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Roma se hunde en el caos antes de su Año Santo

12 / 08 / 2015 DPA
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Estaciones de tren saturadas, montañas de basura por las calles y caos en los aeropuertos.

Una muestra de la iniciativa "Retake Roma", en una parada de autobús en Roma, convoca a voluntarios a limpiar la ciudad por su cuenta.

Estaciones de tren saturadas, montañas de basura por las calles o caos en los aeropuertos son algunos de los problemas que convierten la peor ola de calor en años en el menor de los inconvenientes para los romanos. 
 
 La red de transporte público de la capital italiana se encuentra al borde del colapso, la corrupción se extiende a la administración y el alcalde, Ignazio Marino, parece sobrepasado por la situación y se enfrenta a cada vez más críticas. Su objetivo, ahora, es hacer un lavado de cara a la ciudad antes de que en diciembre reciba una previsible oleada de turistas con el comienzo del Año Santo.
 
 Desde su toma de posesión, en 2013, este cirujano no ha logrado dejar atrás las grandes obras de la ciudad. "El principal problema de los últimos años ha sido poner realmente en marcha medidas", cuenta a dpa Riccardo Magi, del consejo municipal. Según Paolo Conti, defensor del lector en el "Corriere della Sera", Marino fijó mal sus prioridades esforzándose por ejemplo en temas como el medio ambiente en lugar de abordar los asuntos urgentes.
 
 La imagen que presenta estos días Roma no es precisamente la más atractiva para el turismo. Muchas de sus calles y parques tienen un aspecto desolador, con la basura acumulándose en las esquinas. Cada romano genera al año unos 660 kilos de desperdicios, pero el servicio de retirada no da a basto. Las gaviotas extienden los pestilentes residuos, mientras los más necesitados hurgan en los contenedores en busca de algo útil. 
 
 A ello se suma la situación del transporte público de cercanías: el sistema es lento, ineficiente y está saturado, al tiempo que la empresa gestora, ATAC, se encuentra al borde de la ruina. Sus empleados emprenden huelgas contra las reformas anunciadas mientras autobuses y trenes circulan llenos de pasajeros pero sin aire acondicionado, lo que genera aún más protestas entre romanos y turistas. 
 
 Además, desde el incendio de mayo se ha reducido la capacidad del aeropuerto de Fiumicino, que no deja de protagonizar incidentes. 
 
 Aunque los romanos están acostumbrados a cierto caos, la situación es cada vez más insoportable y se refleja incluso en medios internacionales como "The New York Times". "Dos años de escándalos y déficit en la política y la administración han acabado por arruinar 3.000 años de admiración universal hacia Roma", lamentaba recientemente el diario "Il Messaggero".
 
 Con todo, muchos de los problemas son también consecuencia del nepotismo floreciente bajo el predecesor de Marino, Gianni Alemanno. A finales de 2014 decenas de políticos y empresarios fueron detenidos por su vinculación con la mafia, tras años de lucrativos contratos públicos. Desde entonces, Roma se ha visto sacudida una y otra vez por nuevos escándalos que ponen de manifiesto lo arraigado del fraude y la corrupción.
 
 Los esfuerzos de Marino en este sentido no han tenido demasiado éxito. Aunque el alcalde no está implicado en ninguno de los casos, la mayoría de romanos ya no confía en que se haga con las riendas de la ciudad. Ni siquiera el jefe de gobierno, Matteo Renzi, muestra su apoyo total a su compañero de partido. "La capital de Italia no se merece esto", lamentaba recientemente en una carta a "Il Messaggero".
 
 Sin embargo, Marino no baraja dimitir. "Se necesitan meses para que haya cambios. Espero que en un año los ciudadanos de Roma vean todo lo que hemos logrado", explicó. Entre sus últimas medidas figuran una reforma de la administración de la capital y ha prometido mejoras integrales en el transporte, los servicios de limpieza y la recogida de basuras a fin de paliar el caos en las calles. 
 
 No en vano, la solución a todos estos problemas es más urgente que nunca, pues en diciembre comienza el Año Santo extraordinario convocado por el papa Francisco. Se espera que más de 30 millones de peregrinos y turistas acudan a Roma, para lo que el gobierno ha puesto en marcha un plan de 200 millones de euros (217 millones de dólares). 
 
 "Estamos preparados para invertir de inmediato en las primeras obras: conexiones entre las basílicas, carriles bici, zonas peatonales", anunció el alcalde el miércoles. Mientras, según medios italianos, en el Ministerio del Interior se discute si retirar el poder al Ejecutivo de la ciudad y transferirlo a una gestora. Algo que supondría un bochorno más para la ciudad eterna.

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