Una Cataluña dividida y judicializada
Las aguas seguirán revueltas.
Tras las elecciones autonómicas del 21-D, Cataluña seguirá tan polarizada como hasta ahora entre las fuerzas independentistas y las constitucionalistas, con el añadido de que la judicialización del procés irá a más en 2018, dentro de un proceso de instrucción en el Supremo de incierto desenlace y en el que se incrementará el número de imputados en las filas secesionistas.
La tensión interna en los dos bloques enfrentados –JxCat, Esquerra Republicana de Catalunya y la CUP por un lado y Ciudadanos, PSC y PP por el otro– unida a los vetos o líneas rojas que se han marcado los candidatos durante la campaña electoral, harán muy difícil la formación de un Gobierno catalán que ponga fin a la intervención del Ejecutivo de Mariano Rajoy a través del artículo 155 de la Constitución. A ello se añade la incertidumbre personal de Carles Puigdemont, quien deberá decidir si permanece en Bélgica o regresa a España a sabiendas de que será encarcelado.