Europa en la nueva geopolítica

31 / 01 / 2017 Alfonso S. Palomares
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Frente a los Estados Unidos de Trump, al Reino Unido del brexit y a los populismos de extrema derecha, la UE debe rearmarse avanzando en la unión política y la armonización económica y primando las políticas de integración.

Foto de familia de los líderes de los partidos populistas y xenófobos reunidos el pasado fin de semana en la ciudad alemana de Coblenza

La Unión Europea pasa por malos momentos que repercuten en su definición y en su modo de estar en el mundo. A pesar de todo, debe apostar por sí misma y sus valores, no rendirse a botarates populistas que quieren cambiar el orden mundial sin un Norte concreto al que dirigirse. Sentarse en la Casa Blanca recitando: “América primero” o “Haremos a América grande de nuevo” no deja de desprender un humo fascistoide, fruto de un pensamiento primario y simplista y de una actitud insolidaria.

Trump quiere crear fronteras para el proteccionismo comercial y frente a la inmigración, cuando, paradójicamente, Estados Unidos es el resultado de una acumulación histórica de inmigrantes. El nuevo presidente quiere darle un giro de 180 grados a la geopolítica mundial, pero hasta ahora esta idea está formulada a borbotones y contra toda lógica histórica. En Estados Unidos hablan el español 50 millones de personas, una cifra notable y con gran proyección cultural, y Trump ha retirado esta lengua de todos los soportes de comunicación de la Casa Blanca. El gran cambio con relación a sus predecesores es ponerle la proa a la Unión Europea, a la que considera una organización hostil y una conspiración para dañar los intereses de Estados Unidos. El colmo de la estupidez analítica.

A partir de este pensamiento rudimentario, ajeno a toda base científica, su propósito es trabajar por la descomposición de Europa y que vuelva a los pequeños nacionalismos estatales, cargados de rencorosas mitologías y que nos han llevado a tantos conflictos, grandes y pequeños, a lo largo de nuestra historia. Tiene prisa por negociar un tratado comercial con la primera ministra británica, Theresa May, aunque la UE y, en concreto, la alta representante de la Política Exterior, Federica Mogherini, le han recordado que mientras el Reino Unido sea socio del club europeo no podrá cerrar tratados con terceros países. Y el brexit todavía no se ha puesto en marcha, presentarán la petición de salida dentro de mes y medio. El señor Trump puede no saber esto, dada su ignorancia política, la señora May lo sabe.

En este giro geopolítico total de Trump figura su entusiasta amistad por Vladimir Putin, a veces habla como si quisiera ir de la mano del ruso por el paisaje internacional. Ya ha sido advertido por la CIA y Barack Obama de que Putin juega en otro equipo, contrario a los intereses de EEUU y de Occidente. Este fervor por Putin contrasta con su hirviente nacionalismo de “América primero”.

 

El enemigo en casa

Europa no solo tiene enfrente a Trump y al Reino Unido abandonándola, sino a un populismo con aroma fascista en varios países europeos, que considera que la victoria del norteamericano favorecerá sus tesis nacionalistas y la llegada del fin de la Europa articulada en la UE. La señora Marine Le Pen, líder del Frente Nacional francés, habla de una nueva era de patriotas. Una primavera de patriotismo.

El pasado fin de semana se reunieron en la ciudad alemana de Coblenza, allí donde el Rin se une con el Mosela, los líderes ultras de Francia, Marine Le Pen; de Alemania, Frauke Petry; de Holanda, Geert Wilders; y de Italia, Matteo Salvani. Hubo profusión de banderas, viejas canciones y discursos líricos. Wilders gritó con entusiasmo: “Ayer una nueva América, hoy Coblenza y mañana una nueva Europa”. Le Pen afirmó: “2017 será el año en que los pueblos de la Europa Continental despertarán y asistiremos al fin de un mundo y al nacimiento de otro.”

Malos recuerdos

Las canciones que se entonaron en Coblenza, cargadas de patriotismo, traen los recuerdos de la peste parda que tanto dolor y muerte causaron en Europa el siglo pasado. Según los líderes allí reunidos, los pueblos de Europa tienen que encerrarse sobre sí mismos y cocerse en delirios patrióticos. Levantar muros a la inmigración, principalmente a la árabe musulmana. Es un mensaje simple que llega a mucha gente. La alemana Petry tuvo la osadía de comparar la UE con la Alemania nazi y la Rusia soviética, ya que es enemiga, dijo, de la libertad, la seguridad y la prosperidad. En Francia, Holanda y Alemania se celebran elecciones este año y los sondeos dan buenos resultados a estos nacionalistas radicales. En Francia, Le Pen pasaría a la segunda vuelta, aunque se confía en que será frenada por el candidato del partido que la acompañe, sea cual sea. En Holanda, Wilders tiene probabilidades de ganar, aunque no es el caso de Petry en Alemania. Hay fuertes latidos de nazismo en estos partidos, aunque traten de ocultarlos.

En estas circunstancias, Europa tiene que rearmarse. ¿Cómo?: con más Europa y más democracia. Hay que avanzar sin miedo hacia la unión política y la armonización económica. Primar las políticas de integración teniendo en cuenta los valores europeos. La cohesión social tiene que apoyarse en una mayor redistribución de la riqueza. La crisis se ha gestionado mal y la receta de la austeridad ha generado los populismos. Solo una integración política asegurará la solidez de la UE y podrá plantar cara al histerismo de Trump y frenar los populismos interiores de extrema derecha. 

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