El fin del Brent

11 / 01 / 2017 Henry Tricks
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Adiós a un legendario yacimiento petrolífero. Muchos viejos yacimientos se enfrentan ahora a su propia rentabilidad.

¡Delta, prepárate para ser levantada!

En algún momento de mayo de 2017, uno de los barcos más grandes del mundo desmantelará una plataforma petrolífera en las traicioneras aguas del Mar del Norte, a 500 km del puerto de Aberdeen en Escocia, y realizará el mayor ejercicio de levantamiento de pesos hecho nunca en alta mar. Levantará las 24.000 toneladas de la parte superior de la plataforma Brent Delta, que alberga, desde 1970, el alojamiento de los trabajadores y el helipuerto, y la trasladarán al astillero de Hartlepool, donde será convertida en chatarra. Se sabe de curtidos petroleros que han llorado en ocasiones así.

La hazaña será memorable. La Brent Delta de la Royal Dutch Shell es una de las cuatro plataformas (las otras son Alpha, Bravo y Charlie) sobre uno de los más grandes yacimientos petrolíferos del mundo. Solo Charlie continúa produciendo. En su época de mayor esplendor en los 80, Shell bombeaba 500.000 barriles al día de crudo Brent: suficiente energía para alimentar la mitad de los hogares británicos. Ha enriquecido las arcas del Tesoro con casi 20.000 millones de libras (23.400 millones de euros) en ingresos fiscales. Sus plataformas, tan altas como la Torre Eiffel y tan pesadas como el Empire State Building, fueron maravillas de la ingeniería y un ejemplo de tecnología marina para el resto del mundo. El intrincado sistema de pozos y tuberías de la Brent ha dado su nombre al crudo, el más comercializado a nivel mundial.

La desmantelación de la plataforma tendrá lugar en el 40 aniversario del primer barril de petróleo extraído por la plataforma (longevidad sorprendente, considerando que cuando empezó se creía que el petróleo apenas duraría la mitad). La sentencia de muerte para plataformas antiguas suena en todo el mundo. El descubrimiento de los yacimientos de Forties y Brent en el Mar del Norte llegó poco antes del embargo petrolero árabe de 1973, que disparó los precios del crudo y desencadenó una batalla por nuevos descubrimientos. Las prolíficas plataformas de esa época están ahora llegando a su fin en el Golfo de México, Brunéi, Malasia y otros lugares. Seguirán el ejemplo de la Brent Delta. “Aprenderemos de aquí y lo llevaremos al resto del mundo”, dice Alistair Hope, de Shell y responsable en Aberdeen del proyecto.

El cierre de la plataforma es un golpe psicológico doble porque llega justo cuando los precios del petróleo (en 2107 se espera que sigan bajos) ponían en duda el futuro de la industria en el Mar del Norte. Muchos viejos yacimientos, renqueantes hasta 2014 gracias a la subida vertiginosa de precios, se enfrentan a su rentabilidad. Los nuevos lo tienen aún más difícil. Alexander Kemp, profesor de Economía del Petróleo en la Escuela de Negocios de la Universidad de Aberdeen, dice que el tamaño medio de los nuevos yacimientos en la zona ha caído de los 500 millones de barriles (en los años 70) a los 20 millones. Yacimientos así no son rentables por debajo de 50 dólares el barril. El desmantelamiento de las plataformas, dice un experto del sector, es “el anticristo” para los petroleros.

Shell necesita superar algunos últimos obstáculos antes de que el proceso siga adelante. Sus planes de desmantelamiento requieren claridad por parte del Gobierno, y de la Convención Ospar, que ha querido frenar la enajenación de bienes en el Atlántico nororiental desde el intento frustrado de Shell de hundir en 1995 las instalaciones de Brent Spar. La compañía petrolera cree que ha aprendido de aquella experiencia. Afirma que se ha comprometido ampliamente con organizaciones benéficas como Greenpeace, que lideró la oposición del vertido marino de la Brent Spar, para evitar perjuicios a su reputación. Sostiene que no tiene otra elección salvo deshacerse de este lastre (conocido también como gravity base structures, “estructuras de cimentación de gravedad”) y de los enormes pozos de almacenamiento sobre lecho marino. Son tan grandes que moverlos causaría más daño medioambiental que dejarlos donde están.

El regulador de Reino Unido con base en Aberdeen, la Autoridad de Petróleo y de Gas, quiere asegurarse de que el desmantelamiento de las plataformas no altera la importante red de tuberías submarinas, creando un efecto dominó de pozos abandonados que condene a otros lugares del Mar del Norte. En muchos sentidos, el fin del Brent es tan enigmático como su origen.

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