Después de Merkel

09 / 01 / 2018 Jeremy Cliffe (Berlín)
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Se avecina una nueva Alemania.

¿Una renovación con Günther…… o posiblemente Klöckner…… o quizá Spahn?

Angela Merkel nunca pensó que seguiría a Helmut Kohl como líder de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU, en sus siglas en alemán). Wolfgang Schäuble, el gran protegido renano, le sucedió como jefe del partido en 1998, pero acabó enredándose en los mismos escándalos de financiación que derribaron a su mentor y en 2000 le pasó el testigo a Merkel. Desde entonces, ella domina el centro derecha en Alemania. La transición siguió los patrones de la Alemania posbélica: ningún canciller ha elegido a su sucesor.

En 2018, el largo mandato de Merkel comenzará a concluir. Incluso antes de las elecciones al Bundestag de septiembre de 2017, la mayoría en Berlín esperaba que la canciller dimitiera en la segunda mitad de su cuarto mandato, entre 2019 y 2021. Un mediocre resultado para la CDU e incluso peor para la Unión Social Cristiana (CSU), su partido hermano bávaro, reforzó la suposición. Merkel podría incluso renunciar antes como jefa de partido, un puesto independiente de la cancillería.

¿Desafiará Merkel a la historia y sentará las bases del futuro de su partido, o su relevo marcará una decisiva ruptura del merkelismo? Las ramificaciones de la respuesta traspasarán las fronteras de Alemania.

En síntesis, Merkel intentó una coalición jamaicana con el proempresarial Partido Democrático Libre (FDP) y los verdes de centro izquierda (los colores de los partidos coinciden con la bandera jamaicana). Los socialdemócratas (SPD) han descartado otra gran coalición con ella. Si estas conversaciones fracasan, un Gobierno en minoría o nuevas elecciones a principios de 2018 son posibles, pero no probables.

Independientemente del nuevo Gobierno que se forme, ciertas divisiones definirán su trabajo. Todos están de acuerdo en que Alemania necesita una nueva ley de inmigración que estipule qué clase de inmigrantes tienen derecho a quedarse, pero no están tan de acuerdo en cuanto a su generosidad. Algunos se inspiran en lo que el presidente Emmanuel Macron llama en Francia un gran debate sobre el futuro de la UE; otros están preocupados por un nuevo saqueo a sus bolsillos. La mayoría de los políticos aceptan que el sector automovilístico necesita una renovación después del escándalo de las emisiones contaminantes y la arriesgada apuesta del sector por los motores diésel. Algunas ciudades alemanas pueden aprobar prohibiciones a los vehículos diésel, pero hay un profundo desacuerdo en cuanto al alcance y en si el Gobierno federal debe establecer una fecha tope para ir retirando los motores de combustión interna.

Una nueva y robusta oposición se enfrentará a Merkel. La extrema derecha de Alternativa para Alemania (AFD), como el tercer mayor grupo parlamentario, hará ruido poniendo en escena provocaciones y maniobras de propaganda (siempre que no sea devorada por sus luchas internas). Mucho más efectivo será el SPD, decidido a poner distancia una vez más entre ellos y la CDU-CSU y que ahora está liderado en el Bundestag por la púgil de izquierdas Andrea Nahles. La canciller espera nuevas disensiones en sus propias filas; particularmente del CSU, que la culpa en parte de su derrota electoral y de defender su dominio político en Baviera en las estatales de otoño.

Luego, quizá, vendrá una prueba mayor de las fuerzas que le quedan a Merkel: la carrera por su sucesión. De los que continúan destacan Ursula von der Leyen, Thomas de Maizière y Peter Altmaier, que sirvieron en el último Gobierno como ministra de Defensa, ministro del Interior y jefe de gabinete, respectivamente. Annegret Kramp-Karrenbauer, primera ministra del Sarre, y David McAllister, miembro del Parlamento Europeo y ex primer ministro de la Baja Sajonia, también mantendrían a Alemania en un prudente centrismo (o merkelismo).

Pero ninguna de estas figuras destaca como sucesor fuerte y natural de Merkel. “A la sombra de un gran árbol, la hierba no siempre crece bien”, dijo Schäuble en 2017 (ahora transferido de ministro de Finanzas a la presidencia del Bundestag). Por otra parte, después de 12 años de Merkel, muchos en Berlín ven su salida como una oportunidad de cambio, renovación y, quizá, de reconciliación con alguno de los dos millones de votantes perdidos por la CDU-CSU y ganados por el FDP y la AFD en las elecciones de 2017. 

Alternativas para Alemania

Hay tres jóvenes candidatos a la vista. El primero es Daniel Günther, quien ha encabezado la coalición Jamaica en el Estado de Schleswig-Holstein desde que, sorprendentemente, liderara la victoria de la CDU allí en mayo de 2017. El segundo es Julia Klöckner, cuyas perspectivas parecían incluso mejores antes de su pobre resultado en las estatales de Renania-Palatinado en 2016. Y el tercero, con más opciones, es Jens Spahn, viceministro de Finanzas desde 2015 y, como Klöckner, crítico con la política sobre refugiados de Merkel, que ambos ven demasiado liberal.

Aunque disminuida por los resultados electorales, Merkel tendrá un cierto grado de influencia para decidir quién debería sucederle. “Probablemente esté considerando unos diez nombres y reducirá la lista poco a poco”, afirma una fuente. Pero décadas de historia posbélica en Alemania sugieren que Merkel no tendrá la última palabra. Schäuble, favorito entre las bases del CDU, está promoviendo a varios jóvenes talentos del partido, sobre todo a Spahn. Nunca llegará a ser rey, pero el viejo protegido de Kohl puede, sin embargo, ser un hacedor de reyes.

Jeremy Cliffe: jefe de la delegación en Berlín de The Economist

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