Algo se mueve en Arabia

19 / 01 / 2018 Roger McShane (Riad)
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El nuevo príncipe heredero está aplicando grandes reformas económicas y sociales.

Fuentes: The Economist Intelligence Unit y RBRTE

Tras el escenario, el evento se parecía a cualquier otro de los que se celebran en Riad, la capital de Arabia Saudí. Hombres con túnicas blancas se sentaban en sofás recubiertos de oro y comían dátiles. Algunos rezaban hacia la Meca. No había mujeres presentes ni alcohol. Pero cuando los asistentes tomaron asiento, presenciaron algo inusual. Hasta 2017, habían pasado casi tres décadas desde que se celebrara el último concierto en la ciudad. Y sin embargo, esa noche, Toby Keith, una estrella estadounidense de la música country entre cuyos éxitos están las canciones Amo este bar y El ron es la razón, cantó baladas para el público.

Un príncipe con una visión

Arabia Saudí está cambiando (y lo seguirá haciendo, aunque con paso vacilante, en 2018). El joven príncipe heredero, Mohamed Bin Salman (o MBS, como le llaman) está agitando los ámbitos sociales, políticos y económicos. Su propio auge representa una ruptura con la tradición. El rey Salman, su padre, en 2015 se saltó al resto de sus hermanos y nombró a su sobrino como príncipe heredero. Pero luego, en 2017, lo expulsó y designó a su hijo, con lo que concentró todo el poder en una sola rama de la familia. MBS planea ambiciosas reformas para el reino.

Estas ambiciones comienzan con la economía. El plan de Mohamed Bin Salman conocido como Vision 2030, planea hacer que la economía no dependa exclusivamente de los ingresos del petróleo. Eso ya no es sostenible (ver gráfico sobre estas líneas). Por ello el príncipe heredero planea acabar con los subsidios y diversificar la economía. El descontento provocó que en 2017 tuviera que dar marcha atrás con sus medidas de austeridad. Pero el mayor test para su temple reformista será la venta del 5% de Saudi Aramco, el gigante petrolero estatal. Aunque la venta está programada para 2018, la operación se retrasará. Además, la valoración de Aramco será mucho menor que los dos billones de dólares (1,7 billones de euros) que MBS espera, en parte porque su propia injerencia en la empresa preocupa a los inversores.

Algunos analistas creen que el Gobierno debería anular las bajadas de impuestos a Aramco para impulsar los beneficios estatales. O bien seguir ofreciendo gasolina barata a la población a expensas de los beneficios de la empresa. El Gobierno, sin embargo, está intentando aplacar a la población (que en un 70% tiene menos de 30 años) de otras formas. La nueva Autoridad General de Entretenimiento (AGE) celebró miles de eventos en 2017. En 2018 habrá aún más debido a que el Gobierno está suavizando las restricciones que impone el estricto código social islámico que rige el reino. Los clérigos conservadores están preocupados, pero la AGE sigue adelante. Se espera que puedan verse pronto cines en Riad, prohibidos desde los años 70.

El Gobierno ha reprimido las voces más conservadoras y socavado el poder de la Mutaween, la policía religiosa. En 2017 el rey Salman ordenó a los organismos públicos que dejaran de denegarle de forma arbitraria a las mujeres el acceso a servicios por carecer del consentimiento de un pariente varón.

En 2018 se producirán más avances. En junio se permitirá a las mujeres conducir debido al aumento de la presión social y a que cada vez más mujeres necesitan coger el coche para ir a trabajar.

Todos estos cambios no solo han molestado a los clérigos. La familia real también está irritada con el rápido ascenso de MBS, que ha desplazado a otros jóvenes príncipes. El príncipe heredero ha aumentado las preocupaciones de la aristocracia por sus temerarias actuaciones en política exterior, como la desastrosa guerra de Yemen o la operación de aislamiento a Qatar. Tan grande es el rencor que algunos analistas creen que el rey y su hijo podrían ser depuestos. Para evitar algo así, en 2017 MBS tomó medidas drásticas contra posibles rivales. Un escenario más probable es que el rey Salman, muy enfermo, abdique en favor de su hijo. Así, el rey Mohamed podría seguir reformando el reino.

Roger McShane: jefe de Oriente Próximo de The Economist

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