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Las más guapas nacionales compiten en la pasarela

16 / 03 / 2012 11:37 Jesús Mariñas
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Una conocida firma de trajes de novia concentra en una muestra excepcional y ocasional a nuestras modelos más internacionales y rompedoras.

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Semana competidora, el no va más. Fue pasarela excepcional, y también ocasional, para contrastar bellezas patrias. Pura competición tanto de físico como de relaciones sentimentales en el caso de Silvia López y Pau Gasol y de Helen Lindes y Rudy Fernández, o cómo colocó profesionalmente a Malena Costa su ruptura con Puyol, y ya no digamos el enrevesado romance de ida y vuelta entre Jessica Bueno atando corto a Paquirrín, a quien ella siempre dignifica llamándole Francisco, por aquello de no recordar su turbio pasado juvenil e imprimirle dignidad. Mientras la Pantoja es carne de cañón donde la serie televisiva exhuma su extraña relación con Encarna Sánchez y de paso zurra a una Mila Ximénez a quien la voraz locutora, temida hasta la tumba, también tiró los tejos, un Mercedes y algún visón sin pasar de ahí, mientras Bárbara Rey rehace su fama de comehombres alardeando de que también fue objeto de sus embistes amorosos acaso como Mercedes Alonso o Rosenda Monteros mientras cuestionan a la trincadora Nuria.

Fueron relax, oasis y un mar tranquilo los bellezones despejando tan sórdida historia pasional todavía llena de claroscuros oportunistas bien cobrados. Ofrecen de Encarna una imagen devoradora, insaciable sexualmente y comprándolo todo, amenazando que pagaría para “que te rompan las piernas” como hizo conmigo. Lo intentó pero sigo en pie. Lo mismo aterrorizaba que lograba el favor de los políticos a los que apoyaba exaltadora, como hizo con Hernández Mancha pasando por taquilla desde su púlpito de la Cope, cadena que nació con ella y con Del Olmo, y luego tuvo el remate de José María García y el inolvidable Antonio Herrero, de quien no está aclarado su absurdo y como surrealista ahogamiento en las plácidas aguas marbelleras, donde solo navegan tiburones tipo Roca o la mafia rusa. Ya no digamos el aprovechado triunvirato que conformaron Marisol Yagüe, Isabel García Ramos y el todavía desaparecido Carlitos Fernández. Cosas veredes, ya solo es historia de la operación Malaya que en mayo tendrá su mascletá de grandes sesiones, vistas y emplazamientos. Chelo García Cortés me asegura que “Isabel está deseando salir de esto, que juzguen, aclaren y sentencien; lo de ahora es un sinvivir”. Como periodista amiga ya tiene reservado sitial honorífico para seguir la causa y darle apoyo o lo que sea necesario a su amiga del alma, que la considera casi otro paquirrín tan entregado con vapuleada piel de canela a la sevillana Jessica que lo prendó al estilo tú, Tarzán, yo, Jane en Supervivientes.

Malos modos.

Le vino Dios a ver porque es amor con posibilidades laborales, de ahí verla desfilar con los trajes nupciales de La Sposa, segunda marca de Pronovias. Y nada menos que compitiendo con Helen Lindes o la exótica y buenísima Godeliv. Me contaron intemperancias de la parece que crecida Jessica Bueno a la que no veo mucho futuro desfilador. Se la comen cruda por más que mantenga tiesa la espalda y erguida la cabeza. Así cree que le basta para ser modelo prodigando malos modos, portazos al perplejo personal como la prepotencia demostrada al ser preguntada por sus líos con Paquirrín: “Se llama Francisco, un respeto”, repitió incansable y reivindicadora, predicando en el desierto, queriendo zafarse de lo personal o quizá comprometido. Dejó claro que no comentaría la desmitificadora serie de Isabel Pantoja y pidió preguntas solo sobre la colección nupcial.

Todo muy acorde con La Cubana, que desbarata en su nuevo espectáculo musical, lo mejor que han hecho. Entremezcla parodia, espectacularidad escenográfica y bailes de Bollywood gracias a un hindú residente en Olot que versiona, las Paraules d´amor de Serrat. Hacen una interpretación diferente, distinta y conmovedora, digna del esfuerzo con el que esta Jessica con nariz respingona, respondona e insolente pretendió guiar la rueda de prensa. El colmo de la prepotencia, su ignorancia me recordó la ya atávica metepatas de Belén Esteban. Tienen el mismo perfil pretencioso y hasta inculto. “Solo debéis preguntarme sobre la colección y los trajes presentados”, dijo. Todos los modelos llevaban velo hasta los pies saliendo del moño, escotes corazón o palabra de honor, lazos traseros, cinturas brillando con recamados en plata, cinturones de rutilancia remarcadora incluso creando misterio y glamour bajo antifaces de encaje y plumas. También se prodigan los bolsillos laterales como refugio atemperador de nervios típicos y lógicos, un desahogo impropio de la conminadora novieta que no parece ser una más en la incansable relación de Paquirrín. Jessica, firme y dura, mantuvo su intención de considerarse experta. A Manuel Mota, su creador, me aseguran que poco tiempo le queda en la firma internacional por contencioso sobre derechos de autor reivindicados con Alberto Palatchi, el propietario impulsor de diseños para tan gran día, antaño único en la vida y hoy pan nuestro de insatisfacciones con las que nadie resiste.

Ahí si no tenemos la ruptura confirmadísima de Paulina Rubio y Colate Vallejo Nájera tras cinco años como permanente y humillado sufridor en casa. Con Ricardo Bofill resistió siete gracias a que los separaba un océano.

Una ruptura anunciada.

La edad agudizó manías, obsesiones y tensión verdaderamente insufribles. Samantha, hermana de Colate, me lo había confirmado meses atrás cuando compartimos cuatro tipos de champán en el 250 aniversario español de Moët Chandon. El burbujeo prodigó todo tipo de chismorreos, yo estaba al loro después de que me lo adelantaron amigos comunes que en Miami conocen las pretensiones de diva desfasada de Pau. Samantha lo reafirmó pidiéndome que no traicionara la confidencia. No dejé de pensar en esta pareja deshecha después de vender amor empalagoso como alguna de las propuestas revestidoras lucidas por Helen Lindes que en Denver se aburre: “No me gusta esquiar, y allá no hay mucho más que hacer”, suspiró lánguida y festejadora porque en ese desfile se cumplían diez años desde que salió elegida Miss España.

No es el caso de Arantxa Sánchez Vicario, siempre templada sin llegar a la dureza de sus largos años como mejor deportista de la historia española. Reapareció sorpresivamente, risueña y relajada superando lo que está sufriendo humana y económicamente por los 45 millones esfumados. La campeona exultó animando el 40 aniversario profesional de su peluquero, Alberto Cerdán, autor de su espectacular cambio físico imposible bajo la férula materna. Cerdán le recomendó pérdida de kilos, buen depilado cejil y mechas color miel en su melena ahora recortada y más favorecedora. Potenció su feminidad, que también la llevó a ponerse en manos de Toh-hom, que lo mismo reviste a la Preysler que las grandezas de Montserrat Caballé. De ella vistió en negro con fajín plata en esta rentrée madrileña cobijada festiva en la embajada de Francia, siempre de puertas abiertas en ejemplo de recomendable eficacia hermanadora de naciones. El embajador Delaye adora España y defiende como pocos la vapuleada Fiesta nacional.

Afable, cálida pero discreta, cualidades de grande, la deportista se limitó a un “esto es lo que hay” consciente de que el 24 de junio sentará a sus padres en el banquillo a ver si recupera algo del dineral supuestamente traspapelado. Firme en su apoyo al celebrador Cerdán olvidó pasadas timideces inculcadas maternalmente. Es otra mujer, centrada en su marido y los dos niños con el aire realizador de Alejandra Prat, que de Joaquín y Marián no sufrió la misma presión castradora de cuenta corriente. Los magníficos salones diplomáticos de la embajada contaban con una favorecedora media luz muy agradecida por Elena Salgado sin problemática laboral como pretenden. O tal me aseguró bajo su perfecto dos piezas de Alfredo Villalba hijo al que cada año encarga -o encargaba por exigencias de sus cargos- hasta una quincena de sastres siempre con el mismo aire refinado nada llamativo, como este en brocado Burdeos entonado con medias del mismo tono. Favorecía una melena rubia más corta de lo habitual.

Y Susanna Griso se dejó ver excepcionalmente fuera de las mañanas de Antena-3 que transformó en marcha triunfal. Su Espejo público derrocó no sé si ocasionalmente al duradero entronamiento de Ana Rosa. Llega a superarla en cinco puntos mientras su marido hizo grupo aparte, buscando no hacerse notar bajo su traje gris, con el Omar de Cayetana Guillén. Realzada en un traje de sedas roja de Murad, ella resaltó su amistad con el peluquero de cabecera, claro, tributo no exento de gratitud al que considera creador de un estilo tan televisivo. Se les unió Ana Millán esperando el próximo estreno de El tiempo entre costuras en versión pantalla pequeña: “Hago una malísima de la muerte, parece mi sino cuando soy todo lo contrario”, comentó a una Alejandra Prat bajo capas de tul conformando ampulosa falda como el traje de Mar Reguera. El tinerfeño Carlos Nieves las convirtió en munsters góticas de grandes pestañas y aire amenazador. Cristina García Ramos, a quien Cerdán tiñe las pestañas y un Paco Valladares renqueando tras neumonía, completaron tan insólito grupo representativo.

Madrinas de un nuevo champú.

Más hermosuras superficiales, pura epidermis, amadrinaron la nueva gama del champú Pantene. Recurren a bellezones tan dispares en su espectacularidad como esa Sara Carbonero cada día más similar a Angelina Jolie. Encuentro su mirada más turbadora y de impacto siempre con el halo de insuperada timidez evidenciada en no saber qué hacer con manos y brazos. Lo comparte con Íker, como la felicidad. O igual que la luminosa Paula Echevarría, con cierto aire doméstico e inmediato con Bustamante. Tres tipos, trío de nombres, diferentes profesiones y estilos ampliados con la evidente sofisticación made in NY de una Ariadne Artiles sobrepasándolas físicamente con su metro setenta y ocho frente a los once centímetros menos de Paula. También fue la despeinada con más despreocupación mientras las guedejas de la modelo canaria, siempre impasible el ademán para no descomponer la estudiada pose, caían ensortijadas sobre un pecho rehecho lleno de redondeces. Competía con el canalillo de Sara aupado por dos placas aceradas, contraste al vaivén de los cuatro volantes en flecos gris perla de su traje Hervé Leger frente a las rutilancias para cóctel que Paula exhibió sobre fondo verde o la remarcadora túnica felina de Artiles.

Fueron complemento melenudo, impactante y seductor dignas de otra pasarela acaso superadora de lo que hizo en Barcelona el significado y veinteañero grupo de Malena, Helen, Silvia para Pronovias, nada que ver con la sencilla exactitud con que la competidora Rosa Clará viste teatralmente a la desposada de La Cubana. No hay que perderlas. Son emocionantes.

Grupo Zeta Nexica