irrealizada primera comunión de Daniela, la hija de Bustamante y Paula que aireaban hace meses. Nos tenían hartos con detalles, retoques o cambios como dejar San Vicente de la Barquera, tierra del cantante, por una iglesia madrileña. Como excusa  frenadora de cachondeo dijeron que “a la niña le faltaba un año de catequesis”, tarde se enteraron. Parece incomprensible cuando llevaba dos instruyéndose en preparación bastante estricta. Mantienen el misterio de si su relación está rota o escondida. Como ya no es la feria abrileña donde Eugenia Martínez de Irujo paseó del brazo de un presunto nuevo amor.

“Llevaba cinco años sin pareja, a ver qué resulta”, confesó esperanzada bajo volantes rojos mientras su sobrino Fernando, heredero del ducado de Alba, no cayó en la tradición abrileña del clavel rojo en la solapa. Es otro distintivo de su padre y símbolo de sevillanismo no adoptado porque todo se rejuvenece. Así de rompedor, Fernando casi anunció próximo enlace con Sofía Palazuelo, a la que pasea hace cuatro años. Pareja de cine, un prototipo de elegancia y modales como a veces no los tiene la rubia duquesita si no se trata de promocionar las abaratadas joyas que ahora recrean lo histórico que perteneció a su madre. Un patrimonio bastante menguado, contraste con el creciente de la súper rubia Amaia Salamanca anunciando ropa interior, de dormir y para baño: “Está pensada para una mujer de 20 a 45 años que quiera sentirse guapa y sexi”, recalcó publicitaria haciendo así su nada humilde autorretrato.

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