Fefé ayudó a Mar Flores a trabajar en la tele

19 / 04 / 2016 Jesús Mariñas
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Fernando Fernández Tapias, expareja de Mar Flores, movió sus contactos para que le dieran a su novia de entonces un programa en Canal Nou. La modelo presentó durante cuatro años un programa diario en la cadena pública.

Es Isabel Preysler una réplica acaparadora de Isabel Pantoja, tiene el mismo afán conservador, casi manía museística, acaparando los recuerdos de Miguel Boyer. Mira que medirlas por el mismo rasero cuando Preysler no se llevó nada de Julio, acaso porque entonces empezaban las ganancias.

Sin embargo, soportó las promocionadoras primeras giras americanas hechas en renqueantes autocares por un México tórrido. Comían bocadillos porque no había para más. Isabel ni rechistaba: compartía, sonreía y apechugaba con la mejor de sus caras, entonces aun de exótica nariz original, no la inexistente de ahora en que evita los perfiles, como Julio hace con su lado izquierdo. Era un mujer distinta, nada que ver con las rubias habituales en aquel Madrid que no creía en las posibilidades de Julio. Tampoco se lucró de Carlos Falcó, un grande que solo le dio un marquesado temporal y el cautivador encanto de Tamara. ¿Cómo igualarlas en supuesta ambición, que a Isabel no le faltó en su escalada social tal hizo la folclórica con los trajes y capotes que Paquirri legó a sus hijos? Treinta años después es una herencia aún no recuperada. Boyer lo dejó todo testado fijando cinco años para que su hermano y albacea Christian reparta en los próximos 60 meses. Muy largo me lo fiáis, denuncian Laura y Miguel junior, tremendo en sus descalificaciones: “Isabel dejó limpio a mi padre”, denuncia, ataca más que señala el airado junior amparado por su hermana y enterado de que en su última etapa con la Koplowitz debió de recibir un gran sueldo además de lo que vitaliciamente le correspondiese como exministro. Solo estuvo inactivo los dos últimos años. Ganó mucho y la enfermedad debió de cubrirla alguno de los múltiples seguros que tendría. Isabeles tan icónicas son incomparables y las apariencias engañan.

El divorcio de Mar Flores. Lo mismo ocurre con Mar Flores, su divorcio y la postura como pastueña –yo diría que liberada– de Javier Merino. Insisten que él dio el paso decisivo de una relación nunca firme pese a los 18 años unidos. Hay más, denuncia “deslealtad” tirando a dar al conde Lequio y su pelado excuñado y representante, Kiko. Con desfachatez e iracundia se lanza al cuello de “gente que tiene que rellenar horas de programación y páginas de revistas, esos que ahora venden una vida modélica y siguen teniendo que mentir y desprestigiar a los demás”. Torpe, olvida que desleal, traidora, engañadora y lo que quieran lo fue ella dejando herido, lastimado en su orgullo, con el culo al aire y listo para la feria abrileña a Fernando Fernández Tapias. Abusó de su ceguera amorosa, despreció la confianza que le dio, sacó lo que pudo –entre ello viajes, un suntuoso abrigo de martas cibelinas...– y la aupó socialmente. Mientras, en erotizada tomadura de pelo paralela ella lo rebajaba encamada con Lequio periódico en mano. Quería que se viese claramente la fecha de su felonía romana con el guaperas. ¿Y habla de deslealtad? Parece que el empresario naviero hasta utilizó sus influencas políticas para que le diesen algún programita en Canal Nou. Mar, guapa sin sustancia, aburría en una sección en el programa matinal de Ximo Rovira luego ampliado a media hora como La música te da la pista. Y tanto que la da. Era un concurso donde una canción orientaba sobre el objetivo a descubrir. Duró cuatro años. Antaño les ponían piso, estas iban de colocadas con mando a distancia. Así, el despilfarro de un canal económicamente sobrealimentado con las ganancias de Tómbola. De tal iba la cosa, el exceso y la desvergüenza. Los largos pasillos del canal bullían de rumores, indignación, sospechas y cachondeo.

La estrella más internacional. Era descarado y de eso sabe mucho Paco Arévalo, que con el invicto Bertín ha reaparecido en Barcelona por quinto año consecutivo. Son los reyes del Paralelo, que se reparten con Los Morancos y donde el ayuntamiento de AdaColau deja caerse de viejo el histórico teatro Arnau, que fue plató de Ven al Paralelo, presentado por Sara Montiel. Sus hijos Thais y Zeus han desbaratado el imponente ático después de la muerte de nuestra estrella más internacional. Pocos estuvimos en lo que nadie imaginaba despedida.

Recuerdo a Concha Márquez y Ramiro Oliveros, los niños ya tan grandes con su panda en la cocina y Sara hablando hasta las seis del día. Dudé de ir pero afortunadamente me animé. No me lo hubiera perdonado nunca. Thais y Zeus deshacen el piso en la calle Núñez de Balboa de Madrid, edificio de su propiedad con cinco plantas. Resulta excesivo para su juventud, auténtico museo de la manchega, donde un enorme eduardo naranjo verdoso colgaba al lado de un miquel barceló comprado a buen precio por Pepe Tous cuando era propietario de Última hora y dominaban Palma desde su chalé de Na Burguesa, donde dormí alguna noche. Allí, en solitario, Sara se bañaba en su piscina en auténtico y adelantado topless. Una madrugada, coincidiendo con Terenci en aquel paraíso, volvíamos de un estreno y Sara preguntó si teníamos hambre: “Os haré unos huevos fritos como los que en Hollywood le preparaba a Marlon Brando y James Dean durante mi primer matrimonio con Anthony Mann”. Al poco reapareció con una bandeja sobre cubertería de oro macizo de la que tanto hablaba y siempre cuestionábamos. “La compré en una de mis actuaciones en Rusia, donde no te dejaban sacar el dinero. Unos compraban iconos y yo me encapriché de la cubertería”.

¿Estará en el lote de este saldillo su apabullante babero con tres pisos de esmeraldas enramadas? Siempre lo escondía en un pañuelo de hierbas que viendo juntos a la Caballé en Viena levantó una ovación, o el tú y yo de brillantes de doce quilates un poco amarillos, tantas veces usado como broche y realce de sus filmes con guionistas como Antonio Gala. Todos cayeron en su cebo. ¿Estarán en venta las tulipas modernistas que coleccionaba Pepe y que acabaron atiborrando su primer piso conyugal de la plaza de España, vecino de donde hoy AlejandroAmenábar compra y compra apartamentos?

Ático excepcional frente al monumento del Quijote donde como vecino del piso cuarto tenía a Vicente Parra. Cuando los inspectores de Hacienda iban de registro, alguien los avisaba y veías a Sara, su hermana Elpidia, Vicente y la leal Isabel subiendo y bajando trasladando cuadros, pieles y joyas de casa de Sara a la de Vicente. Lo vi y hasta eché una mano con regocijo viendo tanto sudor, un esfuerzo o miedo pecatta minuta, nada que ver con lo de Panamá y aledaños. Sara, a la que con ayuda de la alcaldesa Ana Botella organicé el adiós popular en Callao, acabó vendiendo el piso en 38 millones de pesetas al exministro García Vargas. Y la tuvieron gorda, porque él pretendía quedarse unas puertas incrustadas de marfil y nácar que la estrella trajo de China. Eran pórtico de su dormitorio y su rifirrafe reclamador parecía la divertida Kiki de un Paco León imparable como director.

Fresca, alegre y veraniega. Impusieron a los invitados vestir floreados, ramajes, frutas, aires tropicales: así su hermana María lució pantalones con fuegos artificiales, Macarena Gómez recurrió a las palmeras, la goyarizada Natalia de Molina se estampó en orquídeas, Verónica Echegui se estilizó bajo túnica amarilla con flores blancas, Belén Cuesta optó por enormes amapolas, de rojo Clara Lago exaltó como encantador sin barba a Dani Rovira. Pero las superó rompiendo esquemas y prescripciones Mariola Fuentes con soberbios zorros rojos mientras el reunidor impactó con traje de motivos hindúes. Resultó una luminosa pasarela, prólogo estival contraria a lo vestido en el Teatro Real para escuchar a Ainhoa Arteta: el ya octogenario marqués de Griñón aprovechó para presentar socialmente a la nada vip Esther Doña. Fue con casquete negro hasta las cejas como para esquiar en St. Moritz, donde Alberto Cortina lo hizo con Mirian Lapique amadrinando a los enamorados Fefé y Mar. Iba escayolado hasta por encima del codo, un resbalón de tantos. Pareció despropósito tanta negrura más entendible en Miriam de Ungría, animó el no superado luto “cuesta, cuesta” con bolso rojo, una señal de recuperación.

Bautismo televisivo. Mientras Mónica Cruz sorprendió. Y hasta despistó, porque algunos ni la reconocieron facialmente al compartir bautismo televisivo con Rafa Amargo, Manel Fuentes y David Bustamante. Busca éxito que lo relance. Es el caso de Alba Carrillo promocionando un anticelulítico, de Mar Saura escotadísima y con rotura pechuguera cosida allí mismo al galenizarse a la francesa, y de Cristina Pedroche, que sube cual espuma.

Resumo, corto y respiro: cualquier parecido de Preysler y Pantoja es pura coincidencia: calmosa una y de tronío la otra, misticismo frente a desgarro. Dónde tienen los ojos, el gusto o el sentido.

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