Pros y contras de Australia

13 / 02 / 2017 Robert Milliken
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Adiós a un símbolo nacional.

Un viejo Holden puramente australiano

Había algo simbólico en el primer coche producido en serie y fabricado por Australia –el Holden Fx– cuando empezó en 1948. Proporcionó al joven país confianza en un futuro económico más allá de las granjas y los grandes espacios abiertos. Pero esa época acabará en 2017 cuando la General Motors, empresa matriz de Holden, deje de fabricar el “coche australiano” por antonomasia. La salida de Ford y Toyota pondrá fin a la fabricación de vehículos en Australia y provocará la búsqueda de una identidad propia a través de un nuevo símbolo económico.

El primer ministro, Malcom Turnbull, confía en haberlo encontrado: los australianos deben aprovechar la globalización para convertirse en una nación de “ágiles” innovadores. Ofrecerá incentivos a las startups y a las pequeñas empresas para que “lleven grandes ideas al mercado”.

No será fácil. La economía, al menos, estará a su favor. Australia ha resistido el final del auge minero alentado por la demanda china. Los bajos tipos de interés y la caída en los tipos de cambio permitirán el ajuste. La construcción de viviendas, especialmente en Sídney y Melbourne, impulsará el boom urbano. Estudiantes y turistas de la creciente clase media asiática traerán al país aún más estímulos y Australia entrará en su 26º año consecutivo de crecimiento económico. No obstante, el banco central examinará los resultados de China, el mayor socio comercial del país, como “fuente clave de incertidumbre” para Australia.

Para Turnbull, la fuente de agitación será más local: el displicente estado de la política en Australia. Las violentas elecciones de 2016 dejaron a su Gobierno de coalición Liberal-Nacional con una mayoría de solo un escaño en la Cámara Baja. El Gobierno carece de mayoría en el Senado, donde 20 independientes y miembros de pequeños partidos determinarán el destino de la legislación. El propósito clave de Turnbull de estimular el crecimiento reduciendo el impuesto de sociedades del 30% al 25% en los próximos diez años podría ser la víctima. Turnbull quiere que todos los grupos se reúnan "en torno a un centro razonable”. Su problema real será el derechismo de su propio partido, que nunca ha aceptado el progresismo del primer ministro.

Estas tensiones se complicarán con un referéndum para reconocer a los nativos australianos en la Constitución. Turnbull esperaba que se celebrara en mayo de 2017, en el 50º aniversario de un plebiscito anterior, con un 90% de apoyo que suprimiría la prohibición de formar parte del censo nacional que pesa sobre los aborígenes. Pero los conservadores quieren introducir solo un reconocimiento simbólico de los aborígenes en el documento fundacional del país (1901), que los ignora. Otros reclaman un tratado que podría implicar reparaciones. La votación no será antes de 2018, con lo que la tarea este año será encontrar una fórmula que logre un gran consenso, como el de 1967.

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