Cristiano Ronaldo prepara su boda con Irina

31 / 01 / 2014 13:22 Jesús Mariñas
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¡Gracias!

La novia del futbolista del Real Madrid ya no está en guardia permanentemente, se muestra comunicativa y no rehúsa responder a preguntas sobre su relación.

Rencontré a la espectacular rusa realmente transformada, y se lo dije. Parecía otra conservando la rabiosa luminosidad de sus ojos azules que traspasan, atraviesan o remarcan humor, ánimo y posiciones. Son reflejo de un carácter indómito que a veces choca con el de Ronaldo. Irina Shayk ya no está en guardia permanente, lista para el contrataque o a la defensiva, como era habitual en sus primeros años con el jugador. Se muestra comunicativa y relajada sin rehuir preguntas sobre su relación ya firme, estabilizada y con futuro. Pisa segura el terreno sentimental ya con planes casamenteros a la vista. Irradió tranquilidad como imagen de Desigual en los desfiles barceloneses, hasta dónde llegó desde su afincamiento madrileño compartiendo casa, vida y aspiraciones con el portugués de su vida, ese ídolo de masas.

“¿Cuál de los dos es más estrella?”. “Entre nosotros no hay lucha de egos. Compartimos la vida y el trabajo. Uno anima al otro, que es lo que cabe esperar de tu pareja. Nos alentamos mutuamente”. “Te llevas bien con tu suegra y el hijo de Cristiano, prueba evidente de tu adaptación”. “No me cuesta ningún trabajo. Cuando estás enamorada, y de eso no hay dudas, aceptas todo lo concerniente a tu pareja. Es de abecé”.“¿Hacer cine está en tus proyectos?, cada vez tienes mayor parecido con Angelina Jolie”. “Probé el año pasado haciendo una pequeña colaboración. Pero me queda mucho que aprender, eso no tiene nada que ver con ser maniquí o modelo. Estudio propuestas pero sin darme prisa en resolver”, declaró, con la Barceloneta invernal como fondo. Semeja un escenario crepuscular de película romántica animado con el colorido de la firma que ya tiene cuatro tiendas en la Quinta Avenida neoyorquina y superó el impacto que, vía camiseta de Julia Roberts, causó Custo Barcelona, que ahora se relanza intentando recuperar mercados ya sin crear prendas tan desenvueltas, cómodas y emblemáticas del diseño catalán.

“Nos equivocamos al bajar los precios”, reconoce el creador entonando un sorprendente mea culpa. “El cliente no lo entendió, aun beneficiado en sus compras, y pensó que también se reducían la calidad y el impacto. Por eso dejé de fabricar en Asia y retomé la producción catalana”. Cambios también en Mango, otro monstruo de nuestra industria, una de las tres firmas que, con Desigual y Zara, copan el mercado internacional. 

Sucesor en Mango.

Ellos sí son marca España. Su staff varía y rejuvenece: donde Isak Andic era promotor omnipresente, ahora figura Jonathan, su joven hijo y ya heredero. Él firmó la cita a la muestra barcelonesa que inauguró estos días de moda, recuperando el vetusto e imponente mercado del Borne, enorme armazón de hierro forjado como ideado por Eiffel. Su rehabilitación alzaprimó lo más recóndito del Barrio Gótico, que minimiza el madrileño Madrid de los Austrias. Se ha convertido en lo más de la Ciudad Condal y en torno al Museo Picasso recuerda el Marais parisiense. El mismo sabor historicista recreado en La catedral del mar o Victus, novelón exaltador más que revelador, de lo que pasó en 1714, ahora de tricentenario políticamente jaleado con anhelos independentistas que enarcan más de una ceja. El tema era runrún permanente en los corrillos, donde comentaban la falta de diálogo en las alturas presidenciales o lo vivido –acaso también padecido– por el veterano Andrés Sardá al registrarse, cara a los inminentes desfiles del fashion-week en la Villa y Corte.

Deben anunciarnos como “Sardá meeting Barna”, solicitaron orientadores, y casi les da un patatús la réplica oficialista del clan que encabezan Fermín Lucas, Álvarez del Manzano y Cuca Solana, ¡ay qué trío!“No va a poder ser porque es un desfile en Madrid”, argumentaron para la absurda negativa anunciadora. Y tal se lo informaban a Mo Samaranch, lógicamente dolida porque el Ayuntamiento votó su rechazo a poner a una calle ciudadana el nombre de su olímpico padre, ¡con lo que Juan Antonio maniobró por lograr aquellos insuperables Juegos Olímpicos! Al tiempo repasan físico, sus llamativos y hasta inadecuados pantalones en pata de gallo blanquinegra y el permanente rictus restirado tan infrecuente y sociable en su dulce y paciente madre, la insuperable Bibis Salisachs, de elegancia perfecta, siempre remarcada por el hoy ya casi centenario Manolo Pertegaz. Además de modista, era su íntimo y confesor.

En el vecino Kafka, que parece una brasserie, que encanta a Carmen Martínez Bordiú, Laura Vecino, bilbaína duquesa de Feria, se recargaba de joyones Aristocracy ante Fiona Ferrer hablando de macroalimentos depurativos del histórico Herbolario Navarro, en panda con la explosiva Vega Royo Villanova, más espontánea que su rosada hermana, la princesa Carla y María Fitz-James Stuart, que estrenaba melena corta y remorena. Desmenuzaron cómo el juez da a la duquesa de Montoro la custodia de su hija dejando a Rivera Ordóñez con un palmo de narices y pataleando. La nuera de Nati Abascal no encontraba palabras con que justificar la baja de su marido, Rafa Medina, como comentarista mensual de moda en una revista pour homme. Allí orientaba y respondía enderezando dislates como la largura de manga que debe sobresalir en una camisa–un centímetro–, el ancho de los pantalones o su gusto por el cachemir por encima de lanas y fibras. 

Eran coincidentes desde la escotada Malena Costa –aparentando estar refeliz por la reciente paternidad de su ex, el culé Puyol– a una Dolly Fontana, cara vendible y siempre risueña del hotel Mandarín que alojó a Isabel Toledo, cubana modista de Michelle Obama en su debut europeo, ya emblemático del superlujoso Paseo de Gracia, donde se agrupan desde Hermès a un Prada con tiendón recién abierto. Supera lo nunca visto frente a nombres tradicionales de la paseada zona, como Santa Eulalia, en cuyo ático tienen casa Marta Ortega y su asturiano jinete, o el Loewe que años atrás se cargó una fuente modernista para lograr fachada con mayores escaparates. Resulta reprobable historia de desmanes ciudadanos como los que el alcalde Xavier Trías resaltaba ante el desfile Mango sobre las ruinas encontradas al remover el mercado para convertirlo en un centro cultural: tal en las páginas de Victus resurgieron muros medievales abatidos en 1714 al luchar contra el primer Borbón. Aún escuecen.

Un marco insólito.

Estos restos perfectos, recuerdo de aquella Barcelona, nos impactaron. Si no tiene problemas de alturas, las vistas desde la cúpula parecen algo de ciencia ficción, y fue insólito marco para desfiles de distinta creatividad, donde aplaudieron desde una Paloma Lago blanquinegra con mini shorts a una receñida Sylvie Vanderhart maquillada en exceso. Paloma reveló a Mar Flores, crecida por unos altos tacones bajo llamativo abrigo turquesa, que prepara vuelta televisiva. Lo hizo ante al enamoradizo Diego Osorio, otro ex, más amigo que amante de Eugenia Silva. Está ya de siete meses, tal Myriam Yébenes, hija de quien tanto restaura, cuida y mantiene los caretos patrios. Recién llegaba de audiencia colectiva en el Vaticano con Nuria Fernández Tapias, guiadas por Cary Lapique, que ante la crisis hace de todo, un roto o un descosido, igual que la mayoría. A Yébenes el monseñor de turno le ha prometido que el papa Francisco bautizará a su retoño. Lo hará, no por obra y gracia del Espíritu Santo, que parece superado por las innovaciones del Pontífice, sino de la auxiliadora mano que en Roma tiene permanentemente  extendida Paloma Gómez Borrero ora pro nobis. Osorio lució sorprendente moño capilar, su casta puede con todo, opinaron ante un Jaime de Marichalar reblandecido por su cuello de oscuras cibelinas rusas firmado por Nelsy Chelala. El exduque de Lugo –los yernos pierden el título como otros la cabeza– solo recibía parabienes. Despistaba como despegado de rubia aparente y discreta. Van inseparables, como Stephane Rolland parece estarlo de un Rafa Amargo al que sentó destacado en su coleante desfile parisiense. Amargo estrena espectáculo en el reducido Latino del Teatro Principal, el más antiguo de Europa. 

Iba de evocaciones propiciadas por tan infrecuente pasarela, donde confirmaron que Jon Kortajarena rompió su exclusiva con Eduardo Sallas, que lo encumbró de figura. Lo comentaron ante el consellerFelipe Puig, que flanqueaba a una Helena Rakosnik adelgazada por pantalón negro. Muchos la llamaban presidenta y ella bromeaba: “¡Pero si ni presido la comunidad de mi escalera!”. Habló mucho con Rosa Tous, siempre alardeando de brillantes al aire. Son gordos y por eso destacan en su desnudez sin apoyatura aurífera, calibraban ante Boris Izaguirre, que bromeó acerca del secesionismo como la Tous, que comentó con la risueña presidenta. “Te habrá pedido que pongas las cuatro barras sobre el oso tan representativo de marca”, ironizaron y ella mantuvo la guasa como la hija de Kim Basinger y Alec Baldwin

El traje masculino largo hasta el tobillo sobre deportivas blancas es tendencia de París e Italia, como la aplaudida línea violeta para talluditas por encima de la talla 40. Un alarde de Mango. Tras los pases del ibicenco River Vidi, aún veinteañero novio de Paris Hilton, andaban Jana Pérez y Silvia Casas, incesante en el fumeteo con un Alex Stilles que apoya el ansia renovadora que relanza a Custo como en Madrid lo hicieron otros vips para despedir ese  impactante El tiempo entre costuras

Un final de serie. 

Tal hicieron desde Ana Rojas, Ana María Polvorosa y Kira Miró o la incombustible Beatriz de Orléans, que lanza libro sobre el lujo aunque vive realquilada –¡dichosa crisis!–, la adelgazada Marisa Jara, con kilos perdidos remarcados en encaje negro, a una más informal Patricia Olmedilla, duquesa de Terranova y Ana Fernández con incitante transparencia de Chantilly. En Suiza se celebró el Salón de la Alta Relojería, donde se presentó el nuevo reloj de la marca IWC apoyado por Adriana Lima, un Figo superconservado sobre zapatos bicolor muy estilo Chicago, una guapa Karolina Kurkova azulada cual fondo marino, la actriz estadounidense Susan Sarandon cegata pero en loor de multitudes aspirando al Oscar y el torero José Mari Manzanares. Tras dos años sigue con la muñeca izquierda escayolada y lo jalearon a los gritos de “¡torero, torero!”, como en abrileña tarde maestrante de las que marcan época. También Barcelona lo hizo en estos desfiles sobre reivindicadas ruinas recuperadores de un pasado que intentan revivir. A ver si lo consiguen.

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