La hijastra de Banderas da la sorpresa erótica

24 / 02 / 2015 Jesús Mariñas
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¡Gracias!

Dakota Johnson es una actriz estupenda, segura, sin miedos ni vacilaciones, nada que ver con otros sex-symbols anteriores, que todo lo confiaban al físico.

Resulta sorprendente transformación, Hollywood las pone del revés. Porque la seductora y seducida Ana de Cincuenta sombras de Grey en nada recuerda a la Dakota Johnson que conocimos como melenuda cría ensimismada, retraída, nada comunicativa y ajena al luminoso entorno marbellero de su mocedad reciente. Mientras su hermanastra Stella del Carmen –¡ya con novio y a punto de mayoría de edad!– se quedaba con todos por su ingenuidad, encanto y niñerías, ella procuraba vivir aparte, incluso haciendo castillitos de arena en esa Gaviota en primera línea marítima que todavía conservaba la huella de Encarna Sánchez, quien, tras una manipulación de Jesús Gil y Gil autorizando lo prohibido –su vecindad a una riera camino vecinal– la edificó creyendo que allí viviría horas inolvidables con Isabel Pantoja. Lo idílico apenas duró pero sirvió para desahogos de la folclórica que, cabreadísima, largaba de lo lindo en bufidos donde lo soltaba todo. Aquel verano fueron grabados de manera oficiosa.

Las cintas con tal cante se pagaban a precio de oro y eran comidilla en todas las tertulias profesionales. Un hit que superaba al oportunista Marinero de luces que ahora celebra su treinta aniversario y supuso la rentrée discográfica de la mal llamada viuda de España, hoy encarcelada. La difunta Encarna ya no puede echarle una mano desde las alturas: descolgar el teléfono para llamar conminadora pidiendo favores al político que correspondiese era una de sus especialidades. Pero no era eso lo que revelaba, descubría y menospreciaba cantando con otro estilo en esas cintas, imaginábamos que de viva voz. Aunque costaba creerlo en sus casi tres horas de duración. Fueron el pasatiempo preferido de aquellos 80, cuando Julián Muñoz estaba servil con el señor alcalde. Reverenciaba a Gil y besaba donde pisaba. Oír sus casi lamentos eran la guinda de cualquier fiesta:

“Encarna me asegura que rompió con la otra, pero me engaña. He registrado su bolso mientras dormía y allí hay talones firmados por la otra que tienen firma en sus cosas, ¡y a mí solo me ha regalado un muñeco de trapo para mi cumpleaños!”, gemía la presunta Isabel ignorando el eco que tendría semejante indignación. Se refería a Nuria, pupila de la locutora con la que llegó a convivir en su estancia barcelonesa en Vía Layetana esquina plaza Urquinaona y ya en Madrid creando la Cope frente al remozado NH Eurobuilding, en Padre Damián. Eran los tiempos triunfantes de Encarna de noche en Radio Miramar donde todos, juntos y hasta revueltos, estábamos: desde el menda a Luis del Olmo, Carlos Herrera ennoviado con Julia Otero, que le urgía la bendición, y también Parada con la entonces pacífica García Cortés, hoy nuevamente enfrentados.

Todo esto se me actualizó en el estreno mundial del filme del momento que tenía vendidas tres millones de entradas previas, y solo en España la friolera de 170.000. Algunos vemos en Dakota una reencarnación hasta física de Maria Schneider en El último tango en París, donde Marlon Brando la sodomizaba usando mantequilla como aquí hace repetidamente el Grey encarnado por Jamie Dornan en un yuppie bastante increíble.

Noche de estreno.

Noche estrenista a menos cero, donde la mayoría, desde la imparable y antaño etérea y picassiana Rossy de Palma a Raquel Rodríguez, recurrieron a cazadoras encueradas, aunque el tema no era de blouson noir sino de ejecutivos encorbatados en seda. El filme, reloj en mano, ofrece veintiséis minutos de sexo explícito que certificaron ante Cecilia Gómez contrastando amarillos, Cristina Tárrega con cruz a cuestas pero colgada del cuello, Tania Yaseras arrebujándose en estola de visón, Adriana Abenia receñida en negros y Elenita Tablada luminosa mostrando tripa al aire pese al frío junto a la recién llegada al famoseo –¡por fin una cara distinta del listado habitual ya ritual, qué pereza!– Desi Cordero, que a punto estuvo de ser la última miss Universo y se emparejaba a Álvaro Chico, hijo de Fernando Hierro. Raquel Meroño espantó el frío bajo abrigo blanco con retazos de piel de pelo, algo que debió usar Arancha de Benito entibiando sus transparentes encajes negros o Kike Solís, que pone freno y marcha con Tamarita. Ella volvió al hogar de madraza Isabel. Kike ya haya sido presentado al marqués de Griñón, que quedó encantado con este aristócrata sevillano pudiente de los que ya no quedan ni siquiera entre los Alba. Es benjamín de Carmen Tello y de la dinastía Solís Beaumont, más grandes terratenientes incluso que Cayetana de Alba.

Mientras, rellenita y rubeniana, Marisa Jara sigue hablando de proposiciones norteamericanas y no concreta para qué, destacó con enormes lunares como para ir al “flamenquito” madrileño que Naty Abascal montó a Valentino y su exGiancarlo. Repaso exhaustivo y casi profundo. Cargaban pilas cara al posible impacto de Dakota, acaso estrella fugaz, no se sabe si duradero como el de su abuela Tippi Hedren y el de mamá Melanie, su padre Don sigue en primera línea ya no como galán. Su padrastro Antonio Banderas, que la crió, sigue tirando y desconcertando. Por un lado, proclaman que cada dos días habla con su ex –lo que contradice la infrecuente amargura reflejada al comparecer ante la prensa antes del Goya honorífico– y lo más creíble de que “lleva ocho meses sin hablar con su hija. Stela tomó partido”, me aseguran mientras comparto o discrepo en polémica estrenista sobre el futuro de la recién llegada al estrellato. Constaté que bajo ojos de un azul casi marino –los de Melanie son más claros– ,una nariz imperfecta y los labios carnosos como su madre antes de que los rellenase-destrozase con cirugía. Idénticos hombros cuadrados y piernas igualmente delgadas soporte de un culo redondo, prieto y perfectamente moldeado que hace entender el obsesivo deseo de Grey.

Una tentación para Grey.

Es una actriz estupenda, segura, sin miedos ni vacilaciones, nada que ver con otros sex symbols anteriores que todo lo confiaban al físico. No es bellezón deslumbrador. Tampoco da la imagen de típica neoyorquina pija o adicta a la playera y californiana Venice. Pero responde al físico de empollona estudiante sin desvirgar. Una tentación para Grey. No hay momentos irrepetibles como el guante de Gilda o la ampulosa falda de Marilyn en La tentación vive arriba. Tampoco el cruce de piernas histórico de Sharon Stone, ahora espléndida en una publicidad para gafas francesas. No es la tentadora Kim Basinger de Nueve semanas y media ni evoca el sexy abaratado por Silvia Kristel en Emmanuelle. Curiosa revolución erótica para un relato que no da para mucho tras el libro que fue best seller español hace dos años. Incluso aburre cuando no se encaman. Exalta una sexualidad más sadomasoquista que tierna.

Recuerdo a Dakota tan escurridiza en los veranos costasoleños, donde con sus padres y hermana a primera hora de la mañana hacían recorridos en bicicleta por todos Los Monteros quintaesenciados y supervips. La servidumbre que salía a la compra los saludaba y casi aplaudía, porque entonces Melanie y Antonio hacían un posado ritual y conjunto para quitárselos de encima sin conseguirlo. Aguantaban agobios y persecuciones sin perder la sonrisa. Tal acoso no lo soportaba demasiado bien Dakota, harta de paparazis, entonces ni imaginaba el éxito en lo casi porno.

Nadie supondría algo así en el principio de su lanzamiento mundial y consagrándola. Cuestionaban cómo serán a partir de ahora las relaciones familiares, nunca muy fluidas con el malagueño tan promotor de Andalucía como también hace el modista Valentino. Ninguno entendió su renegrío socarrat facial –sin duda no era un tenue autobronceante que mejora el mal aspecto– que resultaba homenaje a la España cañí como hace décadas ya lo hizo lanzando el “rojo Valentino” tan emblemático que le inspiró nuestra tierra. Aunque nadie llegó al andalucismo de un Lacroix siempre recreando lo nuestro, como también luego hizo el renacido Galliano criado en La Línea. Balenciaga creó mucho inspirándose en santos zurbaranescos, los toros y las infantas cortesanas, base de las impagables y distorsionadas Meninas. Muchas piezas antológicas y new look flamenco se vieron en esta españolada cuasi carnavalesca complementada con festines gastronómicos donde, sin tener permiso, la prensa fue convocada por una joyería que no iguala a Rabat ni al Luis Gil que creaba para doña Carmen Polo. Su cita generó despistes y tanto revuelo como los dos volantes lucidos por Eugenia Silva con mangas del codo a la mano. Espectacular.

“Resultan muy incómodas”, sentenció Naty Abascal, que siempre sienta cátedra y recurrió a un traje coral con dos volantes bajos de Lina –la que aporta a Pantoja una finura de la que carece– comprado hace treinta años por su segundo marido, el duque de Feria. Pagó 300.000 pesetas en una subasta del rastrillo sevillano tan auxiliado por la duquesa que era su principal atracción. Luego vino la caída en picado y su posterior suicidio. Abundó el negro nada ferial lanzado por Vicky Martín Berrocal en la pasarela de Raquel Revuelta desde la que prestaron trajes Rocío Peralta y Juana Martín. Lo vistieron desde Nieves Álvarez, un modelo completamente transparentando enseñando braguitas y ombligo, a Rosario Domecq, reconvertida en Maléfica bajo dos apabullantes hombreras de plumas rígidas que empequeñecían la grandeza torera de El Juli.

Blanca Suárez sobresalió con su tocado floral; Adriana Abascal, por preferir motivos hindúes a los lunares grandes como los de Maribel Yébenes; Marta Hazas contrastó negruras con guantes rosa hasta el codo; Virginia Troconiz, echando sobre encaje blanco un mantón dorado con claveles ladeados recogiéndole el moño; Giancarlo Giammetti, con chaquetilla goyesca como de Ordóñez; Ariadne Artiles mostró transparencias florales sobre encaje; Rafael Medina, capa española, y su esposa Laura, inaceptables sandalias complementando volantes floridos negros mientras serpenteaba la falda blanquinegra de María León y Lyz Hurley quedó superada pese a escotazo por tanto colorido circundante de arsa y toma.

No hubo flamenco, pero sí palmeros en lo que Jorge Javier Vázquez adelantó que la peña periodística Cuarto Poder le otorgaba el premio Alegría mientras la Campos y Bigote resultaron nombrados pareja del año.

Jorge Javier debutará como actor.

“En septiembre debutaré como actor en una comedia de Juan Carlos Rubio que también produciré”, lo hará preparándose para hacer campaña por Pedro Sánchez, cuyo golpe en la mesa no es un ¡Sálvame! Levanta más entusiasmos que censuras. Jorge contó y largó:

“Creo que Belén Esteban lo pasará muy mal cuando salga de GH Vip, y calculad si la echan...”. Sonó tan fuerte que se nos atragantaron las croquetas y el pan tumaca del almuerzo, no les digo más. Resultó intragable. Pobre Belén, ya está en el pim pam fuego donde disparan sus colegas, tiran a matar. Qué habrá pasado para semejante cambio. Y solo está empezando. 

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