La sombra de Merkel

07 / 10 / 2013 10:33 Almudena de Cabo (dpa)
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El marido de la canciller alemana, que es un químico de larga trayectoria, huye de los focos siempre que puede. Esta es la historia de Joachim Sauer, el hombre que más influye en Merkel.

Esquivo y parco en palabras, el esposo de la canciller Angela Merkel, Joachim Sauer, huye de la popularidad y de los focos como de la peste y prefiere mantener un discreto segundo plano.

Pero ¿quién es el hombre en el que se apoya la mujer más poderosa del mundo? Joachim Sauer, de 64 años de edad, es una eminencia nacional en Química, pertenece a numerosos comités científicos y desde 1984 enseña en la Universidad Humboldt de Berlín. Con una larga carrera a sus espaldas, siempre se ha negado a ser visto solo como el marido de la canciller alemana y ha evitado la escena mediática todo lo que se lo han permitido, provocando que muchos medios acaben llamándolo el fantasma.

“Creo que lo hace muy bien. Él dice: ‘ella hace sus cosas y yo las mías, y entre medias tenemos una vida privada conjunta, que a nadie le incumbe”, ha comentado recientemente Gertrud Steinbrück, la mujer del candidato socialdemócrata a la Cancillería de Berlín, Peer Steinbrück.

Nacido en 1949 en la pequeña localidad brandemburguesa de Hosena, Sauer estuvo casado 16 años con una química, hasta que en 1985 se divorció de la madre de sus dos hijos después de dos años separados.

Un piso trufado de micrófonos.

Su posición crítica como científico durante la época de la extinta República Democrática Alemana (RDA) era bien conocida en la región de Baja Lusacia, lo que provocó que el piso que compartió con su primera mujer estuviera trufado de micrófonos de la policía secreta de la RDA, la Stasi.

“Todos los que teníamos un puesto académico o trabajábamos en la Universidad en 1989 fuimos vistos como oportunistas de diferente nivel”, explicó Sauer en 2010 en una entrevista con la revista de la Fundación Alexander-von-Humboldt, Cosmos. “El arte era poder mirarse aún cada mañana en el espejo, pero no ser expulsado de las escuelas superiores, ni perder la plaza de estudios o la posibilidad de desempeñar trabajos científicos”, agregó sobre los años previos a la caída del Muro de Berlín (9 noviembre de 1989). Durante la época de la RDA, Sauer, apasionado de las zeolitas –un grupo de minerales–, se tuvo que conformar con obtener permisos para viajes de investigación a Praga y Karlsruhe.

Su recién recuperada libertad tras la apertura de las fronteras la empleó en aceptar un trabajo en una empresa de biotecnología en San Diego (Estados Unidos), antes de regresar a Alemania para continuar con su carrera como prestigioso químico cuántico.

Su camino se cruzó con el de la joven física Angela Merkel en 1981 en los pasillos del Instituto Central de Química Física en la Academia de la Ciencia de la RDA, y en 1986 fue el encargado de dirigir a Merkel en su tesis doctoral.

Muy celosos de su vida privada, se desconoce cuándo surgió el amor entre los dos. Ciertos rumores apuntan a que Merkel, separada de su primer marido, Ulrich Merkel, en 1981, fue la causa del fin del matrimonio de los Sauer. Tras años de convivencia común en la capital alemana decidieron formalizar su relación el 30 de diciembre de 1998 y darla a conocer a través de un breve anuncio en la prensa.

Merkel, miembro de la Unión Cristianodemócrata (CDU) tras la reunificación alemana en 1990, tuvo que hacer frente a las críticas del cardenal Joachim Meisner por vivir durante años con Sauer fuera del matrimonio. Sin embargo, como ella misma se encargó de explicarle, los dos venían de sendos matrimonios frustrados y no querían apresurarse hacia un segundo matrimonio.

Pasión por la naturaleza.

Poco se sabe del hombre que ocupa el corazón de Merkel, aparte de sus logros académicos. Alejado de la escena pública, solo contesta a preguntas de periodistas si tienen que ver con su trabajo científico. “No tengo nada que ver con el trabajo político de mi mujer”, afirmó hace tiempo Sauer. “Mi esposo es científico y quiere seguir siendo científico”, señaló también Merkel por su parte. ¿Qué le enamoró a Merkel de Sauer? “Me encanta su inteligencia”, comentó en una de las pocas ocasiones en que se ha permitido hablar de su vida privada. Los dos comparten su pasión por la naturaleza y la música clásica, en particular la ópera, y buscan llevar sus vidas con la máxima normalidad en su piso próximo a la Isla de los Museos de Berlín, que ocupaban antes del nombramiento de Merkel como canciller de Alemania.

Los medios alemanes son tradicionalmente respetuosos con la vida privada de sus políticos y rara vez se pueden ver imágenes de Merkel fuera de su actividad política. Sin embargo, este año los periódicos publicaron imágenes de la pareja con uno de los hijos de Sauer, su mujer y sus dos nietos durante sus vacaciones de Semana Santa en Ischia (Italia), arrojando una imagen familiar de la pareja desacostumbrada para los alemanes. El intento de la CDU por humanizar a Merkel durante la campaña electoral alemana ha permitido a los alemanes conocer más detalles de su marido, como su gusto por los pasteles.

“Me gusta mucho cocinar. Sobre todo rollos de carne rellenos y sopa de patatas. Mi marido no se queja casi nunca. Solo le parece siempre que pongo muy poco Streusel [migas de azúcar y mantequilla] en los pasteles. A fin de cuentas, es hijo de pastelero”, ha comentado Merkel en  su página web. Sauer ha acompañado a Michelle Obama por Berlín, ha hecho una barbacoa con George W.Bush y ha conversado con el Papa, pero siempre sin olvidar seguir su propio camino. Como first husband,“Achim” –como lo llama Merkel– siempre se ha mantenido en un segundo plano y la canciller lo respeta. Una de las grandes incógnitas sigue siendo si se lo pasa bien, por ejemplo, durante los programas femeninos oficiales. Entre los muchos agradecimientos de Merkel tras su arrolladora victoria en las elecciones del domingo, dirigió uno especial a su esposo, presente entre el público. “Ha tenido que soportar muchas cosas”, dijo la canciller mirándolo con cariño.

Cita anual.

Sauer evitó subir al escenario para estar al lado de su mujer como suele ser habitual entre otros políticos, que no dudan en abrazar o incluso besar a sus parejas. Su alergia a la escena pública le llevó a ausentarse incluso de las dos investiduras de su mujer, en 2005 y 2009, en el Bundestag (Cámara baja), y todo apunta a que no será diferente en esta ocasión.

Apasionado del compositor Richard Wagner, limita sus apariciones públicas con cuentagotas. El festival wagneriano de Bayreuth es una de las pocas citas anuales donde se puede ver al matrimonio en público. Hombre de pocas palabras, se desconoce su influencia en su mujer. Durante una entrevista televisiva, Merkel afirmó que “naturalmente” que habla de política con su marido, y de acuerdo a los biógrafos de la mandataria alemana, el catedrático tiene más influencia de lo que parece. Para el profesor Helmut Schwarz, amigo de la familia, Sauer es una persona crítica. “No solo es un científico crítico, sino que es crítico consigo mismo, con sus compañeros de profesión y amigos, y seguramente también con su mujer”, declaró en una entrevista en el canal alemán ZDF.

Después de quince años de matrimonio, la pareja parece feliz y hace un par de días Merkel no dudó en hacer todo un gesto de amor durante un acto electoral al responder a la pregunta de a qué político se llevaría a una isla desierta con un claro: “A ninguno. Me llevaría a mi marido”.

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