Estados de represión

04 / 01 / 2018 Miranda Johnson (Phnom Penh, Camboya)
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Las elecciones en Camboya y Tailandia serán una farsa.

Cómo hacer ruido en Phnom Penh

Andar por las calles cercanas al Monumento a la Independencia en Phnom Penh, la capital de Camboya, puede ser sombrío. Algunos críticos del Gobierno han hallado el fin de sus días allí. Uno de ellos, Kem Ley, fue asesinado mientras tomaba un café en la tienda de una gasolinera Caltex en julio de 2016. Ahora es conocido como el Caltex de Kem, comenta un vecino con cierta dosis de humor negro.

Quienes estén preocupados por las elecciones de julio en Camboya, pensarán que es difícil reírse de tales sucesos. El primer ministro Hun Sen tomó el poder en 1985 después de las atrocidades de los jemeres rojos y la intervención de las fuerzas vietnamitas. Seguirá al frente otra década. Las elecciones apenas alterarán sus planes. El jefe de la oposición, Kem Sokha, fue arrestado por una falsa acusación de traición en septiembre de 2017. Las leyes camboyanas prohíben a los criminales convictos formar parte de partidos políticos. La oposición podría desmoronarse después de que el Gobierno emprendiera medidas legales para disolverla en octubre de 2017 por un supuesto golpe de Estado. Las voces críticas contra estas medidas han sido silenciadas. Varias emisoras de radio financiadas por EEUU fueron desconectadas semanas después del arresto de Kem Sokha, y los periódicos más independientes del país se vieron obligados a cerrar. Organizaciones a favor de la democracia y movimientos ecologistas también se han visto amenazados.

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