Niños sin malaria

11 / 01 / 2018 Geoffrey Carr
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Una vacuna para la esperanza.

La ayuda está en camino. Foto: Irene Abdou/Alamy Stock Photo

Uno de los logros no reconocidos al siglo XXI han sido los avances en la lucha contra la malaria. En el año 2000 la enfermedad mataba a 47 de cada 100.000 personas en riesgo. Pero en 2015, año del que datan las últimas estadísticas, el número ha caído a 19, un 60% menos. Aun así, la malaria sigue matando a 430.000 personas al año, de las cuales más del 70% son niños de menos de 5 años. 

En 2018 esta mayor vulnerabilidad de los niños podría empezar a descender. El año que viene veremos ensayos masivos de la primera vacuna efectiva contra el Plasmodium falciparum, el parásito que provoca el tipo más mortal de malaria. La vacuna, denominada RTS,S, solo se aplicará a niños. Se desarrolla desde 2001 por parte de la farmacéutica británica Glaxo SmithKline y una ONG global estadounidense.

Es difícil elaborar una vacuna contra la malaria. Y es que los enfoques para fabricar vacunas contra virus y bacterias (en los que se usan muestras de los patógenos atenuados o muertos) no funcionan con el Plasmodium. Se trata de una criatura mucho más compleja que una bacteria o un virus. De ahí que la vacuna deba conseguir enfocar el sistema inmune al punto débil adecuado del parásito en vez de impulsarle a realizar un ataque generalizado.

Los inventores del RTS,S han descubierto una rendija: una determinada proteína hallada en la etapa esporozoíta de la malaria. El esporozoíto es el estadio en el ciclo vital del parásito que tiene lugar en las glándulas salivares del mosquito y que después pasa al torrente sanguíneo de la víctima con la picadura. Durante esta etapa el parásito circula hasta llegar al hígado, donde se instala, prolifera y da paso al nuevo estadio de la vida del parásito, el merozoíto. Cuando se caza al parásito durante el esperozoíto, se corta de raíz cualquier infección. Si se inyecta una vacuna que contiene una versión de dicha proteína, se facilita que el sistema inmune la reconozca y ataque, acabando de esta forma con el parásito.

A pesar del gran despliegue de la RTS,S en 2018 en Ghana, Kenia y Malawi, y de que se trata tan solo de un proyecto experimental para probar la efectividad de la vacuna en toda la dureza del ambiente africano, supondrá un gran avance. Esta iniciativa, conocida como Programa de Implementación de la Vacuna de la Malaria, se aplicará a 360.000 niños de entre cinco y 17 meses, que recibirán cuatro dosis. También se pondrá bajo observación pero no se vacunará a un número similar de niños, para poder comparar. El programa estará dirigido por la Organización Mundial de la Salud y lo pagarán tres iniciativas sanitarias transnacionales, Glavi, Global Fund y Unitaid.

Los augurios son buenos. En ensayos anteriores de RTS,S, que concluyeron en 2014, la tasa de infección en niños que recibieron la vacuna fue un 40% menor que en el grupo de los no vacunados. Esto quiere decir que se salvó la vida a uno de cada 200 vacunados.

Convencer a los padres de que lleven a sus hijos a la clínica para hacerles cuatro vacunaciones puede resultar un obstáculo. Del mismo modo, y aunque resultara tan eficaz como esperan sus partidarios, la RTS,S no erradicará la malaria. Sin embargo, junto con las mosquiteras, los insecticidas y el uso de otros medicamentos, esta vacuna podría limitar los efectos de la enfermedad y hacer que la tasa de mortalidad por malaria siguiera bajando en los próximos años.

Geoffrey Carr: jefe de Ciencia de The Economist

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