El fantasma de un segundo referéndum

28 / 07 / 2016 Álvaro Nieto
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El Reino Unido podría celebrar una nueva consulta una vez que se conozcan los términos de la ruptura con la UE.

Desde que el pasado 23 de junio una mayoría de ciudadanos británicos demostrasen en las urnas su interés en abandonar la Unión Europea, una cohorte de futurólogos, de los que mucho abundan en Bruselas, tratan de explicarnos con todo lujo de detalles cómo será el club comunitario una vez que el Reino Unido se marche definitivamente. Sin embargo, todo parece indicar que, si algún día se acaba produciendo el brexit, será dentro de mucho tiempo y probablemente solo de forma temporal.

Tanto los altos funcionarios de la UE como los expertos en Derecho Comunitario coinciden en que el proceso de salida será muy complicado y, por supuesto, bastante largo. Y no se descarta que entretanto llegue un Gobierno al 10 de Downing Street que proponga la convocatoria de un nuevo referéndum para consultar a los ciudadanos sobre los términos del divorcio.

Recapacitación

Es por ejemplo lo que opina Yolanda Gómez, catedrática de Derecho Constitucional de la UNED, quien ve posible que “durante el proceso de negociación entre Bruselas y Londres se ponga de manifiesto todo lo que pierden los británicos con su salida de la UE y eso propicie una recapacitación que permita celebrar una segunda consulta”.

Según ha explicado Gómez esta semana en un curso organizado por el Parlamento Europeo en La Granja (Segovia), la clave para ganar ese segundo referéndum será la forma en que se produzca la negociación que se abrirá una vez que Londres comunique en Bruselas su intención de abandonar el club: “Habrá que afinar mucho para dejar muy claro que el Reino Unido se queda fuera de la UE, pero sin que haya una ruptura total”.

Es decir, se trataría de buscar un acuerdo lo más negativo posible para Londres, pero dejando un pequeño resquicio para que, si los británicos se arrepienten de su decisión, puedan dar marcha atrás o al menos puedan pronunciarse de nuevo mediante una consulta sobre las condiciones en las que quedaría el Reino Unido si finalmente abandona la UE. José María Gil Robles, presidente de la Eurocámara entre 1997 y 1999, abona esta idea al mostrarse convencido de que la actual situación será un paréntesis “hasta que la mayoría de los británicos decidan volver a la UE”.

Lo de consultar a los ciudadanos varias veces hasta que el resultado sea el satisfactorio es algo que ya se ha probado varias veces en Europa, sobre todo en Irlanda. Allí tumbaron los ciudadanos el tratado de Niza en el año 2001, con el 54% de votos en contra, y apenas un año después había un 63% a favor, bien es cierto que tras hacer algunos retoques al texto original. La historia se repitió en 2008 y 2009 con el tratado de Lisboa: primero lo rechazaron y luego lo ratificaron con algunas enmiendas.

De momento, los portavoces oficiales de la UE son muy cuidadosos y no quieren hablar de esa posibilidad. “Bruselas no debería hablar de un segundo referéndum, eso debe decidirlo Londres”, comenta tajante Jaume Duch, director de Comunicación del Parlamento Europeo.

Por otro lado, los que confían en que una negociación dura acabe por revocar la decisión del pueblo británico también cuentan con una importante baza a su favor: Bruselas no puede ser generosa con Londres porque tiene que evitar que cunda el ejemplo en otros países. “La UE tiene ahora un gran incentivo para que al Reino Unido le vaya mal y así evitar nuevas salidas”, comenta Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano.

Si, por el contrario, la negociación fuera de guante blanco y la UE permitiese al Reino Unido mantener su acceso al mercado único, que es lo que más le interesa a Londres, las posibilidades de repetir la consulta popular se desvanecerían y el ejemplo británico podría ser seguido por otros países donde el euroescepticismo está creciendo a pasos agigantados en los últimos años (por ejemplo, Holanda).

No obstante, hay quien también ve ventajas en un divorcio amistoso que deje al Reino Unido con un estatus parecido al que disfruta hoy Noruega, que tiene acceso al mercado pero que no cuenta con voz y voto en Bruselas, por lo que no puede influir en la toma de decisiones. El eurodiputado independiente Enrique Calvet cree que eso ayudaría a “acabar con el lastre británico de todos estos años”. Y es que el hecho de que Londres haya tenido derecho de veto sobre los asuntos más importantes ha dificultado que la UE avanzara más deprisa en determinados momentos.

Oportunidad

Quizás por eso el eurodiputado socialista Javi López ve una “oportunidad” en el brexit para que la UE desarrolle todo aquello que no ha podido hacer hasta ahora, sobre todo el área más social. Sin embargo, los expertos no lo ven claro porque el clima no es propicio para aventuras que conduzcan a una mayor integración. Álvaro Imbernón, investigador de EsadeGeo, cree que ahora mismo no se dan las circunstancias para ello debido, fundamentalmente, a tres motivos: los Gobiernos nacionales están muy débiles, el populismo crece y, sobre todo, Francia y Alemania celebran elecciones en 2017 y eso les hará ser muy cautos. En esa línea, Ignacio Molina habla de “tormenta perfecta” para describir la actual situación en Europa.

Por todo ello, no parece que la UE vaya a aprovechar la posible salida británica para pisar el acelerador de la unión política. Y probablemente se opte por ganar tiempo en espera de momentos mejores. Como la negociación con Londres será muy larga, tampoco habrá mucho lugar para que la UE piense en otras cosas más importantes.  

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