Las bendiciones de la libertad

08 / 01 / 2018 John McCain
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Senador por Arizona

"En tanto que mayor potencia militar del planeta y faro de libertades, EEUU no abdicará de su liderazgo global"

Hace 70 años, cuando hizo el anuncio del Plan Marshall de asistencia americana para ayudar a la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, George Marschall empezó con una frase muy sencilla: “La situación mundial es muy seria”. Esta frase es más cierta en 2018 que en ningún otro momento desde 1947. El mundo se enfrenta al conjunto más complejo y abrumador de retos en siete décadas. Pero mientras que
 los líderes globales estudian el futuro, nosotros haríamos bien en mirar atrás, hacia nuestro pasado colectivo. 

Los líderes de la posguerra habían asistido al desmoronamiento del orden global. Descubrieron que la libertad de mercados servía para combatir la pobreza, que las pasiones etnicistas y nacionalistas favorecían la violencia y la miseria y que la ambición brutal de las grandes potencias allanaba el camino para las guerras y los genocidios. Al término de esa época trágica, esos líderes construyeron un orden global que dio lugar a una era de estabilidad, seguridad y prosperidad.

Este nuevo orden rechazó los principios que llevaron al antiguo al colapso. No estaba basado en nacionalismo étnico, esferas de influencia o imposiciones imperialistas, sino en valores universales como los derechos humanos, el imperio de la ley, el libre comercio y la soberanía nacional. Este orden liberal no fue un accidente, sino el resultado de grandes e incansables esfuerzos por defender y profundizar en los valores que propiciaron su instauración.

Ahora esas mismas tareas recaen sobre aquellos de nosotros que aún creemos que el orden mundial democrático sigue representando la mejor oportunidad para asegurar la estabilidad, la seguridad y la prosperidad.

En su discurso, el general Marshall afirmó: “Creo que una dificultad es que el problema es de tal complejidad que el volumen mismo de factores que llegan al público a través de la prensa y la radio hacen cada vez más difícil que el hombre de la calle se haga una idea clara de la situación”. Hoy nos enfrentamos al mismo problema.

En los últimos años hemos asistido al deterioro permanente del orden liberal y de las instituciones que lo sustentan. Los ciudadanos de muchos países han dado la espalda a los valores universales en favor de viejos vínculos de etnicidad, raza y sectarismo. Cada vez desprecian más a inmigrantes, refugiados y minorías. Han priorizado el proteccionismo frente a la integración y han optado por hombres fuertes de corte autoritario. Y lo que es peor, parecen haber abandonado la idea misma de liberalismo, traicionando de este modo la idea subyacente de que sea necesario ningún tipo de orden mundial.

Hemos visto los resultados en diversas votaciones en todo el mundo, desde el brexit al ascenso de movimientos y partidos populistas en Alemania, Francia, Polonia y Hungría. Y por supuesto también en Estados Unidos, donde en política exterior los votantes se han decantado por el “América primero”.

Hay muchos culpables de esta situación. Como defensores del orden liberal, fuimos autocomplacientes y cometimos errores. A veces hemos hecho demasiado y a veces demasiado poco. Hemos perdido el contacto con nuestra propia gente y hemos tardado demasiado en reconocer y dar respuesta a sus dificultades. Tenemos que reconocer esas dificultades, pero eso no significa perder la esperanza.

70 años más

Esta es la elección a la que se tendrán que enfrentar en 2018 todos los defensores del orden liberal: aceptar su declive o trabajar por su renacimiento. ¿Permitiremos que nuestra seguridad y prosperidad sigan deteriorándose, o nos comprometeremos con su avance? Por el bien de las generaciones futuras, no debemos rendirnos. Tenemos que erigirnos en los que den forma al periodo más exitoso de la historia y asegurarnos de que sobreviva al menos otros 70 años.

Por nuestra parte, sé que entre nuestros aliados existe una gran preocupación por la posibilidad de que Estados Unidos abdique de su liderazgo global. Pero en tiempos como estos nadie debería apostar contra nosotros. Estados Unidos sigue siendo la mayor democracia del mundo, la mayor potencia militar del planeta y el núcleo de los valores universales que siempre nos han convertido en el faro de la esperanza de los que ansían libertad.

Tenemos la oportunidad de definir las tendencias políticas de 2018. Debemos fortalecer nuestras metas morales comunes y confiar en que vale la pena luchar por nuestros valores.

Marshall terminó su discurso diciendo: “Con amplitud de miras y el compromiso de nuestro pueblo de afrontar la enorme responsabilidad que la historia ha colocado claramente sobre nuestro país, las dificultades (…) podrán ser vencidas”. La historia no ha eximido a Estados Unidos de esa responsabilidad, sino que ha hecho un llamamiento a todos los comprometidos con el mantenimiento del orden liberal para que lo apoyen. Juntos podremos hacer frente a los retos del mundo actual, vencer las muchas amenazas a las que nos enfrentamos y asegurar las bendiciones de la libertad para las generaciones futuras.

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