Daniel Ortega arrasa en la farsa de Nicaragua

15 / 11 / 2016 Alfonso S. Palomares
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Las recientes elecciones, celebradas sin observadores internacionales y sin apenas presencia de la oposición, consolidan el poder autocrático del presidente y un régimen tan autoritario como pintoresco.

Daniel Ortega junto a su mujer, Rosario Murillo, muestra su pulgar entinado tras votar en Managua

En las elecciones que se acaban de celebrar en Nicaragua todo es oscuridad y confusión. La palabra farsa se queda pequeña para calificar los ritos electorales y las decisiones que los precedieron. Desde que regresó a la presidencia en 2007, Daniel Ortega ha ido diseñando un poder autocrático que ahora se consolida en un autoritarismo sin fisuras. El prestigioso diario La Prensa, de Managua, no titubea al llamarle “ilegítimo presidente”. Y al repasar el relato de su ejercicio del poder, incluso el de ilegítimo parece un adjetivo que se queda corto. En julio, a instancias de Ortega, la Corte Suprema privó del mandato a 28 diputados de la oposición pertenecientes al Partido Liberal y al Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una formación desgajada del gubernamental Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Con estas y otras decisiones Ortega pulverizó a la oposición, de manera que no pudo presentarse a estas elecciones tal como era.

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