Los cristianos de Irak, indefensos ante el Estado Islámico

13 / 03 / 2017 Stefano Marchi
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Las máximas autoridades religiosas de la Iglesia católica y de los suníes en el país árabe hablan en exclusiva para TIEMPO de la situación en el país, todavía azotado por la violencia 14 años después de la intervención de EEUU.

Una cristiana reza en un templo improvisado en las afueras de Erbil. Foto: Matt Cardy/Getty Images

Bagdad es una enorme ciudad de nueve millones de habitantes, donde la vida sigue con normalidad pese a los férreos controles policiales. Por haber hay hasta pequeños barcos turísticos que, aunque lejos de estar repletos, realizan breves cruceros por el río Tigris difundiendo música a alto volumen.

Pese a esa aparente normalidad, en la capital iraquí son frecuentes los atentados del Estado Islámico contra civiles de religión musulmana chií. La conflictividad que afecta a Irak se debe en buena medida a la profesión de fe musulmana suní por parte del Estado Islámico, y la presunta adhesión a este grupo terrorista de numerosos exmilitares de aquella religión, tras el derrocamiento del régimen (laico, pero igualmente suní) de Sadam Husein en 2003 por Estados Unidos.

Los musulmanes suníes conforman un 34% de los habitantes de la República de Irak. Pero la mitad de los suníes del país son kurdos. El 17% de población iraquí que es al mismo tiempo suní y árabe (aunque en su gran mayoría no esté vinculada al EI) teme sufrir nuevas venganzas violentas por parte de los chiíes, que son el 61% de los habitantes de Irak.

Mosul, en el norte del país, es una región poblada por miembros de otra minoría religiosa de Irak, los cristianos, que viven en el país desde hace dos milenios y constituyen hoy en día un 5% de los habitantes de la República. Mosul está siendo defendida por los famosos peshmerga kurdos. No está presente ningún soldado del Ejército de Irak.

En todo el país, antes de la expansión territorial del Estado Islámico (que a partir de 2014 llegó a ocupar temporalmente buena parte de la mitad Norte de Irak) el total de los cristianos ascendía a más de un millón y medio de personas. Ahora tan solo medio millón de ellos sigue viviendo en territorio iraquí, donde se calcula que hay unos 3,5 millones de desplazados de varias religiones y etnias.

El patriarca de Babilonia de los Caldeos (la máxima autoridad religiosa de la Iglesia católica en Irak), Louis Raphaël I Sako, ha hecho llamamientos a los cristianos iraquíes para que no abandonen su propio país. El patriarca también apela a la diáspora caldea en el extranjero para que proporcione ayuda financiera al efecto. Los caldeos son de lejos la comunidad cristiana más grande de Irak, y cuentan con un millón y medio de miembros en todo el mundo.

La cuestión kurda

La lucha militar contra el Estado Islámico ha modificado de hecho, al menos provisionalmente, parte de las fronteras internas de Irak. Tras defenderla ante el EI, los peshmerga ahora ocupan también la ciudad multiétnica y estratégica de Kirkuk, cuya provincia cuenta con importantes yacimientos petroleros, pertenecientes al Estado iraquí, pero controlados de momento por el Gobierno regional del vecino Kurdistán.

Este Ejecutivo reclama desde hace más de una década la celebración de los referendos previstos por la actual Constitución de Irak, para que los ciudadanos de los llamados territorios disputados (entre ellos Kirkuk y el área de los pueblos cristianos de Nínive, ocupados por los peshmerga) se pronuncien sobre su propia anexión al Kurdistán o su permanencia bajo el Gobierno federal de Bagdad.

Ahora queda por ver si la región del Kurdistán, cuya capital es la ciudad de Erbil, en el noreste del país, continuará formando parte de Irak o proclamará su propia independencia. Las autoridades autonómicas de Kurdistán no ocultan aspirar a ella. Para tratar de conseguirla, previsiblemente harán contar la decisiva contribución militar de los peshmerga en la derrota del EI, así como los pozos de oro negro que gestionan fuera de sus propias fronteras.

Israel ya se ha pronunciado a favor de la histórica independencia del Kurdistán iraquí. Hay que ver qué postura mantendrá al respecto Turquía, que se opone incluso a cualquier autonomía de las minorías kurdas en su propio territorio y en la cercana Siria, pero mantiene excelentes relaciones comerciales con Erbil. Estas varias incógnitas se suman a la principal preocupación en Irak: la difícil y precaria convivencia entre musulmanes chiíes y suníes.

TIEMPO ha hablado también con la máxima autoridad de los suníes del país, el gran muftí de Irak, Rafa Saha Ar Rifai, que rechaza de forma inequívoca el Estado Islámico y cualquier terrorismo yihadista, la violencia y todas las milicias. Tanto el gran muftí como el patriarca temen la venganzas contra los suníes (pero no contra los cristianos), y tienen una opinión muy negativa de los políticos iraquíes, así como de la invasión estadounidense de Irak de 2003.

Rafa Saha Ar Rifai lamenta también la que considera como una hegemonía de Irán sobre la política iraquí. Tanto Sako como Ar Rifai se pronuncian en contra de las injerencias extranjeras y abogan por la unidad del país, así como por un Estado iraquí “civil”, es decir, no basado en la ley religiosa islámica, o sharia, pero tampoco demasiado laico.

 

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