El papel de García-Margallo

23 / 09 / 2015 Agustín Valladolid
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El ministro le ha dado un repaso a 41 artículos de la Constitución buscando un mejor encaje de Cataluña, pero le han mandado callar

John Grimond, el jefe de colaboraciones de The Economist, escribió sobre nacionalismos en el número anual que edita TIEMPO en colaboración con la revista británica: “El nacionalismo es el ismo que mejor ha soportado las guerras del siglo XX, pero ahora es el momento de aplacarlo o al menos de canalizarlo hacia actividades más inocuas, como el ping-pong (...). Tanto los inmovilistas como los separatistas deberían prestar menos atención a sus banderas y relatos fantásticos”.

No parece que Artur Mas le haya hecho mucho caso a nuestro colega. Al president en funciones no le gusta el ping-pong. Prefiere el frontón, con la particularidad de que él no es el que juega, sino la pared en la que todos rebotan. En parecida posición se ha instalado el Gobierno, el de toda España, solo que este tiene de su lado la ley que el dirigente catalán desdeña y amenaza con incumplir si alcanza la mayoría absoluta en el Parlament que salga de las urnas el 27 de septiembre. La ficción independentista es lo que alimenta el inmovilismo de Rajoy, y no al revés. No perdamos el sentido de la realidad, retorcida durante años por la maquinaria propagandística del independentismo.

Es tal la eficacia de la fabulación que son muchos los que aceptan como intachable ejemplo de práctica democrática las cuentas que se hacen Mas y Junqueras: mayoría absoluta de escaños entre la lista única y la CUP e inmediata puesta en marcha del proceso hacia la independencia con el apoyo de poco más del 35% de la población con derecho a voto. Son datos de la encuesta encargada por Junts pel Sí: 1.866.071 votos a favor de la independencia; la suma de los que votarían en contra o se quedarán en casa se aproxima a los 3,4 millones. La sobrerrepresentación de la Cataluña más arcaica, en detrimento de la más urbana y activa, es la baza del independentismo para obtener la mayoría absoluta en escaños. Pero venden lo contrario. Para el cuentacuentos nacionalista la independencia es lo moderno, y contar o no con la mayoría de los votos no debe ser obstáculo para imponerla.

Pase lo que pase el 27-S la situación hacia la que parece estamos abocados es una Cataluña partida en dos acompañada de un incremento de los españoles que se abonan al desistimiento. El “que se vayan si quieren” gana adeptos. Solo unos pocos trabajan para evitar lo que ya parece inevitable: un distanciamiento empobrecedor, dramático en términos sociales, ruinoso en clave económica. Desde la llamada “Tercera Vía” aún se cree en el diálogo: un acuerdo sin vencedores ni vencidos.

Financiación “singular”. A esa conclusión puede haber llegado el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, uno de los pocos miembros del Gobierno aparentemente dispuestos a hacer política, a sobrevolar la dictadura de la tecnocracia imperante en esta legislatura. A García-Margallo le encargó Rajoy elaborar un informe sobre una posible reforma de la Constitución. Le salieron 41 artículos a revisar, entre ellos el 155, sobre la suspensión de una autonomía en caso de incumplimiento de sus deberes legales; el 149, sobre las competencias exclusivas del Estado; el 69, relativo al Senado (Margallo propone reducir el número de senadores a 175 y convertirlo en una verdadera Cámara de representación territorial); y la adaptación de otros catorce a las directivas de la Unión Europea.

En ese paquete a Cataluña se le hacen varios guiños, entre ellos suavizar la política del Gobierno en capítulos tan sensibles como la inmersión lingüística. Pero hay más. En 2016 toca nuevo modelo de financiación autonómica. El titular de Asuntos Exteriores no propone el Pacto Fiscal que exigía Artur Mas, pero sí alternativas que pueden satisfacer a muchos catalanes, sean o no independentistas: cesión a todas las comunidades de la recaudación por el IRPF, Sucesiones, una parte de los impuestos armonizados y especiales (salvo carburantes).

Quedarían en manos del Estado la fiscalidad sobre el ahorro, rendimientos empresariales, así como el IVA o Sociedades. Se crearía un fondo de solidaridad interterritorial pero respetando el principio de ordinalidad reclamado por Cataluña e incorporado por el PP en su programa electoral para las autonómicas de 2012: una financiación “singular” que responda “al objetivo de resolver el problema sistemático de insuficiencia financiera de la Generalitat para atender a sus competencias”.

A García-Margallo le han mandado callar. Su papel sigue bajo siete llaves en algún cajón de Moncloa. No es el momento, le han dicho. Y puede que sea verdad; primero toca medir las fuerzas. Pero antes o después habrá que enseñar todas las cartas. Las fantasías no se combaten con más fantasías, sino con nuevas ideas que busquen lugares de encuentro.

EL TC CUBRE EL VACÍO LEGAL

La decisión de reformar la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional para que este pueda sancionar a quienes incumplan sus sentencias, la tomó el Gobierno tras evaluar el riesgo de que Artur Mas y sus compañeros de viaje aprovecharan el vacío legal que se producirá tras convocar Mariano Rajoy elecciones generales. La opción de activar el artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía catalana requiere el apoyo de la mayoría absoluta del Senado, mecanismo imposible de utilizar al estar disueltas las Cámaras. 

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