Las vips amadrinan un casino sin jugar

11 / 10 / 2016 Jesús Mariñas
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Numerosos rostros conocidos asistieron a la inauguración del Gran Casino La Mancha, en la localidad toledana de Illescas. Los famosos evitaron acercarse a las mesas de juego y las máquinas tragaperras

Desconcertante y paradójico: pareció conducta vejatoria a los incondicionales del juego. Despreocupación y poco interés. Pero ninguna de las populares amadrinadoras se acercó al juego. Ni una mirada a las ruletas atestadas de chinos habitúes. De largo pasaron por las mesas de black-jack, y acaso buscando distancia en la tentadora proximidad ni rozaron las tragaperras.

Mucho ringorrango pero escasa colaboración prestaron las dispares guapas la noche inaugural del casino de Castilla-La Mancha, donde los carteles anunciadores ofrecen la primera sorpresa para quienes desconocen la zona donde se asienta. Pregonan el local uniendo castellano y chino. Lo nunca visto, atentamente seguido por mujerío prodigando collarcitos perlados. Un clásico como vestir negruras, algo repetido en las partícipes en este amadrinamiento –supongo que bien cobrado– colectivo dirigido por Teresa Viejo. Tal pleno oriental se entregó obsesionado y frenético sobre las mullidas y pisoteadas alfombras en pleno corazón castellano. Imaginaron una nueva invasión, estaban noveleros. Se trata de Cobo Villalba, más que arrabal madrileño donde asienta su trapicheo a veces perseguido la cada vez más nutrida colonia asiática.

Anoto el porte de las madrinas, desde Carmen Martínez-Bordiú con gesto casi somnoliento –los cámaras se quejan de que siempre sale con los ojazos entrecerrados–, pasando de que su abuelo Franco abominase del juego y hasta lo prohibió. Solo historia superada en quien fue la nietísima, igual que para la duquesa de Alba el recién casado Luis Martínez de Irujo, nuevo duque de Aliaga.

Fuente de curiosidades

Descubierto y retratado periodísticamente cuando portó el féretro de tan castiza noble, un daño insuperable para “los del corazón”. Fue incesante fuente de curiosidades, desplantes y gestos afectuosos que no quitaron parte del patrimonio. Su viudo faltó, y era previsto, como la ausencia de Genoveva Casanova cuando su ex Cayetano se casó a la fuerza obligado por mami viendo dos nietos sin reconocer. Con 38 años es el primer descendiente que marida en Liria tras fallecer Cayetana. No lo hizo íntimamente pero sí en familia uniéndose a Bárbara Mirjan, nueva novia de Cayetano, que trabaja en Christie’s y cuyo abuelo fue un gran mecenas navarro. No es habitual del cuore, con eso queda dicho todo, donde los hijos Abascal han sido chusca ventanilla asistiendo a bodón familiar donde falló mamá y destacan más que los contrayentes. Un realce imperdonable ya convertido en chascarrillo burlón en los salones sociales.

No tienen el ruidoso bullicio casinero que retomo. Vuelvo a Carmen de mirada no sé si triste, añorante o simplemente cansada. Nada que ver con el entusiasmo de espalda desnuda mostrado por Juncal Rivero, ya cincuentona sin parecerlo. Impresiona su fina estampa como la belleza remorena de Arancha del Sol. La remarcó con traje de hombros avolantados aumentando con volumen, todo de un rojo muy torero, tal corresponde a la esposa de Finito de Córdoba. Nuria González, ennegrecida, mantuvo la bella dulzura gestual igual que su hermana Yolanda, muñidora de la cita en que destacaron Massi y Nasrín Massumeh, conservadoras de nuestro patrimonio de guapezas. Limpian, fijan y devuelven esplendor teniendo por habituales de sus cremas y masajes a Mario Vargas Llosa, Isabel, la Bordiú, Enrique Iglesias, Cristiano Ronaldo y hasta la joven y multimillonaria Marta Ortega. Su clientela es todo un diccionario de celebrities coquetos encabezado por Farah Diba, exemperatriz persa, ahora afincada en París. Una espléndida Norma Duval remadura e Ivonne Reyes completaron el cuadro variopinto, auténtico surtido de conocidas como Amalia Bono, a punto de tener su cuarto niño. Me dijo que su padre sufría la crisis socialista y es más niñero que el suegro Raphael “que está imparable” como siempre. Como bajo consigna colectiva, evitaron las maquinitas donde me enganché.

Boda a la vista

La exvedete que triunfó en el Folies Bergère, porque  prendó a su dueña, se lanzó al mundo empresarial, olvidó el plumerío revistero y promociona eventos náuticos en Palma “donde antes de que acabe el año quizá me case con Matthias”. Sería, a ver si cae, su tercer marido tras veinte años y tres hijos con Marc Ostarcevic, hoy en el ostracismo, y luego más encadenada que feliz con el productor José Frade, con el que retomó una pasión juvenil tras muchas décadas distanciados. Eso es el amor, hasta resiste los años y el tiempo. A ver si no hay nuevas idas y venidas o rupturas con el alemán parece que copropietario de la ibicenca y pequeña isla Tagomago, más retiro que edén este verano alquilado a Justin Bieber.

La visité hace cuatro años y no hay nada más desierto en todo el Mediterráneo. Sara Montiel siempre contaba cómo les costó cobrar a Matthias Kuhn cuando el buenazo de Pepe Tous y ella le vendieron la mallorquina Na Burguesa, allá en las alturas dominando Palma y su bahía. La dejaron por estar lejos del centro para Thais –ahora en Miami– y Zeus. A sus pies tenían las residencias de Joan Miró y el irascible Camilo José Cela casado aún con Rosario Conde antes de que Marinita Castaño deshiciera tan sólida pareja que hasta colaboraba literariamente. Ella mecanografiaba los originales ahora exhumados por la RAE. Se ve que Camilo José, como gangosa siempre le llamó su segunda esposa, corregía a mano con incesantes llamadas y letra pequeña indescifrable para quien no fuera su paciente y sufridora santa.

Aplauden el enfrentamiento de la ex miss Universo Alicia Machado, que cuenta que fue humillada por el aspirante Donald Trump que la llamó “cerdita” en 1997 cuando, tras obtener el título, como desahogo ganó kilos. Por aquí estuvo en un reality televisivo que convirtió en tórrido y sexi. Caribeña a fin de cuentas como Ivonne, de fuerte rouge sobre transparencias negras que mantiene por la reciente muerte de su único hermano varón. Andaba en pie de guerra mientras Óscar Higares, único varón, sobre tirantes y cinturón lució caluroso cheviot verdoso infrecuente ante las mesas del “¡hagan, juego, señores!”. Iban a lo que iban, despreocupados colectivamente de ganar más que lo pactado. Cumplir sin sobrepasarse, no se esforzaron más allá de lo firmado.

Desfile en la embajada

Distinto talante y curiosidad se palpó en el desfile de Tot-hom en la destartalada y polvorienta embajada italiana, palacio espléndido en pleno Serrano. Ya un clásico incluso sin la habitual Isabel Preysler, que anda danzando por el mundo con el novelista Nobel. No le inquieta que abran el testamento de Miguel Boyer tres años antes de lo previsto. Villa meona era suya y anda en otras guerras que sorprendieron a los diez meses justos de enviudar. No mira atrás y aumenta su pasión, más veinteañera que de tercera edad. Envidiable y envidiada, claro. Esperanza Aguirre realzó las sillas comentando ufana que lo del PSOE defenestrando a Pedro Sánchez estaba previsto. Se lo puso en bandeja al Mariano Rajoy que pretendía cargarse. El tiro por la culata, opinaron ante Begoña Trapote con bordada rosa roja en un costado del traje azul Kleim, color tan actual como el morado, que supera al fucsia abundante en los últimos meses. Jesús Vázquez disfrutó con chaleco y canillas al aire. Es un moderno ahora desaprovechado en la cadena donde fue lo más.

El bolsón de la Trapote deslumbró a la experta Joana Bonet. Era un Prada blanco y enorme que parecía Birkin Bag, creado para la artista eternizada por ese bautismo. No fue el caso del Kelly Bag, homenaje a quien  fue princesa de Mónaco, la primera en dar detalles precisos sobre lo que quería, hoy símbolo de distinción y precio. En las subastas internacionales se cotizan hasta a 40.000 euros, depende del color y la textura. El precio se desmadra si es en cocodrilo, bien lo saben las madamas tal Carmen Lomana, ya tan cansina como Juan Peña y sus cantes de más ida que vuelta. Aún lució veraniega y fresca de marineras rayas azul y blanco en falda midi muy acampanada. Lo gasta y no va “de prestado”. Ana Rosa, en negro muy socorrido y siempre correcto, aunque resulte aburrido como el repetido ante las mesas de juego con la vistosa excepción del crema de Nasrín Massumeh. Remarcaba tipazo nada provocador como el brocado de la rubia Linda Matutes. Su casa produce envidia como sus cómodas sandalias de borlas rojas tal los volantes de Isabel Gemio. Lo mismo admiraron la vuelta teatral de Julia Gutiérrez Caba, con 84 años, tras 15 años sin actuar. Aplaudieron desde Jorge Sanz a María Kosty y su eterno Paredes. De Emma Ozores a Naty Mistral, siempre incendiaria a punto de 88. Ya es actriz mítica. Criticaron cómo se repiten publicitariamente Sara Carbonero y Eva González, igual de incontenible que Elsa Pataky, sorprendente con vaqueros de pierna anudada como un corsé. Rompedor. 

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