El año de las brextimaciones

08 / 01 / 2018 John Peet
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Muchas opciones y poco tiempo para llegar a acuerdos.

Para el brexit, 2018 será un año de crisis. El procedimiento para salir de la UE establece un plazo de dos años desde el día en que Theresa May aplicó el artículo 50, el pasado marzo. Así que el brexit ocurrirá el 30 de marzo de 2019. Los negociadores de la UE dicen que eso significa que el acuerdo debe firmarse en otoño de 2018 para dar tiempo a los Gobiernos de la UE y al Parlamento Europeo de aprobarlo.

La falta de tiempo hará que los primeros meses de 2018 sean muy tensos. Para entonces, el Gobierno de May debería tener un borrador sobre los derechos de los ciudadanos de la UE en el Reino Unido y de los ciudadanos británicos en Europa, así como lograr un entendimiento de cuánto deben pagar los británicos por salir de la UE. Pero nadie ha encontrado la manera de evitar la brecha con Irlanda y las negociaciones sobre las futuras relaciones entre el Reino Unido y la UE apenas habrán comenzado.

Una primera conclusión es que debe haber un periodo de transición después de marzo de 2019 para evitar un brexit al borde del precipicio. Se basará en el statu quo, lo que significa que el Reino Unido debe aceptarlo sin inspectores, votos o representantes en el Parlamento Europeo. Hasta esto será difícil de acordar. La Unión Europea no querrá construir un puente hasta que no sepa dónde va, mientras que los pro brexit recelarán de cualquier indicio de Bruselas que se interprete como una postergación.

May insiste en que el Reino Unido debe abandonar el mercado único y la unión aduanera y cerrar un trato a medida y de colaboración global, que abarque el libre comercio y la coordinación normativa y cooperación en materia de seguridad exterior y nacional. Es verdad que la Unión Europea y el Reino Unido tienen mucho que ganar de un trato así, pero para la UE está claro que el Reino Unido no puede salir tan beneficiado como un miembro de pleno derecho, y la experiencia sugiere que se tardarán años para alcanzar un acuerdo, e incluso más para ratificarlo, ya que se necesita la aprobación de todos los Parlamentos (nacionales y algunos regionales). 

¿Hay o no hay acuerdo?

Las negociaciones provocarán otros dos grandes dolores de cabeza a May. El primero es un insolente Parlamento que tendrá voto sobre cualquier acuerdo final del brexit. Los tories de May perdieron la mayoría en los Comunes en las elecciones de junio de 2016, y también están en minoría en la de los Lores. Ni los rebeldes tories ni los unionistas de Irlanda del Norte, que oficialmente apoyan a May, tienen ningún interés en forzar nuevas elecciones con el riesgo de colocar a Jeremy Corbyn en el poder, pero todavía pueden convertir la vida de Theresa May en un infierno durante su frágil Gobierno.

El segundo inconveniente es que una mezcla de rebeldes diputados, recalcitrantes negociadores de la UE y la notable complejidad del brexit tentará a la línea dura de los tories e incluso a algunos ministros a recurrir al mantra de que “ningún trato es mejor que un mal trato”. Boris Johnson, ministro de Exteriores, y Liam Fox, secretario de Estado de Comercio Internacional, han creído siempre que el Reino Unido no tiene nada que temer de salir de la Unión y tratar con ella en términos de la Organización Mundial del Comercio. Junto con su canciller, Philip Hammond, y la mayoría de economistas, May cree que ese sería un resultado terrible, pero el riesgo de que ocurra por defecto, bien porque el tiempo corre, bien porque las negociaciones se paralicen, sigue siendo grande.

El brexit y sus resultados también serán decisivos para el futuro de la propia May. El Partido Laborista e incluso muchos conservadores esperan que se retire pronto. Pero May ha cobrado nueva vida, sobre todo porque nadie más confiaba en el brexit. La perspectiva es que May se irá muy pronto, es decir, como muy tarde en 2019, lo que le daría al nuevo líder un par de años para recuperar la credibilidad de los tories antes de las próximas elecciones de 2022.

El mayor obstáculo en este escenario y con un brexit suave es el miedo sobre la economía, muy lenta a finales de 2017, cuando otras economías europeas cogieron ritmo. El viejo reclamo pro brexit que defiende que un Reino Unido dinámico ha sido frenado por estar encadenado al cadáver de Europa caerá en el descrédito en 2018. Puede que esto no solo endurezca las negociaciones del brexit; también podría socavar fatalmente las pretensiones de mayores competencias económicas que tanto han favorecido a los tories en los últimos siete años. Incluso si May se fuera pronto, su partido puede tener serias dificultades para recuperar la confianza de los votantes, sin importar cuán hábilmente gestione ella el brexit.

John Peet:jefe de Política y Brexit de The Economist

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