Nubecitas en el horizonte

11 / 01 / 2018 Ryan Avent (Washington)
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Pequeñas amenazas para las finanzas.

Carney (Banco de Inglaterra), Draghi (BCE) y Yellen (Fed). Foto: Abdulselam Durdak/Anadolu Agency/Getty Images

El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que todas las grandes economías crezcan en 2018. Y, sin embargo, también es algo que predijo en 2007 para 2008. Aunque parece poco probable una repetición de la crisis financiera global en 2018, hay muchas maneras en que las actuales perspectivas de color de rosa podrían torcerse.

Como en los años anteriores, una posible causa de crisis es China. La deuda del sector privado no financiero alcanza el 200% del PIB, y el nivel de nuevos préstamos se mantiene alto. La desaceleración del crecimiento de los precios inmobiliarios parece anunciar el fin de un boom del ladrillo basado en el endeudamiento. Y esperemos que no presagie un crack.

Pero si bien es cierto que China posee el tamaño y la deuda suficientes como para provocar una crisis global, es poco probable que esto se produzca. Pekín mantiene un férreo control sobre el sistema financiero, lo que dificulta la huida de capitales y deja al mundo menos expuesto frente a los problemas financieros del país. Además, a pesar del incremento de la deuda pública, el Gobierno tiene la capacidad fiscal para gestionar una oleada de colapsos financieros.

Un riesgo mayor que la crisis financiera es que China sea incapaz de mantener su ritmo de crecimiento. Esto afectaría a otros países y podría incrementar la vulnerabilidad de la economía mundial frente a perjuicios inesperados.

Europa sigue siendo una prometedora fuente de sucesos inesperados. La destrucción de la Eurozona podría generar otra crisis mundial, y hay dos formas en que esto podría ocurrir. El bajo crecimiento continúa siendo un problema en algunos países del euro (como Italia). Y si a esto se le añadieran unas reformas insuficientes (de nuevo Italia) y grandes niveles de deuda pública, se podría producir una pérdida de confianza de los mercados, un aumento del interés de los bonos y la necesidad de un rescate. Por otro lado, uno de los grandes países europeos (pongamos, Italia) podría elegir presidente a un populista que sometiera a referéndum la continuidad en el euro.

Por suerte, este escenario parece poco probable. El Banco Central Europeo ha neutralizado los intentos de los mercados de elevar el interés de los bonos. Y además continúan los esfuerzos por fortalecer las instituciones del euro. Pero puede haber sustos, desde el matonismo de Rusia al separatismo catalán. Europa sigue manteniendo mucho material de combustión, si bien las posibilidades de que salte la chispa se han reducido.

¿Y qué hay de las bombas reales? Un conflicto militar con Corea del Norte podría hacer que los mercados entraran en barrena, y una guerra en Oriente Próximo podría incrementar los precios del petróleo.

Pero las fuentes de problemas más probables son mucho más pedestres: bancos centrales, la complacencia con un crecimiento sólido y la disminución del riesgo de recesión, realizar ajustes monetarios demasiado fuertes o demasiado pronto... Los bancos centrales del mundo rico han endurecido sus políticas y podrían volver a subir los tipos demasiado pronto. El BCE podría subestimar los efectos de una apreciación del euro en las exportaciones, y la Reserva Federal podría sobrestimar la fuerza del consumo en Estados Unidos y proceder a una subida de tipos.

Con ello podrían favorecer una recesión, pues el margen para estimular a las economías en dificultades es lamentablemente muy limitado. Los tipos de interés, próximos a cero, no pueden recortarse mucho más. Es poco probable que una Europa obsesionada con la deuda pueda aprobar estímulos fiscales masivos para dar respuesta a una recesión, lo mismo que unos Estados Unidos disfuncionales. Una vez que la recesión comenzara, podría agravarse mucho antes de que los Gobiernos llegasen a reaccionar. Pero para entonces alguno de los polvorines distribuidos por el globo podría haber explotado de forma espectacular. Sin embargo, tal como pronostica el FMI, lo más probable es que todo vaya bien.

Ryan Avent: Columnista de temas monetarios de The Economist

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