Cuando el tigre agazapado se comió al dictador

25 / 09 / 2009 0:00 Antonio Rodríguez
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Teodoro Obiang festeja el 3 de agosto los 30 años del golpe de Estado que le aupó al poder. Derrocó y fusiló a su tío, el líder de la independencia Francisco Macías, y desde entonces el petróleo le ha convertido en uno de los dirigentes más ricos del mundo.

Corría el año 1979 y fue un golpe de Estado limpio, sin apenas muertos y con el beneplácito de todos. Los ecuatoguineanos del interior y del exilio estaban hartos de la dictadura pro-maoísta de Francisco Macías Nguema , quien desde 1968 gobernaba con mano de hierro la antigua colonia española. En sus casi once años de régimen tiránico, con ciertas similitudes al de Pol Pot en Camboya, Macías había acabado con la vida de 50.000 súbditos, más del 10% de la población de entonces de Guinea Ecuatorial. En su deriva totalitaria de aquellos años, obligó a la población a africanizar sus nombres, se autoproclamó el “milagro único” del país, organizó ejecuciones públicas de opositores en estadios y atemorizó a todos por igual. Sin embargo hubo siempre una persona que se mantuvo tranquila: su sobrino el viceministro de Defensa, Teodoro Obiang Nguema , a quien apodaban Nze Ebere Ekum (“el tigre que está agazapado”). El felino era entonces el hombre fuerte del régimen. Controlaba a su antojo las Fuerzas de Seguridad y dirigía el penal de Black Beach, una de las cárceles más siniestras de África.

Tanto poder era incompatible con su estatus de segundón, por lo que Obiang aprovechó que desde 1976 Macías se había recluido en su tribu de la zona continental de Guinea Ecuatorial para decidirse a atacar al sátrapa. El golpe de Estado se desencadenó en la isla de Bioko el 3 de agosto de 1979, pero los planes se conocían de antes en los círculos ecuatoguineanos del exilio. “A finales de julio empezaron a llegar rumores de que algo iba a pasar”, confiesa a Tiempo el historiador y periodista Donato Ndongo Bydyogo , delegado de la agencia Efe en Malabo de 1985 a 1995, hasta que los esbirros de Obiang le pusieron “una pistola en el pecho” tras informar del apaleamiento de opositores en comisarías y cárceles del país. Desde entonces, Ndongo vive exiliado en España. Obiang no tuvo compasión de Macías . Dos meses después de su captura en medio de la selva, el líder de la independencia ecuatoguineana fue condenado a muerte en un juicio sumarísimo. Pero el temor que despertaba era tal que ningún soldado se atrevió a formar parte del pelotón de fusilamiento y el golpista tuvo que llamar a su guardia de pretorianos marroquíes para este ingrato trabajo.

¿Qué ha cambiado en la antigua colonia en los últimos treinta años? Oficialmente se encuentra en un “proceso de democratización” desde 1982, cuando se aprobó la Constitución. El multipartidismo llegó a duras penas en 1991, pero las sucesivas elecciones sólo han concedido a la oposición un papel irrisorio y testimonial. Si en 2004 el CPDS de Plácido Micó logró la proeza de entrar en el Parlamento con dos diputados –frente a los 98 del PDGE, gubernamental–; en 2008 sólo logró un diputado. El régimen de Obiang se felicitó de que el 99,3_de los votantes hubiesen dado su apoyo al PDGE... como se hacía en la Bulgaria comunista. En el terreno económico, el boom del petróleo y el gas ha convertido a la antigua colonia española en el país subsahariano con la renta per cápita más alta (26.000 dólares). En su calidad de cuarto exportador africano de crudo, los pocos habitantes ecuatoguineanos deberían vivir en la abundancia y con las mismas comodidades que en otros sitios bañados por el oro negro como Kuwait o Bahrein. Pero más del 50% de la población malvive con menos de un dólar al día. Sólo el 45%de los ecuatoguineanos tiene acceso al agua potable y la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años es una de las más altas del continente.

Extrema pobreza

El dinero de las extracciones de petróleo y gas (el 91_de la riqueza del país) llega con cuentagotas a la población local. ¿Dónde están los beneficios? El Senado estadounidense determinó en 2004 que Obiang había adquirido dos mansiones en Washington por valor de 3,8 millones de dólares a través del desaparecido Banco Riggs, el mismo que utilizó Augusto Pinochet para ocultar su fortuna. Ese dinero, en todo caso, es una minucia si se compara con los 35 millones que se gastó su cleptómano hijo Teodoro (ministro de Bosques e Infraestructuras, y más conocido como Teodorín) para la compra de una propiedad en California; o los 8,45 millones que desembolsó en Suráfrica para adquirir chalets y coches de lujo. Sin embargo, no parece que su padre le haya ungido como sucesor. “La familia está dividida”, advierte Ndongo . Y de esta división puede salir ganando el actual director general de la Seguridad, Armengol Nguema, hermano del dictador. Ufano, envalentonado y más poderoso que nunca, a Obiang Nguema, de 67 años, le traicionaron sus años de férreo poder tras hablar con Miguel Ángel Moratinos . “No hay ninguna tortura... prácticamente. (...) Soy un dictador, presumo de que soy un dictador, porque dictador es el que dicta las normas. ¿Qué dirigente de un país no es un dictador?”, se preguntó en rueda de prensa en medio de las risas de su camarilla de aduladores. Sólo él está en posesión de la respuesta, pues pocas cosas han cambiado en la antigua colonia española desde 1979.

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