Espartaco quiere volver con Patricia Rato

27 / 05 / 2011 0:00 Jesús Mariñas
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Después de rencontrarse con su exmujer, el torero reconoce a un íntimo amigo que la madre de sus hijos es y será la mujer de su vida.

Causan expectación no exenta de morbo, su amplio círculo los quiere mucho. Tras las últimas declaraciones del torero a su íntimo Enrique de Miguel Fernández mientras compraban el regalo nupcial -dos cuadros de casi 3.000 euros- destinados a la hija de Carmen Tello y el marqués de Valencina, Juan Antonio se desahogó. Quizá lo estaba necesitando y fue ramalazo emotivo provocado por las seis horas pasadas con la madre de sus tres hijos en la primera comunión del niño pequeño, el único de los hermanos que desconoce la trascendencia del paso separador: “Le hemos contado que la ruptura es consecuencia de la retirada profesional de su padre. Que tiene una especie de trauma y necesita distanciamiento”, me cuenta Patricia recién llegada de impactar en París concurriendo al importante desfile de Mango en los altos del Centro Pompidou.

La capital francesa se rindió a la económica y resultona moda española mientras a Amancio Ortega parece que no le permiten abrir otra sucursal de Zara en los Campos Elíseos, donde ya montó dos. Nuestros empresarios van a por todas, de ahí que Isak Andic echase el resto para su presentación en la capital que fue cuna y auge de una alta costura que apenas sobrevive. Despedir al casi español Galliano supuso estertor definitivo tras las sucesivas jubilaciones de Rabanne, Hubert de Givenchy o un Balmain que respectivamente creaban para los perfumeros Puig.

Patricia Rato, siempre impoluta de modales, comportamiento y actitud, nunca se desmelena pese a sus largas guedejas rubias perfectamente onduladas para la comparecencia del Pompidou. Abundó la competencia en la que ni se fijó. Ella está por encima de intrigas de camerino. Pero no de un runrún popular que la agobia: “Fue excesivo y agotador mantener el tipo a lo largo de las seis horas que duró la ceremonia y su celebración”, debía cuidar y procurar que ningún gesto revelase la tensión -¿también pasión?- que contenía al juntarse con su ex tras dos años sin hacerlo.

Una posible reconciliación.

Hubo y retienen, no cabe duda. Espartaco abrió su corazón al amigo: “Es y será la mujer de mi vida”, soltó como quitándose un peso de encima. Yo se lo conté a Patricia, que ahora colabora en una revista femenina, donde su recién llegada directora le “insufla mucho ánimo”. “Hacer periodismo fue una ambición irrealizada por mi matrimonio. Es una profesión que siempre me gustó”, dice, y de casta le viene, porque la familia fue propietaria de una cadena de radio de las que marcan época.

“Así las cosas, sabiendo que Espartaco suspira por ti o el bienestar casero perdido, ¿volverías con él? Debe de resultar satisfactorio saberlo, casi una compensación sentimental”. “Puff, no lo sé. Necesito tranquilizarme y recuperar serenidad tras dos años horribles. No sabes lo que han sido, tensión, desprecio, humillaciones, y verme protagonista de historias que ni olí”. “Pues muchos certifican lo del talaverano Javier Moro, Pavito, con el que supuestamente compartiste estancia en un parador nacional extremeño”. Ella ríe quitando importancia al comentario. “Llegué a no poder dejarme ver con los amigos, lo que es Javier. Solo eso, pero lo han deformado. Viví asustada. ¿Que si volvería con Juan? Preciso tiempo”, afirma, y la veo indecisa, al tiempo satisfecha porque sigue queriéndolo tras esos 20 años inolvidables donde, como en cada casa, hubo de todo. Su fuerza moral y educación católica soportaron demoledores vaivenes. Pese a su aspecto frágil es mujer de carácter, entera y resuelta, mientras define al torero como “acero con guante de seda”, si lo sabré yo.

Lo de Macarena Bazán y otras presuntas parece más que superado y la pareja volverá a encontrarse ya en la boda sevillana que prodigará reunión de parejas célebres: Curro y la Tello; el duque de Huéscar y Mati Solís; que es tía de la contrayente; Cayetana y Alfonso, casi en presentación oficial ante una multitud que imagino enfervorecida porque la duquesa es el principal motivo promocionador de Sevilla aunque ella nació en Madrid.

Porque si Patricia tornó de la capital francesa con la impresión de impactar con refinada suavidad física nada agresiva, allí se impuso el aire desenvuelto, firme y reivindicado de la imponente Kate Moss, nueva imagen publicitaria de Mango tras la quizá menos impactante de Scarlett Johansson. El barcelonista Piqué encanta en su versión masculina, quizá evitando un sexy que chorrea el blaugrana encajando perfectamente con la trepidación de Shakira. París fue doble pasarela que Nati Abascal acaudilló, agrupadora bajo transparentes tules negros conformando lunares, y donde Genoveva Casanova empezó a explotar que acabó lo suyo tan exhibicionista con Gonzalo Vargas Llosa. Una cantinela que 48 horas después repetía presentando una pulsera solidaria de Clocrón siguiendo el buen ejemplo de marcas como Suárez, un tanto decaído promocionándose con Isabel Preysler o una Adriana Abascal exultante tras liquidar su romance con el francés Mathias. Vistió de rojo para dejar rastro igual que Terry Richardson, autor del spot publicitario de Moss. Contaban que siempre los plasma exhibicionista en alguna foto de las que baten récords y Kate sonreía como avergonzada, nada más lejos de la realidad en quien tan curada está de espantos y virtudes falsas. Kate fue la única con vestimenta desinhibida realzada con vaqueros.

Contrastó el aire modoso de Nuria González que está con salidas imparables en un programa social extensísimo, o Jaime de Marichalar, casi hermanado con el duque de Feria en blazer azul pavo real. Tan solo se diferenciaban en el tono contrastador de sus corbatas. Pero mantienen, adoptan y actúan con el mismo aire robotizado como si les dieran cuerda.

Laura Ponte, con su aparente aire de pirada permanente, alejada o por encima, marcó pautas con su conjunto amarillo canario sobre sandalias romanas. María García de la Rasilla continúa como musa de Mango, Andic siente por ella una predilección que no prodiga al resto de concurrentes. Componen un espléndido equipo.

Y mientras Patricia vela armas ante el qué será-será, el auge de la moda barcelonesa también se hace eco del enfrentamiento tenido y también mantenido por dos bellezones al vestirse de novias circunstanciales. Lo suyo no eran celos parejiles sino profesionales. Lo nunca visto, la rusa Irina tan volcada con Cristiano Ronaldo frente a Karolina Kurkova, una de las reinas recuperadas por las pasarelas.

Duelo de maniquíes.

Las juntó y distanció Pronovias cerrando así el ejemplar Barcelona nupcial que organiza marcando pautas, estilo y buena organización. Barcelona retomó así su supremacía histórica en lo textil. Desfile dentro y fuera de los 40 metros por ocho que componían la grandiosa pasarela montada en el Palacio Nacional de Montjuic, también sede del Museo de Arte de Cataluña. Y si Rosa Clará festejó Moët en mano en los patios góticos del Museo Picasso, ¿imaginan algo similar en el Prado siempre prohibido a celebraciones así habituales en el Met neoyorquino o L’Ermitage de San Petesburgo? Pronovias impuso la grandiosidad que remata con sus cúpulas la cima de Montjuic. Panorámica única sobre la Ciudad Condal, que encandiló a las ya casi gemelas -aunque de padres diferentes- Tamarita Falcó y la más contenida Ana Boyer. Las acerca el aire materno tan bien asimilado menos en el momento de cruzar las piernas: mientras la hija de Griñón las cruza muy recatadas y perfectamente montadas a la izquierda, su hermanastra y benjamina del variopinto clan lo hace una sobre otra, como despreocupada y mostrando rodillas y muslamen. No tienen ni prodigan el aire siempre exacto y sin peros de madre Preysler que ya parece su hermana a fuerza de cuidados semanales en el instituto de Maribel Yébenes.

Pero a lo que íbamos. Irina ni saludó a Kurkova pasando del arrobamiento permanente que la colocadísima maniquí tenía con su marido, Archie Drury, padre de un hijo único que la tiene “loca”: “Estoy deseando tenerlo en brazos”, dijo. Tras Barcelona se dejó ver por el festival de Cannes. Iba de estrellón y desbancó a Irina, muy opacada bajo moño, al punto de que en el ensayo la prensa gráfica ni la reconoció: “¿Cuándo aparece Irina?”, demandaban perplejos deseando inmortalizarla. “¡Pero si ya salió, abrió el desfile en su preparativo!”. Desfiló con gesto duro, mirada hosca o casi rencorosa sin disimular envidia admiradora ante lo airosa que siempre resulta la recuperada Karolina, felizmente retomadora en pasarelas tras su aún coleante maternidad. La novia del merengue es buena modelo fotográfica pero carece de experiencia como maniquí, que no es lo mismo, cautiva con su verde y translúcida mirada siempre desafiadora. Pero no da la talla desfilando. Carece de luz, seguridad y fuerza que realce los modelos, aunque Palatchi la revistió para la apoteosis con un vestido con plumas de avestruz más ajustado que el de su competidora. Una orgía de buen gusto, originalidad y cierto clasicismo.

Pepe Botella, cámara en mano, no precisó retocar el resultado espectacular con lluvia final de pétalos que impactó al president Mas y a su siempre risueña esposa Helena procurando que no la retratasen engafada. En una primera fila excepcional Ana ex Bono destacaba sobre cuatro volantes de favorecedora gasa gris, su hija Amelia bajo túnica plateada, tal si fuera un viejo Rabanne, con su esposo, Manuel Martos, siempre circunspecto y como pensando en Beethoven. Julio José Iglesias muy atento con la futura de Carlos Baute, Astrid Klisans con brillos cremosos palabra de honor, frente al gris plateado de Tamara. Amaia Salamanca casi bisaba modelo en negro, doblemente feliz, porque protagoniza la primera película española de terror en 3D y la empalmará con serie para Antena 3: “Otro folletín de ambientación histórica”, me anticipó mientras mantiene su más que romance ya unión con Rosauro Baro. No pasó por alto el detallazo igualador de estaturas de Cherisse, novia de Julio José, calzando bailarinas plata para no superar a su engominado y siempre risueño novio.

Estilazo en la Pasarela Gaudí.

Claudia Ortiz Domecq y su hermanastra Ana Cristina Portillo Domecq, hija de Bertín y la inolvidable Sandra, impusieron estilazo en tonos azules, el de la peque conformaba rombos componedores de falda. Un trabajo tan complicado como los receñidos fruncidos de Malena Costa, que se dejó ver con su novio, Carlos Puyol, concurrente a última hora con Piqué. Llegaba del lago Como donde se dio más de un lote con la rutilante Shakira. Hablaban de la mulata Godeliv como modelo revelación, de Alejandra de Rojas como exquisitez digna heredera de la condesa de Montarco, incluso emparejada a una Carla Royo sin el aire sofisticado de su madre. Se ahuecaba más aún, si eso es posible, bajo acanalada falda de tules rosas, detalle muy observado por la casi miamera Rosa Sugrañes, que está alicatando hasta el techo toda la Florida tras hacerlo con baldosas en los laterales del campo azulgrana. Una mujer de empenta como dicen por Cataluña. Susana Gallardo, en rosas, fue la anfitriona hecha perfección. Lo destacó alguien tan relaciones públicas como Carlos Martorell que fue con la decoradora Estrella Salietti, que asombró con su conjunto de diamantes negros como Chus Ezquerra luciendo creaciones propias muy auríferas.

Y si en París, que era una renovada fiesta, Genoveva Casanova se mostró luminosa pese al dolor de su alejamiento amoroso, en Madrid apareció casi cariacontecida por tal motivo. “Gonzalo siempre será fundamental en mi vida, nunca lo olvidaré”, las mismas palabras que luego usaría para Cayetano Martínez de Irujo, el padre de sus gemelos. Habló confiada de su madre, parcialmente recuperada “al punto de que ha vuelto a maquillarse tras el ictus sufrido”. Con ella pasará todo el verano en México, que está a un paso de Nueva York, donde reside habitualmente Gonzalo, “¿has pensado en una escapadita?”. “Dios dirá, la lejanía y no el desamor ha rematado nuestra relación”, me dijo bajo gesto incontenible casi hipador. Casi me inspiró tristeza ante lo animado que quedé tras hablar con Patricia Rato y confiar en un futuro reconciliador. Qué trote de corazones.

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