La Campos y Bigote, recluidos en un hotel

17 / 01 / 2017 Jesús Mariñas
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La presentadora y su novio llegaron a Lanzarote para pasar la Nochevieja. Se instalaron en un hotel al borde del mar y durante la semana de estancia apenas salieron a causa del mal tiempo.  

Y no fue encierro por pasión irrefrenable que ambos comparten. Pensaron, miraron y cavilaron antes de elegir escenario para iniciar año, tras la triste experiencia de la Nochevieja pasada en Arabia Saudí, donde les llovió torrencialmente cada día. Eligieron Lanzarote como destino paradisiaco, a Teresa no le gustan los grandes desplazamientos y la isla canaria les pareció perfecta. Arrocet conoce bien aquel paraíso porque allí se había instalado antes del flechazo de Teresa, que no solo lo encandiló sentimentalmente sino que le impulsó a retomar una carrera polifacética donde imita espléndidamente –tiene más de cien voces copiadas–, canta y se produce con elegancia infrecuente ya en las teles. La Campos escogió minuciosamente su ropa veraniega, los trajes estampados que tan bien le sientan, ahora que mantiene la pérdida de peso resultado de la operación de vesícula. Ocho en la maleta, una decena de bañadores, todos de una pieza, y también seleccionó con mimo entre 300 pares con las sandalias playeras, los salones de media tarde y altos stilettos imposibles para las celebraciones nocturnas. Parecía una ilusionada novia preparando el ajuar. En Nochebuena pasó como otras veces y la celebró con sus hijas prefiriendo recibir en su enorme casoplón a los tres descendientes de Bigote criados en un Madrid que ahora no frecuentan, residentes en Londres.

Tal celebración provocó división de opiniones, pros y contras, desde el “¡pobres Carmen y Terelu abandonadas en una fiesta así!”, a la comprensión de quienes las conocen bien y saben cómo actúan.

Tiempo desapacible

Hambrientos de sol y playa llegaron a Lanzarote, se instalaron en el hotel al borde del mar. Ordenaron el equipaje y salieron disparados a la arena: un fuerte viento casi vendaval les dio aireada bienvenida. Dijeron “¡mecachis, qué fastidio!”, y confiaron en que fuese pasajero. Preguntaron el pronóstico del tiempo y se confiaron buscando rincones resguardados para no perderse algún rayo. Desesperante pero no superable: hubo un tiempo desapacible, durante la semana de estancia no pudieron moverse del hotel ni casi salir del cuarto. Doble aislamiento: “Para colmo y recochineo, por la noche se calmaba y el día que nos íbamos lució un sol espléndido”.

Volvieron negros, sí, pero desesperados por los buenos días perdidos donde, al menos, estuvieron juntos: “Teresa ya tiembla cuando le propongo alguna escapada. Hemos hecho cinco en estos casi tres años –se cumplen en mayo– y nunca lo pasamos peor”. Y eso que Canarias, según la canción festivalera, tiene “seguro de sol”. Deberían indemnizar cuando falla tal seguridad. Menos mal.

Mejor lo ha tenido Álvaro Muñoz Escassi, donjuán golfo, quedón pero divertido y señor donde los haya, en su boda dominicana con una guapa millonaria venezolana que eligió por escenario su casa de Punta Cana, destino navideño de muchos españolitos buscando el sol que María Teresa no encontró. Suele pasar y recuerdo nebulosas entradas de año en Miami o Santo Domingo. En La Habana pasé una con la Campos y no pudimos pisar las inacabables playas del Este donde el mundo gay local tiene más que un rincón. Punto de encuentro, cita, desnudo integral y esparcimiento. Es una Cuba restrictiva pero muy permisiva con el sexo desde que está Raúl Castro y porque su hija Mariela entiende de esto.

Soltero de oro

Sorpresa-sorpresa, primer enlace del año. Y no ha podido ser más rimbombante con Lara Dibildos y su hijo Fran. Ex del contrayente Álvaro Muñoz Escassi, un soltero más difícil que de oro, fue invitada distinguida quizá lagrimeó ante la magnificencia de la ceremonia, donde no repararon gastos. Porque ella lo gasta bien. Raquel Bernal, la novia, vistió traje de tul azul cielo salpicado de pedrería y la comitiva iba con esmoquin blanco, imprescindible etiqueta por allá. Se conocieron en Dubai compitiendo a caballo y vivirán entre Santo Domingo y la Florida. Sonia Ferrer aprovechó para rematar: “No tengo qué decir. Supe de la boda este verano, Álvaro es el pasado –aseguró sin un ay–”.

Comentar lo inesperado fue entretenimiento entre brindis, remate de turrones y sátira, dale que te pego inagotable, exprimiendo el tercer reality de las Campos. Incluso superó lo generado por el ya tradicional partido de Pascua que reúne al famoseo, tiempos aquellos en los que Lola Flores capitaneaba a las folclóricas contra las finolis.

Entonces las populares tenían menos remilgos y se cachondeaban en confrontaciones como esta, no veo a Rosario o Marta Sánchez dándole al balón. Lo de ahora, en el campo vallecano, enfrentó a Feliciano López, siempre estrenando algún amor, al lado de Enrique Ponce, que resultó el mejor vestido aunque el atrezo era tres tallas más grande. El tenista fue la gran atracción por su contencioso matrimonial con la enredadora Alba Carrillo. No dejó de zascandilear en el año rematado pero promete formalidad durante 2017. Culpó a su representante, que también lo es de Bigote, siempre a la caza y captura de exclusivas bien pagadas que desde hace un año adeuda 600 euros al intermediario que le facilitó quedarse con los affaires de Alba. Le convendría un alejamiento e influencias menos descalificadoras, opinaban bien enterados jugadores como Juanjo Artero o el blancuzco Gabino. Anunció que deja temporalmente el cine para dedicarse a la escena, su gran pasión . Molestó que Maxi Iglesias, con Mario Casas los ojos más azules de nuestra pantalla, los velase todo el partido con gafas oscuras. José María García, siempre en los rumores sentimentales-matrimoniales con su se va o se queda con Montse García, la dulce pero difícil hermana de mi fraterno Alfredo Fraile, que también estudia reinstalarse en Madrid “porque en Miami las cosas se han puesto mal”. Yo me lo pensaría. Santiago Segura y José Mota hicieron el saque de honor, todos volcados en la Fundación University.

Entre gol y gol, Terelu de monotema tras el “¡vete a la mierda, mamá!” soltado abruptamente en el reality, aspereza rematada cuando hablando de porras replicó a su zumbona madre que “las porras te las tomas tú por la noche”, como si el sexo tuviese horario. La descalificó. Llovieron las censuras. La tildaron de poco elegante y buscadora de provocación que generase runrún aunque fuese desfavorable, como pretendiendo comer las cigalas con mejores modales. Un despropósito tras otro. El caso era destacar como ya hizo en el primero de los programas, casi copado por ella. Frente a tan repetidos desatinos donde no respetó madre, maestra ni el mito televisivo, la Campos reafirmó su magisterio que dura décadas. Supo escuchar sin espantarse, marcar distancias, callarse elegantemente y no echar más leña al fuego conociendo a Terelu como la madre que la parió. Una lección permanente. Sonriendo lo dice todo.

Empecé año bajo radiante sol neoyorquino, ya un hábito. Frío pero nada de nieve, que llegaría una semana después del día 1. Imposible transitar por la Quinta con tiendas atestadas, sus árboles iluminados tal el abeto de 28 metros del Rockefeller, de imagen festiva pro señorial, y la comida más cara que en mi última visita de octubre: lo que valía 12 euros subió a 18, mal presagio de la era de Donald Trump.

Palpé opiniones y todas desfavorecen al nuevo presidente que siempre se pasa retiñendo su debilucho cabello. Conocí su alucinante y recargada Mara Lago, casa de Palm Beach donde empezó el 2017, cuando con el tontorrón, borde y ya nada interesante artísticamente Pierce Brosnan presentó allí hace cinco años el spot de Freixenet y se negó a abrir baile con Gloria Ferrer. Tal descortesía sentó fatal. El mundo latino, que no platino como el nuevo presi, se siente amenazado y forma piña como nunca se había visto. Lamentan la marcha de Barack Obama y Michelle se ha convertido en la presidenta más icónica de la historia, superior a Jackie Kennedy o lo que en muy pasado supuso Minie Eisenhower.

Una presidenta icónica

Su cara ocupa bolsas, bolsitos, fundas de gafas y todo se torna admiración o pesar generalizado. Enardeció su defensa a la mujer y lo comentaban en el primer estreno del año tras la cita para el aniversario de E.T. con Marta Sánchez atigrada al lado de su ya crecida niña, una Macarena Gómez de ojos saltones, Carlos Lozano pasando de suposiciones, Sergio Ramos tierno con la infancia, Pipi Estrada superestirado sin poder sonreír para no estallar, Imma del Moral siempre sexi, Emiliano Suárez loco por posar, Rafael Amargo preparando revista con Rosa Valenty, Juncal Rivero espléndida y fiel al negro, Óscar Higares luciendo family, Paco León fiel a Aída y rayado cual marinerito, Jesús Álvarez ensanchado, Manu Fuentes magnificado por Tu cara me suena y José Mota optimista por cómo resiste televisivamente. 

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