La guerra congela la minería en Donbass

30 / 01 / 2015 Antonio Pampliega (dpa)
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Los cerca de 500 mineros que el lunes quedaron en el interior de la mina Zasiadko, en la convulsa región ucraniana de Donetsk, pudieron ser evacuados sanos y salvos. Según fuentes prorrusas, un obús impactó contra una central eléctrica cercana. La subestación que alimenta los generadores de la mina ha quedado inutilizada. 
 
 La situación de tensión vivida a comienzos de la semana pone de manifiesto las dificultades que atraviesa la cuenca minera de Donbass, que abarca cerca de 23.000 kilómetros cuadrados en el sudeste del país. Se trata de una región rica en carbón y en hierro que se convirtió en vital para Rusia. Donbass, que debe su nombre al acrónimo Donetsk y yacimientos de carbón, produce hoy en día hierro y acero para toda Ucrania y es uno de los principales complejos de industria pesada del mundo. 
 
 "El gobierno de Kiev lo sabe y por eso trata de acabar con la economía de la región a golpe de bombardeo. Acabar con la minería es acabar con el sustento de miles de familias de la región y condenarlos a la hambruna. La guerra es una cosa asquerosa", denuncia a dpa Vassily Antonovic, director de la mina de Chelyuskintsev desde hace cinco años. 
 
 Desde que en abril dieron comienzo las hostilidades en el este de Ucrania, la artillería de Kiev ha alcanzado en seis ocasiones esta mina produciendo diferentes destrozos, arruinando edificios e instalaciones e hiriendo a varios mineros que, en ese momento, se encontraban trabajando. "Han conseguido que la producción se reduzca considerablemente. De los 2,5 millones de toneladas de carbón que producimos anualmente, este 2014 no vamos a alcanza el millón", denuncia Antonovic. 
 
 El soniquete de las bombas de extracción de agua es hipnótico y soporífero al mismo tiempo. Este desagradable run-run rebota por las paredes de los túneles extendiéndose kilómetros y kilómetros en las profundidades de la tierra. Desde hace semanas este es el único sonido que se escucha en Chelyuskintsev, una mina situada a las afueras de la ciudad de Donetsk. 
 
 "En agosto, la artillería ucraniana destrozó varias instalaciones eléctricas. Las bombas de extracción dejaron de funcionar y los pozos se inundaron de agua", denuncia a dpa Sasha Alexandrovic, uno de los capataces de la mina.
 
 La marca del agua, a modo de recuerdo imperecedero, se torna del color del óxido. Los mineros trabajan sin descanso día tras día para tratar de tener operativa la mina lo antes posible, pero nadie quiere hacer una valoración sobre cuándo volverán a extraer carbón. 
 
 "Seis meses. Un año. Depende de si la guerra vuelve a dejarnos sin luz", se sincera Alexandrovic, quien lleva meses sin cobrar su salario. No hay carbón. No hay venta. No hay salario. "Aun así, aún venimos a trabajar todos los días para tratar de tener la mina operativa lo antes posible". 
 
 En el exterior de la mina la situación es parecida. Calma. Mineros que van y vienen de un lado a otro. Trabajadores que buscan estar ocupados arreglando lo que sea. Soldadores que aprietan el soplete tratando de unir dos trozos de vías. Los más afortunados se encargan de llenar de carbón los vagones de un tren de mercancías que dormita en una vía muerta de la mina. Otros, como Galina y Mikhailovna Voronok, simplemente permanecen de brazos cruzados. 
 
 "El carbón es nuestro pan y nos lo quieren quitar. Hace meses que no cobrábamos, pero tenemos que seguir trabajando para volver a producir carbón para nuestra tierra: La República Popular de Donetsk", afirman las dos mujeres casi al unísono. Su trabajo consiste en separar las impurezas y los desperdicios del carbón. Pero ahora miran con nostalgia las cintas transportadoras que permanecen paradas. 
 
 Las siluetas de las raquíticas torres que suben y bajan a los mineros a las profundidades de Donbass son engullidas, poco a poco, por una espesa niebla. Viktor Nikolayevic camina con las manos metidas en los bolsillos hacia uno de los pozos de la mina. Este hombre lleva 40 años trabajando en diferentes minas de la región de Donbass. Viktor mira hacia el infinito. Silente. Respira profundamente. 
 
 "Este conflicto ha afectado horriblemente a la mina y a sus trabajadores. Durante mes y medio nos ha sido imposible extraer el agua del interior de los túneles; las primeras estimaciones de nuestros ingenieros no son nada esperanzadoras y hasta febrero de 2015 no podrán evaluar el daño real en el interior de los pozos. Calculo que no volveremos a estar operativos al 100 por 100 hasta dentro de seis meses, como mínimo", se sincera Vladislav Marinets ingeniero jefe de Chelyuskintsev. 
 
 Cuando es preguntado por el futuro de los trabajadores, quienes llevan meses sin cobrar sus salarios- al igual que él- se encoje de hombros y desvía la mirada. "Nos han arruinado la vida", acierta a decir, a modo de despedida. 
 
 De los 1.200 empleados, 108 se unieron a las fuerzas rebeldes para combatir contra el ejército ucraniano. "¿Ir yo a combatir? No. Se me pasó por la cabeza pero mi sitio está aquí, trabajando en la mina. Es lo único que sé hacer", confiesa Alexander, de 43 años y que lleva más de 20 trabajando en las profundidades de Donbass. 
 
 Pero este minero encargado de dar energía a los túneles y de movilizar las vagonetas con las que el carbón alcanza la superficie tiene varios amigos que dejaron el pico y la pala por el Kalashnikov. "Han hecho bien. Yo les apoyo y les comprendo", sentencia tajante. 
 
 Yevgeniy Ishenko era minero; hoy es comandante de una unidad de cosacos en la ciudad de Pervomaisk, uno de los frentes de combate más activos del este de Ucrania. Ishenko, minero como su padre y su abuelo, decidió abandonar su profesión cuando el ejército ucraniano comenzó a bombardear indiscriminadamente la región de Donbass. 
 
 "Esta es mi tierra. Pertenece a mis ancestros y nadie tiene el derecho a venir a quitármela", comenta a dpa este comandante rebelde que tiene bajo su mando a más de 300 cosacos que resisten las embestidas de la maquinaria bélica de los ucranianos. 
 
 "El 90 por ciento de mis hombres también eran mineros antes de alistarse, pero con los bombardeos las minas dejaron de funcionar por la falta de suministro eléctrico", señala Ishenko. "La región del Donbass es de vital importancia para el gobierno de Kiev, de aquí sale la inmensa mayoría del carbón que consumen los ucranianos, por eso les interesa recuperarlo, pero no vamos a regalárselo. Lucharemos hasta el final", advierte desafiante. 

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