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Sin ideas frente al Estado Islámico

22 / 09 / 2014 Jeff Stein
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Expertos en inteligencia sostienen que la negativa de Obama a desplegar tropas y la debilidad de los aliados de Washington en Irak y Siria limitan cualquier acción contundente contra el EI.

Estos días el personal del Grupo de Operaciones para Irak de la CIA no da abasto. Trabaja las 24 horas analizando interceptaciones electrónicas, vídeos grabados por drones e imágenes de satélites espía en tiempo real que les llegan desde Irak y Siria, y además tienen que atender los informes de inteligencia que les envían las delegaciones de Bagdad, el Kurdistán, Líbano, Kuwait y Turquía. Sin embargo, no son esos datos los que más claramente reflejan la realidad, sino más bien las miradas de preocupación y el tono susurrante de las conversaciones de pasillo. Según las fuentes consultadas, tanto si la Casa Blanca toma la decisión de intervenir militarmente contra el Estado Islámico (EI) como si no, lo cierto es que no existen opciones buenas para este asunto.

La última vez que la CIA se enfrentó a la insurgencia iraquí contaba con el respaldo de 140.000 soldados estadounidenses, una oficina en Bagdad con una plantilla de 500 personas y la posibilidad de cobertura aérea constante por parte de aeronaves que operaban desde dentro del país. Y eso por no hablar de otros factores como el apoyo explícito del presidente George Bush o el respaldo ofrecido por el Congreso cuando aprobó el aumento de tropas para Irak. Entonces también se estaba en condiciones de prometerles con ciertas garantías a los  líderes tribales suníes que tendrían su cuota de poder en el Gobierno de Bagdad. Hoy, sin embargo, no se dispone de ninguno de estos apoyos, mientras hay que hacer frente a un enemigo mucho más letal que además está radicado a lo largo de la frontera con Siria.

“En este momento solo contamos con opciones menos malas”, afirma Patrick Skinner, un antiguo agente de la CIA que estuvo desplegado en Irak y que viaja a menudo a la región por su trabajo en Soufan Group, una empresa integrada por antiguo personal de la CIA y del FBI que realiza labores de inteligencia. “No tengo nada que ver con la política, pero creo que a la actual Administración no se le pueda achacar demasiada culpa de lo que está pasando. Me refiero a que el colapso de la situación en Siria ha traído consigo una guerra civil en el corazón de Oriente Próximo y, paralelamente, el resto de factores que podían ir mal están yendo mal. Podemos intentar influir en una serie de cosas, pero el cambio integral de la situación implica un esfuerzo tanto de la comunidad internacional como de los propios actores regionales”.

Otras personas no son tan comprensivas con Barack Obama. “El gran problema es la Casa Blanca”, afirma Charles Faddis, un antiguo alto mando de la CIA que realizó operaciones en el Kurdistán entre 2002 y 2003, poco antes de iniciarse la intervención estadounidense en Irak. “No hay ningún plan, ni perspectiva a largo plazo, solo parches que no sirven para nada –afirma sobre la situación en Siria–. Nadie quiere tener que ver nada con esto. No es solo que existan reticencias dentro de la propia CIA, sino que también hay problemas para que los jordanos se involucren verdaderamente en el asunto. Lo único que se ve son parches, y eso basta para desanimar a cualquiera”.

Según Skinner, el objetivo más urgente es “parar la matanza”. Pero la aviación estadounidense necesita que le señalen los objetivos de forma fiable. Según fuentes de inteligencia, durante los bombardeos de finales de agosto contra los combatientes del EI, que amenazaban la presa de Mosul y a los refugiados yazidíes, hubo efectivos de operaciones especiales estadounidenses que, en colaboración con militares kurdos, marcaron tales objetivos. Sin embargo, con semejante nivel de despliegue una operación de bombardeo a mayor escala sería muy difícil. “Otra cosa muy distinta sería que desplegáramos durante días o semanas a efectivos estadounidenses para que señalasen los objetivos”, afirma Skinner. La opción de valerse de combatientes kurdos o de efectivos del Ejército Libre Sirio afines a Washington para guiar a los aviones simplemente no está sobre la mesa. “No concibo un escenario en el que uno de nuestros aviones bombardee objetivos señalados siquiera por un informador fiable. Eso solo lo puede hacer un controlador aéreo estadounidense autorizado”.

Además, según afirman ambos exagentes de la CIA, para realizar una campaña de bombardeos continuada sería necesario disponer de espías sobre el terreno que informaran sobre los movimientos de las tropas del EI. “Carecemos de información de inteligencia”, afirma Faddis, que rememora su experiencia organizando la resistencia armada a Sadam Hussein previa a la invasión de 2003 en su libro Operation Hotel California: The Clandestine War Inside Irak. “Tras neutralizar los tanques uno tiene que bajar al terreno y perseguir a tipos armados con rifles AK-47 que se esconden en casas. No disponemos de ese tipo de información de inteligencia en Siria. ¿Quién va a decirte que es en esa casa o en aquella otra donde se encuentra el centro de operaciones del EI de la localidad?”. Sin información de inteligencia fiable y precisa que indique cuál es la casa que hay que bombardear, las bajas civiles serían enormes, algo que el EI no dejaría de publicitar.

Un ejército débil y mal ocupado.

Skinner se muestra de acuerdo: “Sobre el terreno, prácticamente tienes que infiltrarte en el EI para saber qué estás bombardeando, porque ellos tienden a mezclarse con otros grupos rebeldes armados. A algunos de ellos no nos importaría bombardearlos, pero esa no es la cuestión. Es muy complicado”.

En un escenario ideal, el Ejército Libre Sirio, que se llama a sí mismo “moderado”, y que cuenta con el apoyo de Obama para luchar contra el presidente sirio Bachar Al Assad, podría hostigar al EI con misiones de reconocimiento que complementaran los ataques aéreos. E incluso podrían llevar a cabo ataques relámpago con sus propios medios. Pero el Ejército Libre Sirio está muy mal equipado, algo que se hace especialmente visible ahora que el EI se ha hecho con buena parte del material que Estados Unidos entregó al Ejército iraquí. El 24 de agosto, combatientes del EI tomaron la base aérea de Taqba, cercana a la ciudad siria de Raqqa, y se hicieron con una gran cantidad de armamento sofisticado, incluidos misiles capaces de derribar cazas y drones estadounidenses.

El Ejército Libre Sirio, que ya era frágil antes de la expansión del EI por la región, en este momento está contra las cuerdas. ¿Y qué necesita para sobrevivir? “Municiones, municiones y municiones”, afirma Oubai Shahbandar, portavoz de la delegación del grupo en Washington. Eso, y armas de calibre más alto. “Cada vez que conseguimos más munición es solo para unas semanas –declara–. Necesitaríamos un avión de transporte C-130 lleno de municiones. Siempre andamos escasos de balas”.

A Washington le gustaría tener noticias del Ejército iraquí, que fue doblegado por combatientes del EI en junio, pero que logró reagruparse gracias a la ayuda de 300 asesores militares estadounidenses de las fuerzas especiales que fueron enviados por Obama tras la derrota. Pero este tipo de medidas no han logrado consolidar al Ejército, dependiente de un Gobierno de confesión chií e infiltrado por combatientes iraníes. “Decir que les vamos a entrenar y que una vez estén preparados les apoyaremos suena genial, pero hemos gastado ocho años y cientos de miles de millones de dólares en entrenar al Ejército iraquí y a otros cuerpos de seguridad, y apenas ha servido para algo. En gran parte ha sido porque los políticos iraquíes designaron como mandos a amiguetes chiíes sin capacidad para el puesto, y también porque nosotros expulsamos a los antiguos mandos, la mayoría suníes y pertenecientes al partido Baaz, la antigua formación de Sadam Hussein. Por eso resulta ingenuo pensar que volver entrenarles vaya a tener algún efecto real”.

A pesar de que el odiado primer ministro chií Nuri al Maliki ya no está en el poder, las milicias chiíes que operan en Bagdad siguen realizando incursiones contra las mezquitas suníes de la ciudad. Por otro lado, en tanto que la dinámica política general sigue apostando por un Estado iraquí con capital en Bagdad, los líderes tribales suníes, que hace ya bastante tiempo fueron aliados de la CIA, podrían mantenerse al margen o incluso colaborar activamente con el EI, según afirman todas las fuentes de inteligencia consultadas. “Los suníes tomaron la decisión de hacerse a un lado cuando el EI entró en escena, pues pensaron que podrían controlar un escenario polarizado por ese grupo armado y Maliki”, afirma John Maguire, un antiguo jefe de operaciones de la CIA en Irak que hoy está retirado. “Al principio Maliki constituía el mal mayor, y los suníes creyeron que podrían sacar provecho de la amenaza que suponía el EI, sobre todo después de Maliki fuera forzado a abandonar el poder por Estados Unidos. Washington había decidido cambiar de aliados, y suníes y kurdos creyeron que podrían hacer frente juntos al EI”.

Pero, según Maguire, “estos cálculos acabaron siendo erróneos, ya que nadie pensaba que las cosas fueran tan lejos. Estados Unidos se equivocó al ignorar el tema, y también al permitir que la situación se saliera de control hasta el punto de que el equipamiento, munición y suministros correspondientes a tres unidades acorazadas, y que Washington había entregado al Gobierno iraquí, acabara en manos del EI”.

Un país imaginario.

Para lograr el apoyo de los kurdos y de los líderes tribales suníes casi todos los expertos sostienen que Washington va a tener que prometerles la independencia de Bagdad. Y es que la Administración Obama tendrá que asumir que los límites territoriales actuales de Irak, establecidos por los británicos hace un siglo, ya no tienen ninguna validez; tales límites, desdibujados por la invasión estadounidense, las luchas tribales, el extremismo sectario y las continuas injerencias de Irán, apenas son ya algo más que líneas imaginarias en los mapas. “No van a entregar su vida por una idea falsa de Irak –afirma Skinner–. Ya no le dan ningún crédito a esa idea”. “Los jeques suníes de la provincia de Anbar realmente no pretenden volver a la Edad Media bajo el dominio del EI”, sostiene Faddis. Pero para tener completamente de su lado tanto a ellos como a los desconfiados kurdos, esta vez Estados Unidos les tendrá que hacer una gran promesa, probablemente nada por debajo de la total independencia. “Tendrá que ser algo realmente grande –afirma Skinner–. Algo que les impulse a luchar no solo contra el EI, sino a favor de algo. Ni siquiera estoy seguro de que algo así sea posible a corto plazo”.

Con sus repetidos llamamientos a Irak a “poner orden su escenario político”, la Casa Blanca parece muy lejos de estar en condiciones de garantizar a los kurdos y a las tribus suníes algo ni remotamente parecido a eso. Por otro lado, también parece lejos de poder impulsar una lucha de guerrillas contra el EI en territorio sirio.

Todo esto preocupa mucho al personal no dirigente de la CIA, según afirman miembros en activo de esta organización. La situación se resume en que, en ausencia de un plan concreto de la Casa Blanca para Siria, nadie quiere involucrarse en esa cuestión. “Son incapaces de reclutar a nadie para Siria”, afirma un antiguo mando de inteligencia que estuvo muy implicado en operaciones en Irak, y que habla bajo condición de anonimato. “Para conseguir el personal adecuado para llevar a cabo una acción encubierta necesitas darles una motivación. Es necesario que la gente quiera estar ahí, ver que ocurren cosas, y sentirse parte de algo importante. Pero cuando sigues políticas erráticas nadie quiere estar allí, porque el riesgo de desastre es muy alto. Por eso en este momento la política del Gobierno hacia Siria es una basura”.

Y sin embargo, la emergencia es apremiante, lo que hace que una agresiva campaña de bombardeos sea la alternativa política menos mala para Obama, que ha repetido en numerosas ocasiones que no desplegará “tropas sobre el terreno” ni en Siria ni en Irak. Y sin embargo, una campaña implacable de bombardeos podría resultar mucho más caótica que los ataques aéreos puntuales que Estados Unidos ha llevado a cabo hasta ahora, con los riesgos añadidos de provocar bajas masivas entre civiles y sufrir pérdida de pilotos debido a las baterías de misiles antiaéreos sirias.

Según Maguire, que ha estado relacionado con el negocio petrolero en Irak, las complicaciones podrían llegar a ser muy desagradables. Aunque él afirma que las situaciones extremas requieren medidas extremas. En su opinión, lo primero que habría que hacer sería golpear el cuartel general del EI en Raqqa con un bombardeo masivo. Luego sostiene que habría que llevar a cabo “un programa de erradicación estratégica en Irak y Siria, lo que implicaría la destrucción de piezas de material militar estadounidense en manos del EI (camiones, armas, vehículos polivalentes Humvee y otras unidades móviles más fuertemente artilladas), prestando especial atención a los vehículos de reabastecimiento y de trasporte de combustible”. Según Maguire, en una semana el EI “tendría graves problemas de abastecimiento”. Además, de acuerdo con el exagente de la CIA, se podría cerrar la frontera entre Siria e Irak con aviones artillados AC-130, “lo que haría que el oeste de Irak no fuera una zona transitable para el EI, y si a ello se une el corte de las líneas de suministro de combustible, el califato quedaría amputado”.

Pero, según admiten Maguire y otros veteranos de la CIA, con emociones que van desde la frustración a la indignación, es poco probable que el cauteloso Obama lleve a cabo un movimiento semejante. “Normalmente soy de la opinión de que a partir de cierto punto los bombardeos no mejoran las cosas –afirma Skinner–. Pero el EI es una amenaza real... Es absolutamente inaceptable desde un punto de vista geopolítico. Tenemos dos países en pleno colapso, reducidos casi a agujeros negros, que devoran todo lo que hay a su alrededor. Por eso hay que hacer algo. Los ataques aéreos limitados en Irak... bueno, eso detendría su avance, pero desde luego no va a hacer que se vayan a ningún sitio. Por eso tenemos que ir a machacarlos”. Entonces, ¿qué va a hacer exactamente la Administración Obama?

“No lo sé –dice un ex alto mando de inteligencia–. Están rabiosos pre-cisamente porque tienen las manos atadas”.

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