Mar de problemas

11 / 01 / 2017 Emma Hogan
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La crisis de los refugiados en la Unión Europea se agravará.

La gran migración. Llegadas por el Mediterráneo

En el drama de Europa con los refugiados, pocos cambios se han producido. En 2015, cuando la guerra en Siria se recrudeció, 1.300.000 emigrantes solicitaron asilo a la UE, superando los registros anteriores. Se creía que el número de personas que cruzarían el mar Egeo entre Turquía y Grecia disminuiría al final de aquel verano, pero, en cambio, continuó aumentando de forma estrepitosa. Un acuerdo de última hora entre la UE y Turquía y Grecia en marzo de 2016, que obligaba a devolver a Turquía a los refugiados para que resolvieran allí sus peticiones de asilo, cogió a muchos por sorpresa, como que el acuerdo, al principio, se pensara para frenar la llegada de nuevos refugiados: la cifra se redujo de 55.000 en febrero de 2016 a apenas 3.400 en agosto.

En 2017, el número de refugiados no alcanzará las cifras de 2015 o 2016, pero con el auge de los partidos populistas en el continente y un Gobierno cada vez más fraccionado en Turquía, su viaje estará plagado de dificultades. Muchos de ellos correrán riesgos aún mayores o recorrerán rutas imprevisibles, y la mayoría de ellos tendrá que enfrentarse a un trato cada vez más duro.

Los acuerdos sobre inmigración se deteriorarán. A pesar del pacto de Turquía y la UE, unos 50.000 inmigrantes seguirán atrapados en los campos de refugiados de Grecia en lugar de ser devueltos a Turquía. La mayoría de estos campos están atestados: en septiembre, miles de ellos huyeron de una abarrotada instalación en Lesbos tras unos disturbios que acabaron incendiando el campo.

Cuando avance el invierno, los inmigrantes se inquietarán, se desencadenarán peleas y algunos refugiados harán huelga de hambre. Mientras, el número de muertes en la ruta de Libia a Italia seguirá aumentando.

Los tratos con el Gobierno turco serán más complicados. Como parte del acuerdo, Turquía prometió viajes sin visado para algunos de sus ciudadanos, así como cumplir con ciertos criterios en su lucha contra la corrupción emitiendo pasaportes biométricos y reformando ampliamente su legislación antiterrorista. En octubre pasado, estas condiciones todavía no habían sido satisfechas, en parte debido a que el Gobierno estaba ocupado en el procesamiento judicial de 60.000 personas acusadas de formar parte de una tentativa de golpe de Estado en julio contra el presidente Erdogan.

El retraso de los visados ha encolerizado a los turcos, que quieren abandonar el acuerdo. Si eso ocurriera, Grecia podría empezar a dejar salir de sus campos a los refugiados, que harían el viaje –con ayuda de contrabandistas– de los Balcanes a Alemania, creando un caos aún mayor en el trayecto.

Las presiones internas de Europa harán que los políticos dejen de hacer lo que es necesario. Por ejemplo, será necesario un gran trabajo y esfuerzo para asegurar que los refugiados sean reasentados directamente desde Turquía en el resto de Europa, y se requerirán muchos más intérpretes y funcionarios en Grecia, Italia y otros lugares. Pero tanto la canciller alemana, Angela Merkel, que ha hecho énfasis en la necesidad de ayudar a los refugiados en Europa, como el presidente francés, François Hollande, estarán también bastante ocupados con sus respectivas elecciones nacionales como para abordar estos problemas sin la ayuda de otros. Esta ayuda no será inminente: los Gobiernos de Europa Oriental se niegan a recibir refugiados, mientras que el sentimiento anti-inmigración aumenta en Suecia, Holanda e Italia.

Este macabro escenario podría casi evitarse si se pusieran en marcha las medidas diplomáticas correctas. Para que el acuerdo entre Turquía y la UE funcione, el primero tendría que ser visto por los refugiados como un país seguro donde regresar, dice Gerald Knaus, miembro del comité de expertos de la Iniciativa para la Estabilidad Europea. Y muchos países europeos tendrían que empezar a reasentar a los refugiados desde Turquía, que permitiría descartar el impopular plan de reubicación forzoso. Pero nada de esto ocurrirá en 2017, para vergüenza de la UE y de los políticos que, al principio, abrieron sus brazos a aquellos que huían de los bombardeos.

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