Temor al volcán nuclear norcoreano

09 / 05 / 2017 Alfonso S. Palomares
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Las beligerantes declaraciones de Donald Trump y los movimientos y provocaciones de Kim Jong-un, dos líderes llamados a enfrentarse, reavivan la pesadilla nuclear, particularmente en Corea del Sur.

El líder norcoreano, Kim Jong-un, pasa revista a tropas de su Ejército. Foto: AFP

El régimen norcoreano es habilísimo en la provocación. Tiene la fértil imaginación de Ulises a la hora de diseñar su propaganda. Mientras Donald Trump afirmaba que podía estallar un gran conflicto con Corea del Norte, el régimen de Pyongyang distribuyó unos vídeos en los que se ve la Casa Blanca y el Capitolio en llamas por un ataque nuclear norcoreano y a continuación, desfilando sobre un paisaje desolado envuelto en humo, su victorioso Ejército. El vídeo estaba destinado a poner los ánimos en pie de guerra en el interior y sembrar indignación y miedo en el exterior, especialmente entre los países vecinos, particularmente Corea del Sur y en Japón.

La pesadilla de un conflicto nuclear se ha instalado en la opinión pública y a ello contribuyen las beligerantes declaraciones y los movimientos de los líderes llamados a enfrentarse, el estadounidense Donald Trump y el norcoreano Kim Jong-un. Trump tiene el ánimo simple y cambiante, le hemos visto variar de parecer por impulsos. A lo largo de sus primeros cien días muchos analistas han comprobado que no conoce los dosieres elementales para ejercer, ni siquiera como becario, el oficio de presidente. Pensaba que todo iba a ser sencillo, tanto en el plano internacional como en el nacional, y por eso ha entrado en contradicciones permanentes. Cuanto más complejos los problemas, más simples las respuestas de Trump. Su ignorancia es mayúscula, solo comparable a su pereza intelectual y a la desidia a la hora de estudiar los temas que le preparan. El Washington Post contó en sus discursos y manifestaciones de los primeros 90 días 394 errores. 

Sobrecarga ideológica

Conviene precisar que los asesores que le rodean, como el ultraderechista Steve Banon, tienen una sobrecarga ideológica que les impide un acercamiento objetivo a los temas. En una entrevista en la Fox, su televisión de confianza, Trump dejó claro que de Corea del Norte lo ignoraba casi todo, incluso confundía a su actual líder, Kim Jong-un, con su padre, Kim Jong-il, e incluso con su abuelo, Kim Il-sun, fundador de la dinastía. Hablaba de Kim Jong-un como de un señor traicionero que ha tratado permanentemente de hacer daño a las administraciones americanas, desde el comienzo de la era Clinton hasta los últimos días de Obama.

Debería saber que Kim Jong-un es un joven de 34 años, que subió al poder a la muerte de su padre, Kim Jong-il. Una vez en la cúpula recurrió al terror para afianzarse, no dudó a la hora de ordenar la ejecución de su todopoderoso tío, Jang Sang Tae, para adueñarse del poder sin sombras que le molesten. Con un lirismo perturbado y arrogante, el joven Kim afirma que destruirá a todos los enemigos de su país, que no dudará en emplear todas las armas a su alcance en cualquier tipo de guerra que le plantee Estados Unidos. Incluida la fuerza atómica.

De estos dos desequilibrados, cada uno a su manera, no voy a poner a la misma altura a Trump que a Kim: Trump ha sido elegido democráticamente, aunque eso no corrija su ignorancia, y Kim ha sido puesto ahí por la tiranía dinástica familiar. Kim ha hecho en las últimas semanas una exhibición de fuerza que culminó con unas maniobras con fuego real simulando ataques a Japón y a Corea del Sur. El primer ensayo nuclear lo realizó su padre en 2006, el último lo decidió él, el año pasado. Las sanciones económicas de la comunidad internacional no han logrado frenar su carrera nuclear. Estos días hemos visto cómo ensayaban el lanzamiento de misiles de medio y largo alcance, que pueden portar ojivas nucleares, su objetivo es lograr uno que llegue al territorio de EEUU.

El mandatario americano ha ordenado el despliegue del escudo antimisiles THAAD para proteger a Corea de Sur, pero son muchos los partidos surcoreanos, todos los de izquierdas, que se oponen al despliegue con las condiciones de Trump, ya que pretende que sea el Gobierno de Seúl quien pague este caro sistema de defensa: “Lo apropiado es que lo paguen los surcoreanos, ya que les defendemos a ellos”, ha dicho. Algo parecido a lo que plantea con el muro en las fronteras de México.

El candidato mejor colocado para ganar los próximos comicios en Corea del Sur, el liberal Moon Jae-in, defiende que el despliegue del escudo lo debe decidir el próximo Gabinete. Los surcoreanos tienen en cuenta que el sistema de defensa perjudicará gravemente su economía, ya que China se propone boicotear sus transacciones comerciales con ellos, y programará unas maniobras militares para neutralizar el THAAD.

Hasta el pasado domingo la temperatura verbal alcanzó límites incandescentes. El lunes hubo un giro más contemporizador por parte de Trump, que declaró en una entrevista que no tendría inconveniente en reunirse con el líder norcoreano. Es posible que ya sepa su nombre y quién es el veleidoso líder. Matizó que le vería si fuera apropiado verle en unas circunstancias correctas. Flotando sobre la incertidumbre aseguró que la paciencia estratégica de Obama se ha terminado. Hamlet puede cambiar de criterio en cualquier momento y por eso hay miedo.

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