Isabel Pantoja vuelve a escena

08 / 11 / 2016 Jesús Mariñas
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La cantante ha cumplido su condena de dos años en la cárcel por blanqueo de capitales y ya está en libertad. Ahora prepara su regreso a los escenarios con una gira y el lanzamiento de un nuevo álbum.

Por fin Isabel Pantoja ha saldado sus cuentas con la Justicia y tras firmar su libertad en el juzgado de Jerez, la folclórica vuelve con propósito de enmienda. A ver si dura. Sonrió bajo un pico de lunares, santo y seña folclórico muy “aquí estoy yo” protegida por Jessica siempre “a la verita suya”, Zeleste y la imprescindible Paqui. Su recuperada libertad acelera el lanzamiento de nuevo disco con veinte temas de Juan Gabriel. Reaparecerá con algún retoque facial que atenúa lo padecido en tres años prisionera por colaborar con Julián Muñoz en arruinar el ayuntamiento marbellero. Recuerden que le ingresaban 3.000 euros diarios y ella ignoraba su procedencia. Quizá lo supuso obsequio de algún admirador. Pero no, salía de las arcas municipales. Mayte Zaldívar también está en la calle. Y se desahogó: “Isabel Pantoja es la peor persona que pasó por mi vida. Nos engañó a todos”, presencié aquel aterrizaje en un verano marbellero cuando Julián era primer teniente de alcalde luego aupado a la alcaldía. Duró cuatro meses y fue echado por un terceto purificador pero igual de trincón con Marisol Yagüe encabezándolo y el Carlitos Fernández todavía desaparecido con
el botín.

La reaparición

Fue el principio del fin. Pero retomará su carrera y reaparecerá en el casino de Aranjuez. Luego vendrán Madrid, Barcelona y Sevilla con su lunita plateá. Su sello discográfico casi aparta la influencia de su hermano Agustín, el que durante siete meses le impuso nueva reclusión en Cantora. Ya no mediará en los contratos y asume responsabilidad su sello discográfico, Universal. No saben qué pasará con la prevista gira mexicana suspendida al morir su mecenas Juan Gabriel. Agustín era exigente con los cachés y pedía 150.000 euros por gala ahora rebajados parece que a 60.000. Gente de su confianza la oye preocuparse por cómo la recibirá la calle. Juan Pedro la maquilla desde hace medio siglo. Empezó cuando ella tenía 17 años y más patillas que la Jurado, a quien su peluquera y cuñada afeitaba las sienes para ganar frente. Rocío la hizo fija echando al reconocido Fernando Torrent para que viajase con ella y evitar a su hermano Amador oportunidad de parrandeo. Luchó por mantener unida a la familia hoy desparramada de plató en plató. Ninguno de los Mohedano se salva mientras Juan Pedro exalta su belleza. Volvió a mostrarlo en cómo la recompuso para la boda de Paquirrín.

No dudaron. Las eligieron las más del aniversario. Eran 30 años de una conocida revista femenina y juntó caras de ayer, de hoy o mañana. Olivia Palermo es sosería con éxito inexplicable. Apenas habló y contrastó con Gwyneth locuaz en su castellano aprendido en Talavera durante la juventud. Juntó a maniquíes que marcaron un tiempo. Los añorados 90 con Lyz Hurley, felizmente casada hace diez años con un millonario tras el engaño de Hugh Grant al que aguantó 13 años, y el rubio encanto casi platino de Eva Herzigova de blancas orquídeas al pelo. Lo mismo pasa con la muy plateada más que cuarentona Judith Mascó. O con Mar Saura, realzada en negro como muchas de las asistentes, aunque no fue el color predominante. Impactó Eugenia Martínez de Irujo entremezclando morado y dorado como la duquesa de Anjou se impuso en joyerío con un pendentif de infarto donde colgaban cinco esmeraldones. Les echó su ojo clínico Salvador Tous y su esposa ya encorvada, según atisbó James Costos, barbudo embajador estadounidense, ufano por dar su brazo a la oscarizada que ahora flojea en Hollywood. Vistió un Valentino nueva era cursilón: formaba un tulipán de tallo en falda de tiras y la corola sobre el pecho. Casi novecentista, nada que ver con la luminosidad de Ariadne Artiles, muy estampada cerca de Fonsi Nieto, que andaba apoyado en dos muletas. “He venido porque lo había prometido. Pero me duele”, lamentó bastante adelgazado. Vicky Martín Berrocal ganó la palma de esta afrenta en negro con bolero blanco, y la casi irreconocible Inés Sastre. Le cuesta mantenerse y sorprendió su traje rosa palo de escote hasta el ombligo. Noche de alardes pectorales hasta en la pavisosa Carolina Adriana Herrera.

Famosas de ayer y de hoy

Permitió repaso de quienes fueron famosas, tienen pasado y acaso futuro. La catalana sigue imparable tal si tuviera veinte años. Es lo de Bibiana, siempre imponente, esta vez con un Galliano de “al menos hace veinte años”. Lo actualizó con estola de zorro dorado y pulserones. Se arrodilló ante el Narciso Rodríguez de tantos kilos como creatividad tan depreciado en sus años Loewe. Lo evocó Enrique presumiendo de sus tres hijas. Pasmó su gordura igual que Andrea Pascual, recién casada con Bruno Gómez Acebo. Lo cambió e hizo padre. Un éxito marital como su esmoquin en granate.

Belén Rueda enseñó muslo, Mónica Cruz rebrilló en pailletes rojos y Laura Sánchez meneó renard argenté sobre fucsia. Alba Carrillo fue acompañada por Gabi, peluquero de Moncho Moreno. Exquisita negritud plateada de Eugenia Silva, ya más estilista que maniquí. Armani la adoró y se entiende, reconocían ante Lapo Elkan en terciopelo azul Kleim. Compitió con la apostura de José Mari Manzanares con esmoquin de solapas formando lunares a tono con el pantalón. Parecida pero inigualada combinación buscó Miguel Ángel Muñoz. El torero marcha a México. Inicia temporada pasando por Lima y Cali.

“¿Contento porque la Justicia decidió reabrir las plazas de toros barcelonesas anuladas por el Gobierno de Ada Colau?”, pregunté. “Sobre todo porque reivindica la libertad. Que vaya quienquiera, no hay que prohibir nada”, contestó. “¿Qué cartel haría para reabrir su Monumental?” –allí cantaron los Beatles en 1965 con los Sirex de teloneros y solo llenaron media plaza, yo estuve allí–. “Un imposible: montaría mano a mano entre don Antonio Ordóñez y mi padre. Fueron irrepetibles”. Por allí andaba el nieto mayor del maestro rondeño de quien solo heredó el apellido, no arte, mientras su hermano Cayetano rinde América, según me dijo Eva González bajo túnica blanca de pantalones. Lourdes Montes exhibió espalda, Fran engordó, se ensanchó o desfondó y el esmoquin se ceñía. Se impone comprar otro aunque no sea a medida ya desmedida, con lo juncal que fue. Rotundo, aclaró su relación con Isabel Pantoja: “En la boda de Kiko no hubo reconciliación ni nada parecido. Con Isabel seguimos como siempre hasta que nos devuelva lo que nuestro padre nos dejó de herencia”.

Vuelvo con la música a otra parte. Me sumerjo en el glamour de la noche festejadora en que reconocían la galanura del doctor Ángel Villamor. Encandila corazones como cuidando fracturas de ídolos deportivos o la caída de don Juan Carlos. Admiré los floripondios de Patricia Conde –otra guapa de ayer no sé si de mañana–, los antifaces de la deliciosa Caritina Goyanes, en verdes agrandándola, con Carla de rojo y cola mientras mami Cary optó por socorrido terciopelo negro con manga larga. Admiré el exceso mariposeo en la falda de Helen Lindes, casi tan excesivo como la casi cesta navideña que Vázquez endilgó a la belleza de Paula Echevarría, que puede con todo. Traje con cursis volantes por el hombro. Raphael fue sin Natalia y presumía de 73 años: “Ya no los escondo porque todo el mundo lo sabe”. Sigue en plena forma mundo adelante, subrayaron ante la siempre hermosa pero estoica –o acaso cauta o sosa– Sara Carbonero bajo poncho de gasa y flecos marabú, mientras Virginia Trocóniz posó exotismo en capa de lentejuelas negras. El Cordobés ya no confía en aproximación paterna: “Me cansé”, me dijo mientras no quité ojo a Nuria March, vulgar en corto nada solemne y muy cambiada de cara. ¿Qué se ha hecho?, preguntaban e indagaban con curiosidad.

Adiós a un pionero del corazón

Nuevo salto que me anima la pérdida del querido Agustín Trialasos. Luto en el corazón, donde fue maestro. La distancia no es el olvido, pero marché, más bien escapé, a Marrakech con los de Mar de plástico y La catedral del mar que curiosamente no filman en el Borne sino en la iglesia titular. Juvenil descubrimiento de cuanto conserva la ciudad del Atlas: desde su zoco tentador y exótico a lujosos restaurantes como el Palace, que suele visitar Cristiano en sus desfogues marroquíes. Le van. Vi fotos suyas bien acompañado. Asombra el hotel Es Saadi, ya superior al Mamunia donde estaban Begoña y Pedro Trapote. Incomparables. Lisi Linder, Andrea Trepat, Federico Aguado y Bore Buika –hermano de la jazzística Concha afincada en Miami– vieron cómo construyen el Museo St. Laurent. Lo abren el año próximo con cuatrocientos trajes, diseños, recuerdos y hasta sus gafas. Allí reposa bajo una columna romana al lado de su casa azul y amarilla. Era maestro de contrastes coloristas y eso me animó. Pero la distancia no es el olvido.

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