Grecia divide a Europa

02 / 02 / 2015 Alfonso S. Palomares
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Los griegos han rechazado el discurso del miedo y han apostado por la aventura de Syriza, que abre un futuro cargado de interrogantes que afectará a toda Europa.

Al igual que Aquiles, el héroe de la Iliada, Alexis Tsipras, el líder de Syriza, tiene los pies ligeros. Mucho antes de que se cumplieran las 24 horas de su victoria en las urnas juraba el cargo de primer ministro ante el presidente Károlos Papulias después de conseguir el apoyo de Panos Kammenos, líder del Partido de los Griegos Independientes (ANEL, en sus siglas en griego). Para sorpresa de los observadores, la negociación con Kammenos duró menos de una hora, pero también ha sido sorprendente que escogiera a este grupo de la derecha xenófoba y nacionalista como primer compañero de viaje, se esperaba que buscara apoyos en los pequeños partidos de la izquierda o en el centrista To Potami. ANEL, que ha conseguido 13 diputados, es una escisión por la derecha de Nueva Democracia. Solo coincide con Syriza en el rechazo a las imposiciones económicas de Bruselas y a la asfixiante presencia de la Troika. Suficiente para el acuerdo, según las dos formaciones. Tsipras tenía prisa y se fue a ver al arzobispo de Atenas, Ieronimos, para comunicarle que no juraría su cargo ante él sino que lo haría ante el presidente. La decisión, aunque esperada, ha desatado las críticas de los conservadores.

Por primera vez en la historia de la democracia griega un primer ministro no juraba su cargo en una ceremonia barroca recargada de incienso y boato ante la máxima autoridad religiosa. Tsipras declaró que este hecho no suponía una ruptura con la Iglesia griega, de la que admiraba su labor solidaria, y que en el futuro fomentaría la colaboración de esta institución y su Ejecutivo. A pesar de estas declaraciones del primer ministro, es posible que las cosas ya no sean como hasta ahora. Es cierto que la poderosa Iglesia griega coordina amplias redes asistenciales de caridad y solidaridad, pero no es menos cierto que sus enormes posesiones y riquezas están exentas de tributar al Estado. Es posible que por ahí pueda venir algún tipo de confrontación. En Grecia, como en otros países de Europa, han crecido los movimientos laicos. En el lenguaje de los símbolos conviene destacar, aunque parezca algo sin importancia, que Tsipras juró su cargo aseado con un traje oscuro, pero sin corbata. Algo llamativo en un país tan amante de los ritos como Grecia. En los primeros movimientos se puede visualizar un cambio de formas.

La formación de Gobierno también ha ido a paso ligero, como empujada por el viento de Aquiles. Como los lectores recordarán, según la mitología griega Aquiles tenía un punto débil y vulnerable, un talón, al que el príncipe troyano Paris disparó la flecha para matarle. La tarea que le espera a Tsipras para sacar a Grecia del fango económico en que se encuentra va a ser titánica y no le resultará fácil. Hay muchos intereses y muchos poderes que dispararán flechas contra los talones de todas sus promesas. No le van a dar facilidades en Bruselas, ni en Berlín, ni en Londres ni en otras muchas capitales. De entrada, le están rechazando a pesar de que les tiende la mano con guante de terciopelo.

Un paisaje arrasado.

Antes de seguir conviene precisar que las elecciones han causado verdaderos destrozos en el paisaje tradicional de la política griega. Lo más visible a primera vista es que se ha roto el bipartidismo, aunque no exactamente porque el bipartidismo sigue existiendo, pero muy diferente. Durante cuarenta años se alternaron en el poder la derecha de Nueva Democracia y el centroizquierda del Pasok. El Pasok ha quedado hecho trizas y necesitará una profunda transformación si quiere seguir respirando en el mundo de la política. Para colmo, el nieto del fundador y veterano líder Yorgos Papandreu se desgajó del tronco genealógico y fundó Socialistas Democráticos, que al no llegar al 3% de las papeletas se ha quedado fuera del Parlamento. El Pasok, por su parte, ha obtenido un misérrimo 4,6% de los votos. La palabra descalabro se queda corta si tenemos en cuenta que estaba acostumbrado al apoyo del 40% de los votantes. Sin la estúpida aventura de Papandreu, a pesar de la caída, el Pasok hubiera sido la tercera fuerza en lugar de Aurora Dorada, el partido nazi cargado de xenofobia que ha logrado el 6,3% de los votos y tiene a 48 de sus miembros en la cárcel de Karidalos, entre ellos, a su líder Nikos Michaloliakos. To Potami, el nuevo partido formado por profesionales y considerado de centro, ha logrado un resultado interesante y es probable que termine apoyando al Gobierno.

Alguna vez he escrito aquí que la calidad del té se comprueba cuando se mezcla con el agua hirviendo, pues bien, Tsipras ya está sumergido en el agua hirviente. A partir de ahora comprobaremos su éxito o su fracaso como estadista. Desde muchos ámbitos populares le han enviado felicitaciones, pero desde los diversos centros del poder europeo le han enviado las estridentes señales de las luces rojas. Ha proclamado que Grecia había dicho adiós a la austeridad y a la Troika. Tendrá que negociar mucho y bien para lograrlo. Es una aspiración que contradice los dogmas económicos impuestos por Angela Merkel a la Unión Europea. Y aunque se ha demostrado que el dogma de la austeridad ha aplastado la dinámica económica, ella sigue fiel a sus principios, aunque hayan sido una factoría de pobreza masiva y enriquecimiento escandaloso de unos pocos.

¿La hora de la rebelión?

No puedo resistirme a copiar un párrafo del libro No se puede ser siempre feliz de la fallecida periodista francesa Françoise Giraud, directora durante varios años de L’Express: “Sin duda, el siglo verá también una rebelión de los pobres. Seguimos siendo el pobre o el rico de alguien, pero la separación entre el mayor número y el más pequeño crecerá por el crecimiento de los que ya son ricos, que es cada vez más rápido provocando enormes desigualdades. Es difícil y casi imposible imaginar qué forma tendrá esta sublevación, si es que tiene lugar”. La pregunta que formulamos es: ¿estamos ante una forma de la sublevación que anunciaba Giraud? No lo sé. También es una incógnita conocer el futuro que les espera a los planteamientos de Syriza.

Los griegos han rechazado el discurso del miedo de Samarás, que afirmaba que fuera de la austeridad no había salvación. Tampoco le creyeron cuando les decía que las cifras económicas habían mejorado, porque ellos no las veían reflejadas en la realidad de sus neveras. Han apostado por Tsipras, aun sabiendo que es una aventura porque la desventura ya la conocen. La deuda aplasta la economía y la política griegas y resolver cómo llevar esa carga es el gran desafío del nuevo primer ministro. La deuda sobrepasa el 175% del producto interior bruto. Los acreedores del 70% son instituciones públicas internacionales. Al FMI le deben 32.000 millones de euros; a los otros países de la Eurozona, 53.000 millones; al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), 141.000. Desde el BCE le han dicho que no haga hipótesis sobre la reducción de la deuda por razones legales. El comisario europeo de Energía, Gunther Oettinger, ha manifestado que el nuevo Gobierno debe cumplir los acuerdos firmados entre Atenas y la Eurozona: “Si reducimos la deuda griega enviaremos una peligrosa señal a Portugal, Chipre, Irlanda y España”, ha dicho.

Viajando a través de Internet por los medios informativos europeos de los más diversos colores ideológicos podemos observar que el país más citado en relación con Grecia es España, incluso para decir que son dos realidades diferentes. Y lo son. La economía griega tiene un peso del 2% en la economía europea, mientras el de la española asciende al 12%. El PP dice que no es Nueva Democracia, el PSOE dice que no es el Pasok, Podemos dice que no es Syriza pero se le parece, y solo Izquierda Unida reclama su identidad con Syriza. En cambio, los medios de comunicación llegan a considerar hermanos siameses a Syriza y Podemos. Tampoco es eso. El PSOE tiene un gran reto, marcar diferencias y tipificar un programa donde quede clara su lucha contra la desigualdad y el alejamiento del PP. El cambio constitucional donde se da preferencia al pago de la deuda fue una cuchillada al espíritu del PSOE por muchas muecas que haga Zapatero al negarlo.

Pero volvamos a Grecia. La Troika, a pesar de las declaraciones, es consciente de que Atenas no puede pagar la deuda si no se la apoya de una forma u otra. Tsipras ha manifestado su disposición a colaborar y negociar un acuerdo con los acreedores para una solución viable y duradera que beneficie a todos. ¿Cómo desatar este nudo gordiano? La quita parece descartada por el temido efecto dominó sobre otros países, solo queda la reestructuración de la deuda sin tocar el montante, pero alargando los periodos y rebajando los intereses. El primer ministro sostiene que solo relanzando la economía puede lograr recursos para poder pagar algún día, pero mejorando antes las condiciones de vida del pueblo griego. Europa le exige bajada de salarios, privatizaciones de empresas públicas, más recortes y austeridad presupuestaria y él propone la creación de más empleo público, aumentar el salario mínimo de 510 a 750 euros, fomentar las inversiones apoyando a la pequeña empresa, luchar contra la delincuencia económica organizada y subir los impuestos a los oligarcas. Apuesta por un cambio en la política monetaria, no por un cambio de moneda. Los interrogantes y las dudas son muchos. ¿Cómo se puede reformar en profundidad la sociedad griega sin que los mercados la estrangulen? Merkel ya ha soltado que Grecia debía prepararse para una eventual salida del euro. Los tratados europeos no prevén que un Estado salga del euro, consideran que la pertenencia de un país a la Eurozona es irrevocable. Frente a esta realidad algunos analistas apuntan la posibilidad de una enmienda a los tratados que permita la salida (expulsión de un país) de la Eurozona sin que por ello tenga que abandonar la Unión Europea.

Un futuro cargado de incógnitas.

Es cierto que sobre Europa soplan vientos de cambio reclamando una política más humana y más social. ¿Qué papel jugará la izquierda europea en esta apuesta?, se preguntan los medios de la izquierda francesa que reclaman un papel más activo de François Hollande, al que reprochan haber renunciado a sus programas de lucha contra la austeridad plegándose a los esquemas de Merkel. Hollande, que tenía la popularidad por los suelos, rescató su prestigio político por la gestión de las tragedias de Charlie Hebdo y del supermercado judío. Ahora le invitan a que apoye un cambio de diseño de la política europea. El presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, ha declarado que Tsipras es un pragmático que sabe que tiene que llegar a un compromiso con Europa. La victoria de Syriza va a tener consecuencias para el continente, pero no sabemos cuáles. Son muchas las Casandras que le anuncian y le desean un fracaso sin paliativos porque su éxito les arrastraría al propio fracaso. Ya se sabe que Casandra, sacerdotisa de Apolo, tenía el don de oír el futuro, pero solo oía y profetizaba catástrofes. Vamos a vivir momentos históricos para el futuro de Europa. Veremos si triunfa el rostro del humanismo dialogante o la austeridad inflexible del bastón. La lucha promete ser apasionante.

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