Cambiar el destino de las niñas

15 / 02 / 2017 Yvonne Chaka Chaka
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¡Gracias!

El mundo debe derribar las barreras para que las niñas triunfen.

No es nada fácil ser niña, especialmente en África. Lo sé por experiencia: como joven mujer, viví tiempos turbulentos en la historia de Sudáfrica, agarrándome a las escasas oportunidades que había para cumplir con mi sueño de hacer música y formar una familia. Me siento orgullosa de lo que he logrado, pero hay hoy demasiadas niñas por toda África sin las oportunidades que yo tuve. Para ayudarlas, no necesitamos hacer nada complicado: solo necesitamos cambiar su destino.

Demasiadas niñas no pueden acceder a derechos fundamentales. Si el mundo está realmente comprometido con alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU sobre seguridad y prosperidad, debemos sacar partido al talento y a la energía de las mujeres jóvenes, eliminando las barreras que frenan su desarrollo. Tres áreas me parecen particularmente preparadas para el cambio: la educación, la sanidad y la higiene. Y este cambio debería comenzar en 2017.

En primer lugar, la educación. Como niña, tuve que luchar por ser educada en mi propia lengua. Desde entonces, muchas cosas han mejorado. Muchas más niñas que antes están siendo inscritas en las escuelas de todo el mundo. Pero, a pesar de estos avances en materia de educación primaria, las chicas asisten a la secundaria y a la universidad en número bastante inferior a los chicos. En el África subsahariana, la relación es de 86 chicas por cada 100 chicos en secundaria.

¿Por qué? Las chicas se enfrentan a barreras que los chicos, a menudo, no tienen. En lugares como Guinea y Nigeria, los chicos más pudientes tienen al menos tres veces más probabilidades de estudiar que las chicas más pobres. Las normas sociales y culturales, como el matrimonio o el embarazo precoces, y el sesgo de los padres hacia sus hijos, son también, a menudo, causa del abandono escolar de las chicas.

Las instituciones sociales de la OCDE y el índice de paridad entre los géneros detectaron que aquellos países con elevados niveles de discriminación contra las mujeres tienen peores indicadores de desarrollo, incluyendo la educación. Sin embargo, sabemos cómo destruir estas barreras: entre otras cosas, mejorar las infraestructuras de las escuelas, promover programas de igualdad entre los sexos, hacer que el coste de asistencia a clase sea asequible y acabar con el matrimonio infantil. El año 2017 traerá consigo nuevos planes de desarrollo en educación superior: la apertura de la Universidad de África en Sagbama, Nigeria, la puesta en marcha del Instituto Virtual de Educación Superior en la región y nuevas tasas académicas en Sudáfrica. Centrémonos con la misma energía en promover la educación básica para todas las niñas del mundo.

En segundo lugar, la sanidad. Las enfermedades infecciosas como el sida, la tuberculosis y la malaria y las condiciones relacionadas con la malnutrición afectan desproporcionadamente a las niñas y a las jóvenes, ya sea como víctimas o como cuidadoras, lo que les dificulta asistir a clase o trabajar. El mundo ha hecho grandes avances en su lucha contra el sida, pero sigue siendo una de las epidemias más mortales entre las mujeres de los países de renta media y baja. En África, el 25% de nuevos infectados entre los adultos son mujeres entre 15 y 24 años. Grupos como el Fondo Mundial que luchan contra el sida, la tuberculosis y la malaria están presionando para que se tengan en cuenta las necesidades de las mujeres, y necesitamos que a nivel nacional y local se haga lo mismo.

Los ODS reconocen cómo la malnutrición socava el bienestar de las mujeres, haciéndolas más propensas a enfermedades, debilitando su capacidad de sobrevivir al parto y afectando gravemente la salud de sus hijos. No hemos invertido lo suficiente para erradicar la desnutrición. Deberíamos apoyar con entusiasmo el Informe mundial de la nutrición que ofrece un acuerdo marco sobre este asunto para establecer –y financiar– los objetivos de reducir la anemia en mujeres en edad de procrear.

Acabar con la espiral viciosa

Y por último, la higiene. Se calcula que 2.400 millones de personas viven en condiciones insalubres de higiene. Esto supone un enorme obstáculo cada día para las jóvenes del África subsahariana.

La ausencia de instalaciones adecuadas en las escuelas a menudo obliga a las chicas de procedencia humilde a perderse horas de clase cada mes durante su menstruación, lo que hace que deban esforzarse más o abandonar los estudios. Suelen ser más vulnerables a las relaciones sexuales coercitivas para sobrevivir. Y la mayoría tendrá que casarse y tener hijos siendo aún muy jóvenes. Tienen un salario más bajo, más probabilidades de contraer VIH y de criar a sus hijos en la pobreza. Los chicos sufren también este problema de la higiene, pero los desafíos que plantea para las chicas son más a largo plazo.

Los contribuyentes internacionales y las ONG pueden hacer mucho más. Con 12 elecciones legislativas y presidenciales en el África subsahariana en 2017 (incluidos Kenia, Ruanda y el Congo), los políticos tienen una oportunidad –y la responsabilidad– de denunciar estas barreras.

Algunos de los obstáculos a los que me he enfrentado como niña son ya parte del pasado. Sin embargo, las mujeres jóvenes que están deseosas de construir un mundo mejor, todavía han de enfrentarse a la desigualdad. ¡Démosles alas para volar!

Grupo Zeta Nexica