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Los cisnes de su majestad

07 / 08 / 2015 DPA
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Una importante tradición británica consiste en contar los cisnes del Támesis a lo largo de unos 130 kilómetros.

Varios ayudantes viajan en barcas de remo para el censo tradicional de cisnes reales en el río Támesis, Reino Unido.

Los británicos tienen algunas tradiciones de lo más curiosas: en Escocia lanzan troncos de árboles, en Inglaterra hacen rodar quesos colina abajo y en las orillas del Támesis, se dedican a contar cisnes.
 
 Por supuesto, para este último deporte no vale cualquier forma, sino que han de seguirse unas normas estrictas. Se lleva a cabo la tercera semana de julio, durante cinco días y desde seis barcas de remo en las que ondean enormes estandartes y navegan hombres uniformados que se toman muy en serio su trabajo. El encargado de supervisar que todo salga bien es, como no podía ser de otra manera, el marcador de cisnes de la reina.
 
 Desde hace 22 años, este puesto lo ocupa David Barber, quien junto con sus ayudantes se dedica cada año a contar los cisnes a lo largo de unos 130 kilómetros. "All up!" (¡arriba!), se escucha cuando una de las seis embarcaciones topa con una familia de cisnes. Los remeros rodean entonces al grupo de aves, que en su mayoría suele estar formado por una pareja y cuatro o cinco crías.
 
 El censo de cisnes del Támesis existe ya desde el siglo XII. En aquel entonces, la Corona decidió que los cisnes vulgares debían ser propiedad real. "Se los consideraba un preciado manjar en banquetes y celebraciones", explica el Palacio de Buckingham. Actualmente, Barber no sabría decir a qué saben los cisnes. "Jamás los he probado", afirma.
 
 Con todo, todavía se siguen contando, ahora para protegerlos. Isabel II sigue conservando a día de hoy derechos sobre cada uno de los cisnes que nada en las aguas públicas de su reino y no está marcado. No obstante, no los hace valer salvo para llevar el recuento, algo que no gusta demasiado a las majestuosas aves. Los pequeños gimen asustados y los más grandes, se defienden atacando con las alas. 
 
 "Eso es lo más peligroso", cuenta Barber. "Los adultos no pican, pero pueden pesar hasta 15 kilos y tienen mucha fuerza". Por eso, a veces sucede que uno de los uniformados contadores acaba casi en el agua mientras el cisne escapa. "Deja que se vaya", le dice Barber. El resto de cisnes cercados son sometidos a un rápido control en el que se los mide, pesa, coloca una anilla y examina en busca de heridas. Si todo está bien, la familia puede volver al río.
 
 Cada vez más a menudo los cisnes sufren heridas por escopeta, cuenta Barber. Como son aves grandes, si se acercan a la orilla pensando que alguien les puede dar comida, se convierten en un blanco fácil. Hasta entrados los años 80, muchos morían intoxicados, y hoy en día los anzuelos también suponen un peligro. Por eso, los contadores de cisnes también realizan una labor educativa, explicando a los niños de los colegios que si ven un anzuelo, se lo den a sus padres.
 
 Gracias al recuento regular de cisnes, Barber puede afirmar que en el Támesis viven entre 1.000 y 1.200 ejemplares. El año pasado fueron identificadas 120 crías, aunque éste sólo se encontraron un tercio. Con todo, el "Swan Upping", como se conoce en Reino Unido, es por encima de todo una tradición, y hay pocos países que cuiden tanto a sus cisnes como los británicos. 
 
 Los contadores de cisnes realizan con orgullo su labor, trabajan en barcos de remo que datan de hace más de 100 años decorados con elaborados estandartes y en los escudos de las dos "embarcaciones reales" se lee "E II R", las iniciales de la reina Elizabeth II Regina. 
 
 Barber afirma que la tarea le divierte mucho y no son pocos los curiosos que se acercan a contemplar el conteo de cisnes. No obstante, desde la Edad Media han cambiado bastantes cosas: antes, la identificación se colocaba en el pico, mientras que ahora se les pone unos anillos en la pata. Y el remar ya no es tan cansado, más de una vez, los seis equipos se ayudan del motor.

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