El proyecto del poema preferido

24 / 04 / 2013 13:10 Ignacio Vidal- Folch
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En 1997 el poeta Pinsky fundó un proyecto que invitaba a quien quisiera a leer ante una cámara sus versos preferidos.

Un día, hace ya bastantes años, vi a José Agustín Goytisolo en la tele, en primer plano, recitando su poema A veces. La cara del poeta llenaba por completo la pantalla mientras iba recitando verso tras verso y parecía que te mirase con una mirada y una seriedad mesmerizantes. Fue eléctrico. Fue asombroso. Fue una experiencia inolvidable. El poema en cambio lo he olvidado por completo salvo el último verso, que dice: “A veces, sólo a veces, gran amor”. Ahora para escribir este artículo he buscado el poema A veces, y lo he encontrado muy fácilmente en Internet, y compruebo que algunos de los versos son buenos, otros son peores, y en conjunto no me ha impresionado tanto como cuando vi a Goytisolo recitarlo, en la tele. Su presencia física, su cara, que por otra parte no era una cara muy interesante, le daba a su pieza una fuerza suplementaria, un acento de verdad. Y además los poemas, como se sabe, es mejor leerlos en voz alta, ese es el origen de la poesía. La verdad es que escuchar a un poeta recitando durante una hora puede ser una tortura digna del purgatorio, y si el poeta es Margarit, la experiencia ya puede calificarse de infernal. Pero un solo poema –siempre que no sea de Margarit, insisto– puede ser algo sensacional, sobre todo si el que lo recita tiene con esos versos una relación especial. Puede comprobarlo usted, lector, si entiende inglés: en 1997, cuando al poeta norteamericano Robert Pinsky le nombraron “poeta laureado” y consejero sobre poesía de la Biblioteca del Congreso, en Washington, fundó el Favourite Poem Project (“Proyecto del poema preferido”), dedicado a celebrar, documentar y estimular la presencia de la poesía en la vida de los ciudadanos estadounidenses. Se abrió un periodo de un año durante el cual se aceptaba la colaboración voluntaria, espontánea, de cualquiera –gente de todas las clases sociales y estamentos, de diferentes niveles de educación, catedráticos y taxistas– que se ofreciese a leer ante la cámara de vídeo su poema preferido y a explicar por qué lo era, y qué tenía que ver ese poema con su propia vida. Se apuntaron 18.000 voluntarios solo el primer año; esa gente anónima explica y recita sus versos preferidos, los versos en que se sienten representados y comprendidos, de una forma que no podría hacerlo ni un rapsoda, ni un poeta, ni un crítico, ni un académico. De ahí salió una web fascinante, Favourite Poem Project, y también una colección de libros, de antologías, una serie de DVD, varios programas para las bibliotecas y para las escuelas y, en fin, una herramienta formidable para la educación humanista, para la educación en la literatura y para la revitalización y difusión del legado lírico. Sería relativamente fácil y barato, me parece, hacer algo así en nuestra lengua. Yo mismo me ofrecería a leer y comentar por qué me gusta tanto el soneto de Góngora a don Cristóbal de Mora, que termina así: “Hilaré tu memoria entre las gentes, / cantaré, enmudeciendo ajenas famas, / y votaré a tu templo mi camino”. Y usted que me lee, dígame: ¿cuál es su poema favorito? ¿Uno de Pessoa, de Ausias March, de Juan Ramón? ¿Y por qué ese precisamente? Seguro que usted sería capaz de explicárnoslo y de leérnoslo, y que nos gustaría mucho oírlo.

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