Verdades nacionales

25 / 01 / 2017 Callum Williams
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La inquietud por la salida de la Unión Europea afectará al crecimiento del Reino Unido.

El Reino Unido seguirá en la UE a finales de 2017, pero la posibilidad de romper con su mayor socio comercial influirá en su crecimiento económico. Las últimas estimaciones del Banco de Inglaterra sugieren que la economía se expandirá apenas un 1,4% en 2017, por debajo del 2,3% que se esperaba antes del referéndum de junio de 2016 (la Economist Intelligence Unit cree que el PIB crecerá un 0,6%). El sueldo de los británicos, depreciado ya un 4% frente a los de antes de 2008, puede bajar más a medida que una libra débil dispare la inflación.

El gasto de consumo es el motor de la economía británica, con más del 60% del PIB. En los meses siguientes al referéndum, las ventas minoristas estaban activas; las matriculaciones de coches crecían. Este panorama no cambiará dramáticamente en 2017. Algunas personas parecen más reacias a abrir sus billeteras si los titulares sobre las negociaciones del brexit resultan inquietantes. Pero la mayoría de los votantes británicos querían, aparentemente, el brexit, por lo que en 2017 deberían ser felices compradores.

La mayoría de los economistas, en cambio, creen que la crisis causará una caída de la inversión. Nadie sabe cómo serán las futuras relaciones comerciales del Reino Unido con la UE. Así, los fabricantes de coches están preocupados por que todos los vehículos que fabrican en el Reino Unido estén pronto sujetos a una tarifa del 10% para entrar en la UE. Los bancos también están inquietos, porque perderán la capacidad de ofrecer sus servicios a los clientes de la UE. Con esta incertidumbre, los empresarios reprimirán la expansión de sus operaciones. Las pruebas sugieren que desde el referéndum el gasto de inversión se ha hundido de hecho.

La indecisión también influirá en el mercado laboral. Desde la votación, el número de las ofertas de contrataciones de baja remuneración y temporales ha crecido. Las estimaciones del Banco de Inglaterra sugieren que hacia el tercer trimestre de 2017 el desempleo estará 0,5 puntos porcentuales por encima de lo que le habría correspondido.

Nada que temer, dicen los defensores del brexit, que insisten en que las exportaciones británicas aumentarán, a pesar de que la libra haya perdido más del 15% de su valor desde el referéndum. Recientes estudios de compañías fabricantes sugieren que los compradores extranjeros muestran más interés en los productos hechos en el Reino Unido. Pero no habrá un auge de las exportaciones en 2017. Una alta proporción de las exportaciones británicas es de productos importados: los fabricantes de coches, por ejemplo, compran al extranjero piezas para sus salpicaderos. Además, las exportaciones compiten principalmente sobre factores independientes del precio, como la calidad del producto, que las hace insensibles a las fluctuaciones monetarias. La evidencia histórica no es halagüeña: en 2008-2009, la libra perdió valor en cantidades similares, pero las exportaciones netas apenas mejoraron.

La economía británica dependerá de Hacienda y del Banco de Inglaterra para mantener un crecimiento positivo. Desde la votación, el banco ha reducido los tipos de interés del 0,5% al 0,25%, y ha diseñado políticas macroprudenciales para asegurar que los tipos más bajos repercutan en la economía real. El banco no colocará los tipos en negativo en 2017, dado el riesgo que representaría para la estabilidad financiera, incluso hay una pequeña probabilidad de que los suba, que sería mucho más alta si hubiese vencido el no en el referéndum. Con el Banco con las manos atadas, el Gobierno deberá intervenir. El ministro de Hacienda, Philip Hammond, ha suavizado la política fiscal de su predecesor, que ayudará algo al crecimiento, pero su margen de maniobra es limitado. Cuando la economía se desacelere, Hammond se preocupará de que los ingresos fiscales no sufran demasiado. El déficit presupuestario es casi el 4% del PIB, y no puede permitir que crezca mucho más.

Sin recesión, no hay inquietud

Si el Reino Unido evita la recesión en 2017, algunos analistas dirán que la inquietud en torno al brexit era exagerada. Dicho razonamiento es confuso. Los esfuerzos del banco central y el Gobierno por apoyar el crecimiento no están exentos de costes: la política monetaria ultraliberal perjudica los fondos de pensiones y la deuda pública adicional debe amortizarse. Más importante aún fue que la mayoría de las previsiones prerreferéndum se centraron en lo que ocurriría en caso de un brexit, que todavía está a años luz de ocurrir. La economía británica no se desmoronará en 2017, pero eso no significa que el brexit fuera una buena idea.

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