Trump, en pocas palabras

Apesar de que durante la campaña funcionó sin un programa político detallado, Donald Trump ha dado numerosas pistas de qué podría hacer como presidente. Uno de sus actos más significativos será nombrar al juez que ocupará el asiento del Tribunal Supremo, vacante desde febrero. Y teniendo en cuenta las edades de los jueces, podría no ser el único nombramiento de su mandato. La ley del aborto no cambiará demasiado, pero al nombrar magistrados más jóvenes que los actuales podría conformar una mayoría conservadora para los próximos años.

Durante la campaña Trump prometió que bloquearía el Plan de Energía Limpia de Obama, que se ha enfrentado ya a algunos problemas jurídicos. Sin dicho plan, que habría obligado a reducir las emisiones de dióxido de carbono para la generación de energía, los esfuerzos de Estados Unidos para combatir el calentamiento climático se verán comprometidos.

El Obamacare, el sistema de seguro sanitario instaurado por su predecesor, recibirá ataques en el Congreso. Durante la campaña Donald Trump prometió que lo derogaría y lo reemplazaría por “algo fantástico”.

La demanda interna se beneficiará de estímulos como las polémicas reformas fiscales a las empresas, las bajadas de impuestos y el aumento del gasto en infraestructuras. El déficit se disparará, y sus medidas proteccionistas amenazarán la economía mundial. Aunque Trump ha afirmado que renegociará el tratado de libre comercio con México y Canadá (Nafta, por sus siglas en inglés), este debería sobrevivir. Pero el Acuerdo de Asociación Transpacífico ha muerto. Si Trump comienza una guerra comercial con China imponiendo aranceles a sus productos, el resultado podría ser el desplome económico mundial.

Si Trump lleva hasta el final su retórica de “América primero”, su benevolencia con los gobernantes autoritarios y su disposición a ignorar las obligaciones de los tratados, todo ello tendrá profundas consecuencias geopolíticas. El presidente ruso, Vladimir Putin, exhibirá la victoria de Trump como el triunfo de su propia visión del mundo. Buscará el equivalente a una nueva  Conferencia de Yalta que garantice a Rusia su propia esfera de influencia, Ucrania incluida.

En Oriente Próximo, Trump deberá elegir entre el aislacionismo y su promesa de “borrar del mapa” al Estado Islámico. Probablemente dé luz verde a Bachar al Assad para que actúe sin límite contra las fuerzas opositoras en nombre de la lucha contra el terrorismo. El acuerdo nuclear con Irán será cuestionado.

La capacidad de China para dominar la región encontrará menos obstáculos. El presidente Xi Jinping, otro hombre autoritario de los que admira Trump, tratará de consolidar el dominio de Pekín en la región contra las reivindicaciones de los países vecinos apoyados por Washington. La independencia de facto de Taiwán depende de unas ambiguas garantías de Estados Unidos que hoy parecen más endebles que nunca, mientras que en Japón y Corea del Sur inquietan unas declaraciones del nuevo presidente estadounidense en las que dio a entender que ambos países deberían obtener sus propias armas nucleares.

En campaña se cuestionó la idoneidad de Trump para controlar el arsenal nuclear estadounidense, a lo que este ha respondido que no se lo tomará a la ligera. Pero, ¿cómo hará frente a una escalada de confrontación, teniendo en cuenta su carácter irritable y su mentalidad de macho alfa?

América primero

En 2017 los hispanos y musulmanes de Estados Unidos escucharán cada vez más a menudo la pregunta de por qué no se van del país. Trump se resistirá a cumplir sus promesas de deportar a 11 millones de indocumentados, impedir la entrada a los musulmanes y construir un muro con México. Pero los requisitos a la inmigración se endurecerán, y tanto el racismo como la misoginia se expresarán más libremente. Estados Unidos se convertirá en un lugar menos acogedor.