Los Pantoja lloran su peor culebrón

20 / 10 / 2015 Jesús Mariñas
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La madre biológica de Chabeli Pantoja ha roto por primera vez su silencio. Después de 18 años aparece con la intención de ver a su hija. Isabel Pantoja tiene miedo de que se pueda destapar el proceso de adopción

Ni el mejor, más sanguinario o desalmado guionista hubiera ideado casualidades así. Hay que creer en el destino, que a veces se divierte. Un calvario que va en aumento. No hay cuerpo ni coraje que lo resistan: cuando Isabel se disponía a disfrutar de su tercer permiso carcelario tras los de junio y agosto –donde acabó veinte días hospitalizada por problemas renales producidos por su diabetes–, nuevo mazazo anímico que no le impidió salir del penal sevillano erguida la cabeza, con gesto arrogante y altivo y con los ojos velados por gafas negras que son el muro de contención de la gente del cante de Alcalá de Guadaira, donde se ha convertido en la oveja negra. Chocó cómo en solo sesenta días descendió el entusiasmo para animarla: del centenar de fans que la jalearon al principio, tan solo ocho admitían su casi desprecio. No les echó ni una mirada agradecida. Ella es así. Mucho genio y figura. Tiempos de una Pantoja radiante otra vez quitándose el luto como viuda de España, título ganado por la cogida de Paquirri.

Su llanto dejó de serlo cuando Encarna Sánchez la amparó dolida porque la había rechazado Rocío Jurado, a la que sí idolatraba hasta perder la cabeza soltándole elogios desmesurados desde el micrófono. Folclórica y locutora fueron jocosa comidilla marbellera de varios veranos y circularon cintas magnetofónicas supuestamente grabadas por Isabel: lanzando improperios contra su rubia –oxigenada, claro– protectora que tenía nueva figura que encumbrar. Perdió ersentío con Isabel incluso teniendo a la otra, la otra mocita barcelonesa que la acompañó a instalarse en Madrid.

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