Macron: El hombre que destrozó el bipartidismo

16 / 05 / 2017 Christian Böhmer
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Emmanuel Macron se ha convertido a sus 39 años en el presidente más joven de la República de Francia, tras alzarse como ganador en la segunda vuelta de las elecciones celebradas en el país.

Emmanuel Macron y François Hollande (presidente electo y presidente saliente) en el homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial el pasado 8 de mayo. Foto: Stéphane De Sakutin/Efe

Al que fuera durante dos años ministro de Economía del presidente François Hollande le gusta definirse como alguien que rompe moldes pese a tener un currículum de élite. Considera que la división entre derecha e izquierda que caracteriza la historia política de Francia ha quedado superada y el año pasado formó su propio movimiento, En Marche! (¡En Marcha!), con el que consiguió entusiasmar a una parte del electorado, algo que no lograron sus rivales de los dos partidos tradicionales franceses, los conservadores y los socialistas. Macron es un político de centro que simpatiza con el sector empresarial y con Europa, aunque su candidatura no deja de ser un experimento con muchos interrogantes.

Durante la campaña hubo quien lo bautizó como el Kennedy francés, por su estrategia muy “a la americana”, con golpes de efecto y una nueva organización que busca superar las estructuras de los partidos tradicionales. Su manual electoral se llama, sin más, “Revolución”.

El movimiento lo es todo. El candidato lideró su campaña como si se tratara de una empresa emergente, una start up. Emmanuel Macron promueve una renovación del poder y sus ministros no procederán de los estamentos tradicionales de la política. Sin embargo, no hay duda de que uno de los secretos del éxito de Macron ha sido también la debilidad del candidato conservador, François Fillon, y del socialista, Benoît Hamon, que quedaron fuera en la primera vuelta del 23 de abril. Fillon está acusado de haber proporcionado un empleo ficticio en el Parlamento a su esposa y Hamon no consiguió aglutinar al centro izquierda en torno a su persona. El duelo entre Macron, antiguo alumno de los jesuitas procedente de Amiens, en el norte de Francia, y la ultraderechista Marine Le Pen fue a la vez una especie de referéndum sobre Europa, porque la Unión Europea (UE) dividía a los candidatos. Mientras que Le Pen pretendía salir del euro e incluso del bloque a menos que se reforme –ya se hablaba por ello del frexit– Macron defiende la permanencia y la alianza tradicional con la vecina Alemania.

Con Macron todo es diferente, incluso su vida privada. Desde 2007 está casado con Brigitte Trogneux, 24 años mayor que él y que fue profesora suya en Amiens. La pareja no tiene ningún problema en aparecer en bañador en la playa en las revistas del corazón, en contraste con su padre político, François Hollande, que desde hace tiempo aparece siempre solo y cuyas vacaciones son mantenidas en secreto. Macron ha hecho carrera tanto en la economía como en la política, destacando en ambos campos. Hasta 2012 fue un banquero de inversiones bien pagado en Rothschild & Cie. Debido a la enorme desconfianza que genera en el país el sector financiero, tiene que justificarse una y otra vez por su pasado. En la política se autoproclama en cambio un outsider y, de hecho, jamás se había presentado hasta ahora para un puesto electivo. También le falta el clásico aparato partidario con anclaje en las distintas regiones.

Su victoria entraña muchos riesgos, opinan los observadores políticos, porque hay temores acerca de que podría ser incapaz de gobernar, al no tener una mayoría parlamentaria. Macron se limita a restar importancia a las dudas y anuncia que su movimiento ¡En Marcha! presentará 577 candidatos a las elecciones legislativas en junio. Su asesora política para Europa, Sylvie Goulard, confía en que con los comicios presidenciales surgirá una nueva dinámica que “lleve al poder a una nueva generación”. [DPA]  

Brigitte, la profesora que conquistó al alumno

De 64 años y madre de tres hijos, la exprofesora de Macron, descendiente de una dinastía de fabricantes de chocolate, se convierte ahora en primera dama de Francia.

Emmanuel Macron y su esposa Brigitte forman una pareja fuera de lo común: ella es 24 años mayor que él y se divorció de su anterior marido para casarse con el político que ahora se ha convertido en presidente de Francia.

Amplia sonrisa, melena rubia, ropa elegante: Brigitte Macron se mantuvo siempre cerca de su marido durante la campaña electoral, pese a que no tenía un papel oficial asignado en la misma. De 64 años y madre de tres hijos ya adultos, la exprofesora de Francés y Latín se convertirá ahora en la primera dama de Francia. La pareja se conoció en Amiens, en el norte de Francia, en el grupo de teatro de un instituto de secundaria católico que dirigía Brigitte. Macron abandonó entonces, con 17 años, la pequeña ciudad de provincias y terminó sus estudios escolares en París. “En ese momento ella tenía tres hijos y un marido –recuerda Macron en su libro Révolution–. Yo era un alumno y nada más”.

No fue hasta 2007 cuando ambos pudieron casarse, 15 años después de conocerse. Brigitte, que desciende de la dinastía de fabricantes de chocolate Trogneux, conservadora y “chapada a la antigua”, esperó a la muerte de sus padres para dar el sí, relata la periodista Alix Bouilhaguet en su libro Le Couloir de Madame.

Macron y su esposa superaron duras pruebas antes de que su relación fuese posible y aceptada. “Nuestra historia nos inculcó una voluntad firme de no dejar nada al conformismo”, resume el político centrista. La arista glamurosa de la pareja también causa sorpresa. Los Macron han salido retratados en las revistas del corazón en traje de baño en la playa y Bib y Manu se reúnen en París a menudo con la alta sociedad de la política, la economía, la cultura y el espectáculo, lo que en argot se conoce como le tout-Paris. Algo que, por otra parte, les hace vulnerables. Después de la victoria en la primera vuelta de las elecciones, hubo un brindis en el famoso restaurante La rotonde, lo que inevitablemente trajo a la memoria la imagen del expresidente Nicolas Sarkozy, que hace diez años celebró su llegada al Elíseo en el lujoso Fouquet’s, en los Campos Elíseos de la capital francesa, y que a partir de entonces fue muy criticado por rodearse de riqueza y contactos acaudalados.

Macron no sería Macron si no hubiese hecho planes ya para el futuro en el palacio del Elíseo. Brigitte tendrá un papel pero no recibirá ningún sueldo. El político ha propuesto redactar un estatuto que determine el papel de quien se convierta en “primera dama o “primer hombre” de los futuros presidentes de la República.

Problemas en palacio

Hasta ahora, la función de primera dama no está establecida legalmente, algo que ha generado probablemente bastantes problemas personales a lo largo de las últimas décadas en el palacio situado en la calle Faubourg St. Honoré, en el elegante distrito 8 de París.

Yvonne de Gaulle, la mujer de Charles de Gaulle (presidente de 1959 a 1969), calificaba al palacio del Elíseo como “una casa sin alegría”. En cuanto a Sarkozy, el expresidente generó gran polémica al divorciarse poco después de ser elegido y casarse con la exmodelo y cantante italiana Carla Bruni.

Por su parte, el actual inquilino del Elíseo, François Hollande, se separó también en 2014 durante su mandato de Valérie Trierweiler, con quien había convivido muchos años en pareja. Desde entonces acudió a casi todos los actos en solitario. En una charla con dos periodistas de investigación, Hollande dijo que el presidente está mejor solo. “No en la vida, pero sí en la responsabilidad”. [DPA]   

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