Pekín exhibe moderación frente a Trump

¿Donald Trump? Al ser preguntado por el presidente de Estados Unidos, el diputado chino Liu Jiakun se muestra irritado: “Tenemos que dejar de ser amables. China es grande y no deberíamos dejar que nos hostiguen”. La apertura el pasado 5 de marzo del Congreso Nacional del Pueblo, la reunión anual del Parlamento, que reúne a casi 3.000 delegados en Pekín y es la cita política más importante en China, se inició con un tono inusualmente duro. Sin embargo, a lo largo de las sesiones el mensaje de Pekín se ha hecho calculadamente defensivo.

La cúpula renuncia a la confrontación: mientras Trump anunció un aumento espectacular del 10% en la partida destinada a la defensa, Pekín anuncia un aumento de solo un 7%, el menor de los últimos siete años. “China siempre estará del lado de la paz y la estabilidad”, ha afirmado ante los delegados el primer ministro Li Keqiang.

Así, se va perfilando de forma cada vez más clara cómo el Gobierno chino quiere tratar al nuevo inquilino de la Casa Blanca. En todo escenario internacional en el que Trump se muestre belicoso y saque músculo, Pekín estará dispuesto a hacer gala de su moderación y asumir el papel de liderazgo, al menos mientras ello no choque con sus intereses.

La ruta de la seda

A diferencia de sus predecesores, el presidente Xi Jinping considera que su país está preparado para desempeñar un papel importante en el escenario internacional. Si Trump da marcha atrás en el comercio mundial, uno de los proyectos más importantes del régimen chino es impulsarlo. Así, Jinping quiere dar forma a la nueva Ruta de la seda, una red global de comercio de la que China sería su piedra angular.

Que Pekín se muestre contenida frente a Trump responde además a razones de política interna. Con vistas al importante congreso del Partido Comunista (el único en el país) de octubre, se trata de un evento que se celebra cada cinco años, la cúpula no quiere que nada se salga de lo previsto.