Internacionalismo progresista

09 / 01 / 2018 Chrystia Freeland
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Ministra de Exteriores de Canadá

"En la mayoría de los lugares donde el nativismo ha brotado como fuerza política, la desigualdad salarial ha sido su primer detonante"

Foto: Lauren Crow

Los canadienses han sido tanto beneficiarios como cocreadores del orden internacional que nació de las ruinas de las dos grandes guerras mundiales. Hoy, ese orden está bajo asedio. Necesitamos comprender por qué. Y luego necesitamos encontrar los remedios –remedios sensibles, justos y asequibles– antes de perder la paz y la prosperidad que tantos en Occidente han dado por sentadas.

El nacionalismo, el anticomercio y el proteccionismo tienen hoy más credibilidad intelectual que nunca, que no es mucha. Están más ligados a la realidad económica o la justicia social que antes, que tampoco. Sin embargo, parecen estar más vigentes que antes. ¿Por qué? Tales movimientos no han surgido de la nada. En la mayoría de los lugares donde el nativismo ha brotado como fuerza política, la desigualdad de los ingresos ha sido su primer detonante. Luego se debilitó la fe de los trabajadores en el futuro. En el peor de los casos, socavó la cohesión social, desencadenando disturbios o la revolución.

Para cualquier persona familiarizada con el populismo nacional que precedió a las guerras mundiales, existe un inquietante paralelismo histórico. En su libro 1914: de la paz a la guerra (“The War That Ended Peace: The Road to 1914”), de 2013, la historiadora Margaret MacMillan describe la Exposición Universal de París de 1900 como una celebración exuberante de la globalización. “Parecía la forma adecuada de celebrar el fin de un siglo que había empezado con revoluciones y guerras, pero que ahora defendía el progreso, la paz y la prosperidad”, afirma MacMillan. Nadie puede leer su relato sin sentir un escalofrío y la inquietud ante la velocidad y ferocidad con que se sucedieron los hechos. Sin embargo, hay diferencias críticas entre hoy y los inicios del siglo XX; de entre ellas, los retos a los que nos enfrentamos hoy son mucho más grandes que entonces. Y también nuestras oportunidades.

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