}

La herencia millonaria de Lina Morgan

01 / 09 / 2015 Jesús Mariñas
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Tras la muerte de la actriz queda la incógnita de quiénes serán los herederos de su multimillonaria fortuna.

Sonará a tópico pero es la crónica de una muerte anunciada. Desde hace dos años largos Lina Morgan vivía sin vivir en sí como Santa Teresa. La mantenían artificialmente tras una neumonía tan traidora como la que precipitó el final de Cayetana de Alba que tenía diez años más que la ya mítica cómica, de solo 78. Su muerte propició lamentos y colas interminables de hasta once horas ante el castizo teatro de La Latina que fue de su propiedad. Una placa municipal de la alcaldía socialista, por obra del alcalde Barranco, desde hace años perpetúa aquel alumbramiento de quien llegaría a multimillonaria –calculan que dejó unos veinte millones de euros calculando corto– y sería enorme estrella batidora de récords: hasta nueve millones de seguidores alcanzaron alguna de sus series televisivas y musicales, eran más que revistas, ella dio al género otra categoría como en Vaya par de gemelas que duró nada menos que tres temporadas en el teatro abarrotado. Un escenario ahora reconvertido en capilla ardiente donde abundaron las lágrimas y las coronas de rosas amarillas, las que más le gustaban. No faltaron políticos de todas las tendencias, desde la enlutada de pies a cabeza Soraya Sáenz de Santamaría representando al Gobierno, como no lo hizo su ministro de Cultura, al descamisado Pedro Sánchez que debería cuidar más estas formas fúnebres ahora que se acostumbró a usar chaqueta; Manuela Carmena, pegada al bolsón, y una blanquinegra y exacta Cristina Cifuentes, ya modélica en cambiar el clasicorro atuendo de las populares. Lo suyo es personalísimo, joven y femenino, siempre adecuado sin llegar al almidonado provinciano de su íntima Cospedal, los arrebatos hippies de Ana Botella o el tan prodigado estilo inglés de la Aguirre.

Emotiva despedida. Cifuentes no solo muda el que parecía intocable aire de las madamas gobernantas, también anda transformada en fustigadora del Ejecutivo central. Le prodigan elogios tras haber decidido que la asistencia sanitaria se extienda en su comunidad a los inmigrantes. Cundieron las felicitaciones mientras todos repasaban el montaje fúnebre de Lina Morgan: un ataúd en dos tonos de caoba cubierto por las banderas de España y la comunidad. Sobre ella sobresalían una gorra de los castizos madrileños sobre las que destacan una estampa de la Virgen de la Paloma y otra del Jesús del Pobre, grandes devociones de la ilustre extinta. Su hermano y mentor José Luis ideó el nombre artístico –realmente se llamaba Angelines López-Segovia–, “porque ganarás tanto como la banca Morgan”. Fue adivino. Sin herederos, deja una fortuna donde siguen intactos los siete millones que cobró al vender su teatro, a la que solo tenía acceso el fidelísimo Daniel Pontes, apoyo –y no solo físico– de los últimos años.

Prohibieron la entrada a un sobrino de los que nunca quiso saber, un secreto o traición familiar que se llevó a la tumba tras incinerada en la intimidad y colocar la urna en un panteón familiar de La Almudena donde también están sus padres y hermanos. Y todo son cábalas y supuestos de si el padre Ángel y sus caritativos Mensajeros de la Paz siempre favorecidos por Lina, recibirán algún nuevo “gordo”. Se vieron pocos compañeros: Concha Velasco, Lola Herrera, Joaquín Kremel y pocos más. A Lina le hubiese gustado irse calladamente tras aferrarse a no dejarse ver ni siquiera por los que fueron sus mas íntimos como Esperanza Roy, Raphael y Natalia, Moncho Ferrer –durante 25 años su jefe de prensa– o Raúl Sender.

“Ella era así, arrebatando sobre la escena pero muy cuidadosa de su vida personal”. Razona la Roy que empezó con ella cuando tenían 13 años. “Hace diez años, con la muerte de su hermano y empresario José Luis, se desmoronó. Nunca lo superó”. Los espectáculos que estrenó después tuvieron diferente aceptación hasta el póstumo y menos entusiástico Celeste no es un color. Supuso su adiós a los escenarios, un vacío insuperable. Una tarde de Reyes, Montserrat Caballé fue a verla con su marido Bernabé Martí. Se desternilló con esa risa cantarina tan característica como su voz única. Enfervorizó la platea contagiando su felicidad, Lina interrumpió la representación, bajó a saludarla y le cantó modificando el estribillo: “Emocionada y agradecida, Montserrat, gracias por reír”.

Buero Vallejo la equiparó con Charlot. Lo teatral contrastaba con una personalidad tímida, sencilla y reservada, en su vida privada. Costará olvidarla.

Famosos en Ibiza. Marbella volvió a superar su mantenido pulso con Ibiza, insoportable en verano, y contó entre los ilustres con un Valentino con Anne Hathaway y Jon Kortajarena como huéspedes de su imponente yate. Los habituales suelen quejarse de que el modista cuida y regala más a sus invitados masculinos que a las señoras: a ellos los obsequia con cadenas de oro y “a nosotras se limita a darnos un pañuelo”, oyeron quejarse a una habitual de cuyo nombre no pienso acordarme. Pueden imaginársela.

Carlos Martorell usó la “pasión flower” de Pachá para reunir lo mismo a Matutes Jr. –que revoluciona el familiar emporio hotelero– con Ángel Nieto o un pretencioso Lorenzo Quinn emperrado en seguir esculpiendo manos. Si allí priva la comodidad indumentaria acentuada por floripondios circunstanciales y están los mejores DJS internacionales como gancho veraniego, Marbella no muda, sigue aferrada a unos modos y modas que permite su Starlite.

La fiesta conjunta de Antonio Banderas y Ford prodigó etiquetas. Ante el impecable azul de Joaquín Prats, se vieron infrecuentes esmóquines blancos como los del marido de Alejandra Prats que tenía solapas negras, el del director general de Adolfo Domínguez, Raúl Ramírez, y hasta en José Manuel Parada que ahora hace gira teatral con Canciones de barrio, recuerdo del programa que ideó en la Primera: llegó a un 37% de audiencia y hoy, presentado por la Velasco, no sube del 7%. Significativo pero vergonzoso costeándolos los españolitos, que no es una tele privada. Lo comentaban, mientras Laura Pausini, ennegrecida como para película de Pasolini –también lo hicieron menos siniestra Ana Belén y Sara Baras– cantó a un adelgazado Banderas el “cumpleaños feliz”.

Banderas cumple años. Fueron 55 y, tras dejar a Melanie y sus adicciones, parecía relajado y hasta rejuvenecido con Nicole, repitiendo la ceremonia de firmar un coche como antes lo hacía la propia. Superó las incógnitas de si el galán se atrevería. Y lo hizo; ella encandiló y está mejor que en fotos “aunque sigue sorprendida por todo esto”, reconoció agradeciendo el esfuerzo de su nueva pareja.

Paloma Cuevas lució un importante Oscar de la Renta rojo que sigue siendo inamovible. Ponce también llevó chaqueta blanca mientras la icónica Gunilla –genio, figura y pedrería– aportó nostalgia de un ayer igual que la enmoñada Esther Vidiella, dueña de Puerto Banús, la exvedete Licia Calderón, Mae Dominguín, la recargada Carmen Lomana, sin más pareja fija que el nada peligroso comodín Mario Niebla, o una casi irreconocible Ana Obregón. Se preguntaban qué coño se ha hecho en la cara. Parecía otra y desconocía el éxito mexicano de Aracely Arámbula, reina de los culebrones que prepara Doña Bárbara, gran éxito de María Félix.

“¿Y esta quién es?”, demandaba Anita ante el impacto del estrellón azteca. Supuesta ignorancia que sorprendió a Mónica Martín Luque ante una Irene Meritxell acompañando en su retiro gaditano a Imanol. Lució tiras de flecos grises como para charlestón. Mientras Eva González iba de perla oscura cerrada hasta el cuello pese a los 40 grados y un Cayetano que en Navidad resuelve si sigue en el toro o lo deja ya. Lara Dibildos optó por el negro clasicorro desconcertando al asegurar que su madre “está bien y con los niños”. Virginia Troconi rebrilló sin Manuel Díaz. Irene Villa lleva marido-guardaespaldas tal Severini lo fue con Nieves Álvarez. Valeria Mazza en azul plata, Remedios Cervantes, imponente con un pie en los cincuenta, y Eugenia Martínez de Irujo que sigue con Coronado e impactó al marqués de Murrieta, con la espalda desnuda hasta la rabadilla. Ya son reliquias de una zona única donde, acaso por el relax vacacional, noté favorable el “tercer grado” para un Julián Muñoz a quien dan poca vida. Fue comentario abundante como los cachondeos ante la increíble cárcel de oro de Pantoja a quien la diabetes vuelve a unir con el exalcalde como lo antaño lo hizo su afán saqueador.

Así es la vida mientras Marbella superó aquello gracias a la fiesta continua del Starlite de Sandra García Sanjuán y la hija de M∫ateo Alemán, ya lanzadas a montar en marzo sucursal en el México lindo, querido y temible. Aquí, Enrique Iglesias indignó por inaudible, mientras pincharon de público Plácido Domingo, Julieta Venegas, Laura Pausini y lo que queda de la village people bastante menos de lo que sostiene la capital costasoleña.

Grupo Zeta Nexica