Londres y el eterno dilema europeo

09 / 03 / 2016 Pablo Rodero
  • Valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
  • Tu valoración
  • Actualmente 0 de 5 Estrellas.
  • 1
  • 2
  • 3
  • 4
  • 5
¡Gracias!

Los británicos votarán en junio para decidir si el Reino Unido debe o no continuar siendo miembro de la UE.

El primer ministro David Cameron pronuncia un discurso sobre la UE ante trabajadores de la telefónica O2 en Slough, al oeste de Londres.

En octubre de 2006, en un optimista discurso poco después de ser elegido líder de los conservadores británicos, David Cameron pidió a sus compañeros de partido que dejaran de “dar la lata con Europa”. Diez años después, el ahora primer ministro acaba de apostar su futuro precisamente al eterno dilema de la política británica: ¿debe ir el Reino Unido de la mano de Europa? El próximo 23 de junio los británicos han sido llamados a las urnas para decidir si el Reino Unido debe o no continuar siendo miembro de la Unión Europea por segunda vez en un espacio de 41 años. En esas cuatro décadas que han transcurrido desde el referéndum de 1975, la salida de la UE ha sido un tema recurrente que ha pasado del programa laborista en los 80 a convertirse en la razón de ser para un sector minoritario pero muy militante del Partido Conservador.

“Cameron estaba inicialmente en contra de la idea del referéndum, pero decidió convocarlo para apaciguar al ala euroescéptica de su partido”, explica Andrew Gamble, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Cambridge. Durante los cuatro años de coalición con el Partido Liberal Demócrata, la formación más europeísta del país, la cuestión fue dejada a un lado por el Gobierno de Cameron. Mientras, el eurófobo Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP en sus siglas en inglés), liderado por Nigel Farage, crecía firmemente en las encuestas. El pánico a una fuga descontrolada de votos y diputados hizo a Cameron incluir un referéndum sobre la permanencia en la UE en el programa de unas elecciones a las que los laboristas llegaban como favoritos. Pero las encuestas naufragaron y Cameron se encontró con una mayoría absoluta y con la obligación moral de cumplir con su palabra.

Apoyo dispar.

  A tan solo cuatro meses para la cita, el apoyo para cada campaña es marcadamente dispar. Una amplísima mayoría del Parlamento, incluida la oposición, y una larga lista de grandes empresarios han tomado posición junto al Gobierno por la permanencia en la UE. La campaña a favor del Brexit apenas cuenta entre sus filas con políticos de renombre salvo el alcalde de Londres, Boris Johnson. Paradójicamente, Johnson no era considerado un euroescéptico aunque sí un diputado con aspiraciones al puesto de primer ministro. “Todo indica que [Johnson] acepta los argumentos sobre la permanencia del Reino Unido en Europa –opina Gamble–, pero calcula que uniéndose a la campaña por el Brexit aumenta sus opciones de suceder a Cameron como líder conservador y primer ministro”.

Tener al establishment en contra podría no ser una desventaja en tiempos de desafección política. El diario sensacionalista Daily Mail, el segundo más vendido del país, publicó un editorial en portada a comienzos de febrero titulado: “¿Quién hablará por Inglaterra?”. Siguiendo su habitual línea editorial nacionalista, cuando no abiertamente xenófoba, el Mail se cuestionaba si el Reino Unido debía pasar a ser “una nación que se gobierna a sí misma y que es libre, en esta época de migración masiva, de controlar sus propias fronteras”.

El argumento del control sobre la inmigración no es, sin embargo, el único que están esgrimiendo los partidarios de la salida de la UE. El propio Johnson tuvo cuidado de esquivar el tema en su columna en el Sunday Telegraph en la que argumentaba por vez primera su inesperado apoyo al Brexit. El alcalde londinense situaba en primera línea de debate asuntos como la falta de autonomía legal del Estado británico o la indefensión de su economía frente a la preponderancia de la Eurozona. Argumentos que, en definitiva, difícilmente podrán motivar a muchos votantes más allá de las bulliciosas calles de la City.

Así las cosas, las desprestigiadas empresas de sondeos británicas no dan un claro favorito para imponerse en la votación. La excepción podría ser Escocia, donde el apoyo a la UE es algo más firme que en el resto del país. El partido independentista SNP, más fuerte que nunca a pesar de haber perdido el referéndum del pasado septiembre, ha anunciado que apoyará la permanencia en la UE, pero no hará campaña junto a Cameron. Indirectamente, el resultado del referéndum podría afectar no solo a la UE, sino a la unión de Escocia con el resto del país. Muchos al norte de la frontera anglo-escocesa ven una oportunidad para reclamar un segundo referéndum de independencia si Escocia se viera arrastrada fuera de la UE por los votos ingleses.

Europa o el mar abierto.

Sea cual sea el resultado del referéndum, parece difícil que ponga punto y final a la perpetua cuestión europea en el Reino Unido. La insularidad y la percepción de una “excepcionalidad británica”, además de la naturaleza global del viejo imperio, han creado una identidad a caballo entre el continente y el océano Atlántico. Este sentir se podría resumir, cómo no, en una cita de Winston Churchill que corre como la pólvora estos días por las redes sociales. Aparentemente, el premier británico le dedicó estas palabras a Charles de Gaulle en una acalorada discusión en los prolegómenos del desembarco de Normandía, allá por 1944: “Cada vez que Gran Bretaña deba escoger entre Europa y el mar abierto, siempre escogerá el mar abierto”.

Grupo Zeta Nexica