Los nuevos partidos revisan sus proyectos

31 / 01 / 2017 Clara Pinar y Antonio Rodríguez
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Ciudadanos y Podemos empiezan el año cuestionando sus ideas en sendos congresos.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón deberán enfrentarse definitivamente o sellar algún tipo de paz en Vistalegre II, la asamblea estatal de Podemos. La primera, en 2014, los entronizó como un tándem perfecto y ahora se verá hasta dónde llega la distancia entre ambos. Iglesias defiende un partido obrero, de vuelta a los movimientos sociales y enfrentado abiertamente a las élites políticas y económicas, y su hasta ahora número dos, uno que haga oposición desde el Congreso de los Diputados y sin una conciencia de clase tan clara para buscar votantes en otros segmentos sociales. Errejón llegará debilitado después de que Iglesias se impusiera en casi todas las batallas por los liderazgos de Podemos en distintas comunidades y ciudades, especialmente en Madrid. También porque lo que en octubre de 2014 fue una alianza férrea entre Errejón e Iglesias ha dado paso a una entente entre este y el sector de los anticapitalistas, reducidos en Vistalegre I pero que en el II pueden ser indispensables para ganar.

En cuanto a Ciudadanos, el partido se enfrenta a su IV Asamblea General con las primeras críticas internas a Albert Rivera, líder de la formación desde hace una década y que llegará al congreso tras unas primarias que se celebrarán una semana antes y en las que podrán votar los 31.000 afiliados de la formación emergente. A los candidatos no se les exigirá antigüedad en el partido ni avales, en un intento de Rivera por dar muestras de apertura, pero su más que segura victoria enmascara las primeras grietas en un proyecto político que da muestras de flaqueza por su política de alianzas poselectorales. La valenciana Carolina Punset fue la primera dirigente en alzar la voz contra el hasta ahora intocable líder: en noviembre abandonó la Ejecutiva de Ciudadanos al entender que se habían producido guiños naranjas a formaciones nacionalistas como Compromís o Unió. Otra crítica interna es el sistema de listas cerradas de los candidatos a dirigir el partido. Una posición que choca con la apuesta de Ciudadanos por las listas desbloqueadas cuando de elecciones generales o autonómicas se trata.

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