El hombre de Francia que tiene un plan

25 / 01 / 2018 Sophie Pedder (París)
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Emmanuel Macron quiere reformar el país… y todo el continente.

No le cae bien. Foto: Jean-Paul Pelissier/Reuters

Con el Reino Unido post brexit en retroceso y Angela Merkel en su último mandato, Emmanuel Macron reclamará en 2018 el futuro liderazgo de Europa. Recién elegido en mayo de 2017, el joven presidente de Francia buscará primero reformar su país y luego un acercamiento entre los europeos, restaurando la confianza en el futuro de la UE.

Reformar Francia es un prerrequisito para el progreso en Europa. Macron empezó a desregular el mercado laboral cuatro meses después de asumir el cargo. Pero querrá ir más lejos. Al reorganizar el Estado del bienestar francés y reducir los impuestos y otras limitaciones comerciales, debería impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo. Revisará el ineficaz presupuesto para formación profesional del país, aumentará el número de puestos de aprendizaje y reactivará las oficinas de empleo. Su Gobierno también empezará a trabajar en la reforma del sistema de pensiones, la optimización de los servicios públicos y la remodelación del sistema educativo.

El gasto social en Francia, más del 30% del PIB, está 10 puntos por encima de la media de la OCDE, el grupo de las naciones más ricas. Pero los planes de Macron no supondrán recortes indiscriminados. Su ambición no es transformar Francia en unos EEUU o un Reino Unido liberalizados, sino en una especie de Escandinavia a la francesa. La reforma de las pensiones será una buena prueba. El sistema de Francia de 35 horas semanales da a los trabajadores diferentes derechos, carece de transparencia y desanima la movilidad laboral. Macron intentará unificar estos tres conceptos en un sistema de puntos, más apropiado para el impredecible mundo laboral. La filosofía rectora será fijar derechos individuales transferibles que faciliten la movilidad laboral.

Dichos planes serán muy exigentes, requerirán una resuelta política de seguimiento y provocarán recelo y resistencia. Los profesores, en particular, estarán en vilo por algunas de medidas de Macron para la educación. Se producirán protestas. Los índices de popularidad del presidente caerán aún más bajo, pero este mantendrá el pulso.

Su frágil pero leal y joven partido, ¡En Marcha!, se enfrentará a una oposición parlamentaria poco seria. Los socialistas lucharán por su supervivencia. Marine Le Pen lo hará para unir a su ultraderechista Frente Nacional. Podría haber algún cambio en las fronteras partidistas del centro-derecha, como el giro a la derecha de los republicanos bajo un nuevo líder, Laurent Wauquiez, que será una de las voces de la oposición. El otro podría ser Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, de extrema izquierda, quien aprovecha cualquier oportunidad para acusar a Macron de ser un agente del capitalismo ultraliberal. El desafío del presidente será persuadir a su base electoral, inclinada a la izquierda y al centro, de que no está gobernando solo para las empresas y las clases acomodadas.

Si Macron cumple con su palabra a nivel nacional, será más creíble cuando promocione sus reformas en Europa. El 22 de enero, 55 aniversario del Tratado del Elíseo que cimentó los lazos entre alemanes y franceses, intentará reiniciar estas relaciones. Algunas de sus ideas chocarán con el escepticismo alemán, en especial las que conciernen a los presupuestos de la Eurozona, ministro de Finanzas y Parlamento, pero habrá espacio para abonar el terreno de otras: defensa comunitaria, medidas de seguridad e inteligencia, así como intercambios educativos. En un intento de acercar Europa a sus ciudadanos, exasperados por la jerga técnica del control de crisis, Macron se aventurará también con una réplica de la consulta comunitaria que le ayudó a construir su nuevo partido.

Cuando Macron adopte las medidas laborales antes de su primer aniversario en el cargo, y se vuelva a las 40 horas semanales antes de empezar el año, será evaluado más allá de Europa. Después de años de la relativamente discreta diplomacia francesa, buscará una posición más dominante, dirigiendo las iniciativas sobre cambio climático, Siria, Libia y Rusia. Intentará rebajar la tensión en las calles de Francia y en el Sahel africano, aunque el terrorismo seguirá siendo una preocupación de primer orden. 

El día de la gloria está en el horizonte

En 2018 se celebrará el 60º aniversario de la creación de la V República de Charles de Gaulle y el 50º del levantamiento estudiantil de Mayo del 68, que presagió la despedida del general. Muy atado a los símbolos, Macron será consciente de la importancia de la primera celebración y de los riesgos de la segunda. Su concepto jupiteriano de la presidencia reflejará un regreso a la interpretación gaullista de las instituciones y al remake de partidos políticos que las generales pondrán en su lugar. Pero Macron deberá asegurarse de que su presidencia no es vista como arrogante y despectiva, de tal manera que se exponga al famoso espíritu rebelde de su país. Si logra el equilibrio, este podría ser el año en que Francia emerja completamente del largo embrujo de la depresión y entre en una nueva y prometedora era.

Sophie Pedderjefa de la delegación en París de The Economist

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