Julián Muñoz mintió sin descaro en televisión

30 / 01 / 2009 0:00 Jesús Mariñas
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Rotundo en apariencia y lanzando perlas se mostró el ex alcalde de Marbella en su entrevista televisiva, pero no aclaró a qué juega con Isabel Pantoja.

La ceremonia de la confusión, en esto ya no hay quien se aclare, aunque es Mayte Zaldívar quien tiene ideas más claras. Conoce el percal, convivió con el reo Julián Muñoz veintisiete años, tiene dos hijas y sabe sus debilidades. Un mentiroso compulsivo, tal para cual. Y aunque siempre ha mantenido que acabarían juntos porque son lobos de la misma camada, aunque la rubia es más lista y hasta maquinadora, estuvo contundente y deshacedora aclarando los enredos televisivos de su ex. Idéntica cantinela despistadora y llena de justificaciones intentando expulsar a Isabel Pantoja que, firme al pacto y lo que ella impuso, canta por las Américas –una gira un tanto improvisada sin grandes escenarios, no es marcha triunfal como venden tras su debut en la mexicana Guadalajara– quitándose de en medio. Es lo que hacen las enamoradas de copla. Esta lista no puede estar más lejos de ojos y corazón, que no se ha visto con la razón de sus pesares desde que salió de prisión. No puede hablarse de amor, entrega, desvarío ni pasión desenfrenada como la que Cayetana tiene por el cincuentón con facha de clochard. Ya quisiera él, ya, aquel aire siempre como un pincel de plumas, atildado y todo en orden, de Jesús Aguirre . Para que su lío se complique más, una sobrina suya está casada con Felipe Zuleta , capitán de la Guardia Real y profesor de hípica al que algunos emparejan con la infanta Elena . Quieren verla enamorada y leen amor en su sonrisa ya nuevamente luminosa. Parecen tan errados como los que pensamos que sus weekends abulenses eran en pos de un pastelero al que buscaba yemas cuando tan sólo se desplazaba en plan místico y no salía de estar con su íntima Rita Allende- Salazar . Zuleta casó hace dos años con Rocío Martín, sobrina carnal de Alfonso Díez Carabantes , y, aunque abogada, también tantea el negocio de las antigüedades casi con el mismo ojo rescatador como su tío hace con la animada longevidad de la duquesa.

A distancia

Pero vayamos con Julián. Con sus dos comparecencias- ¡pactadísimas!- ante el incisivo y casi cínico Jordi González. Si la primera provocó desbandada y récords de baja audiencia, mudaron contrato y estrategia recurriendo al tema Pantoja porque la operación Malaya fastidia y espanta por escabrosa e incomprensible. Una madeja cada vez más enredada. Isabel, Mayte, las hijas del interfecto como principal objetivo. Él se mantuvo rotundo en apariencia, no diría que gallardo en su defensa, hasta físico, lanzando perlas incontables. Quizá la más esperada, su conclusión de cómo anda sentimentalmente con la folclórica a la que no ve, apoya, tutela ni le da lo mejor de su vida ya que puso tierra en polvorosa. ¿Miedo y saber aprovechar la oportunidad para no acabar más implicada? A saber: “Hasta este momento yo no he terminado con Isabel, ni ella me ha dicho lo contrario, ni yo a ella. Isabel Pantoja es mi pareja”, afirmó descolocando al país. Ya no sabemos a qué juegan, cómo se entienden, sin verse ni tocarse de qué manera avivan la hoguera pasional si no hay convivencia e incluso ella prohibió que la entrevista fuera realizada en su casa -me pregunto si es suya o está pagada con dinero de Julián Muñoz, de ignorada procedencia aunque pueden imaginársela–. “Cuando nos conocimos, nos contamos toda nuestra vida”, y ahí pegué un respingo. Nada mejor que revelar secretos inconfesados cuando se inicia una relación. Es lo mejor para no herir. Pero dudo que Isabel le diese pelos y señales de cómo se entendía con Encarna Sánchez y sus alegrías posteriores con María del Monte. Ella sabe que sé. Y que callo, pero no otorgo ni me trago tal pretendida sinceridad, propia de quinceañeros y no de curtidos zorros del desierto como son ellos. Julián desmintió que hayan existido bolsas de basura repletas de dinero como denunció Mayte que, ahora y pásmense, no ratifica denuncia al refugiarse nuevamente evasora: “Es tema que está sub júdice”. En cualquier caso, queda disculpada por la rabia, el cabreo comprensible al verse corneada por su marido y también por la cantante a la que apoyaba. Zaldívar no se anduvo por las ramas replicando. Precisó y rectificó datos y fechas: “Dicen a coro que no se liaron hasta que Julián se separó en abril, pero en enero ya durmieron juntos en una escapada a Sanlúcar de Barrameda, a la que yo no asistí por un catarro. Ahí empezó todo, fue su primera noche en la misma cama, cuando para el Rocío aún faltaban meses”. De soponcio inagotable, un sinvivir sin punto y aparte y muchos se continuará. Mayte cuenta y canta sabiéndose perdedora y no deja de reprocharle a Julián el alejamiento de sus dos hijas: “No impuesto por Isabel”, asegura el bigotudo de pantalones hasta el sobaco. De ahí que más de uno le llame calzonazos. Parece la historia interminable, también la más grande jamás contada, cuando tan sólo empieza a conocerse lo de Felipe González y Mar García Vaquero , a punto de reanudar vida en los Madriles. Les rematan el piso de 500 metros, valorado en cerca de 4 millones de euros, que será su futuro hogar, nada que ver con aquel en López de Ayala donde ella vivió los modestos primeros años de matrimonio luego alternados con su relación con el magnate Luis Cereceda. No acabó en boda porque una amiga se interfirió dejándola chascada. Aunque quedó bien forrada porque el dueño de Zalacaín es un señor de lo más rumboso además de íntimo -“casi un hermano”– de Montse y José María García. Mar y Begoña siempre siguieron el trepador ejemplo de escalada social de sus hermanas. Son de película y supieron hacerse un porvenir acomodado como le espera a esta rubia un poco a lo Nicole Kidman con la mirada fría de Sharon Stone. No sale beneficiada en las fotos: tiene clase, estilazo y prudencia, nada que ver con la grandeza física de una Carmen Romero que ha encontrado desahogador paño de lágrimas en José María Mohedano , último marido de la tierna y vendedora Nelsy Chelala . Arropa con pieles a lo mejorcito de Madrid y sus prendas lo mismo brillan encima de Nati Abascal o la recién casada María Palacios que en Juana Courel, penúltima de Fernández Tapias , o la semi cubana rubia Vivian Tablada , tía de la Elenita un tanto distanciada de Bisbal .

Los mejores

Navidades en puertas y todos expectantes mientras la crisis ni se nota. Fiesta va, festorro viene. Alardes como reclamo estimulador de gasto, ahí nos equivocamos, yo el primero. Pero lucida y etiquetada resultó la proclamación de hombres más elegantes con Flavio Briatore , il capo, magnificando a su pupilo Alejandro Agag ante una estilizada Ana Aznar que empieza a enseñorearse. Noche con abundancia de negros que es la tónica un tanto aburrida salvo en el extremado caso de Elisabetta Gregoraci, esposa del magnate, con medio cuerpo rosado al aire como para festín de un Capri más cálido. Oriol Elcacho, colocadísimo en las campañas mundiales con Kortajarena y Velencoso , fue el mejor maniquí, algo extensible a Eugenia Silva como mejor modelo, iba en marfil pijama firmado Armani. Acentuaba la frialdad que no entibia su novio, Paco de Borbón, el hijo de Marisa. Punset echó filosofía a la entrega hecha por Carme Chacón , lo mismo que Carmen Calvo reconoció los cincuenta artísticos de l Raphae al que representó Natalia con abrigo corto contrastador de etiqueta tan estricta. Una estampada Patricia Reyes vestida de primavera –un desenfoque o despiste–, proclamó mejor actor a Gabino Diego –lo es, lo es, qué cómico- mientras Pitingo, ese mix de Falete y Bambino fue mejor cantante. Raúl del Pozo –que no entró en lo de Felipe, Carmen y Mar- es el mejor comunicador, sólo hay que leerlo, mientras Kun Agüero, deportista sobresaliente respaldado por Enrique Cerezo. Laura Ponte recompensó los inventos electrónicos de Christopher Bailey . Aunque para juerga la que en Café de Chinitas montó nuestro equipo de la Copa Davis. Rebasó la típica timidez de un Rafa Nadalque nunca la muestra en pista, ahí arrolla. En su ambiente -casi un flamenquito al aire Pitingo– se movió Verdasco, a quien sólo le faltó hacer palmas con Toni May a, no dejó de palmearle el respingón culete, la pescailla chica, hija mayor de Antonio González , y con a Chunguit, hermana de La Chunga, fiel a sus pinturas naif. Feliciano López fue acosado por el cuadro, inició una rumbita sin quitarle ojo a María Santo s, que le sirvió de enjuague tras romper con la radiante María José Suárez , como ya había hecho en tiempos dejando a Alejandra Prat . No aguanta que le llamen niño porque carece de la pachorra de ZP demostrada cuando Emilio Sánchez Vicario le pidió un Ministerio de Deportes. Al jefe del equipo tenístico le llamaban esa noche ministro Sánchez, creyendo que el presidente lo escuchó como el piropo a María León. Kira Miró, Lucía Hoyos –¿qué hace?-, María José Suárez o la rehabilitada Raquel Rodríguez . Son la guinda aparatosa de tanta tarta ocasional, adorno imprescindible para superar la crisis como Lara Dibildos hace con estirones y rellenos faciales que la convierten en irreconocible, con lo mona que era. Me costó descubrirla tras lo último de Lola Casademunt . A fe que consigue mudar con mayor convicción que el cuestionado cante de Julián Muñoz por el que cobró 350.000 euros presuntamente embargados por la justicia cuando Javier Saavedra ya los tenía en su bolsillo. Va de pillos, pues eso, pícaros y malandrines.

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