Blair pone en marcha la cruzada contra el brexit

28 / 02 / 2017 Alfonso S. Palomares
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El ex primer ministro británico vuelve a la escena política como abanderado del movimiento Open Britain, contra la resignación ante la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Una guerra que no le va a ser fácil ganar.

Tony Blair en una conferencia en Londres el pasado día 17, donde defendió la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Foto: Carl Court/Getty Images

La resignación ante la imparable marcha hacia el brexit se había adueñado como una fatalidad inevitable de la opinión pública en el Reino Unido, incluso la de aquellos que habían votado en contra. Como recordarán los resultados fueron muy ajustados, un 51,9% a favor del sí y un 48,1% a favor del no. Con el país dividido en dos, los días siguientes al referéndum se produjeron tensos debates; incluso algunos de los tenores más vistosos entre los defensores del no, como el actual ministro de Exteriores y exalcalde de Londres, Boris Johnson, y el entonces líder del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), Nigel Farage, reconocieron haber mentido sobre los millones de libras que el Reino Unido ganaría con la salida de la Unión Europea. Poco a poco las aguas se fueron calmando con apelaciones a la democracia y la calificación de antidemócratas a quienes no aceptaban los resultados. La nueva primera ministra, Theresa May, que había votado por permanecer en Europa, aprovechó la situación para entregarse con entusiasmo al brexit. En esta coyuntura de resignación apareció Tony Blair como voz clave del movimiento Open Britain, que lucha abiertamente contra el brexit.

Tiempo de resistencia

Un Blair que estaba desaparecido en este tema desde el pasado 23 de junio, en el que los europeístas perdieron el referéndum. El ex primer ministro se presentó con el entusiasmo lírico e incendiario que recordaba aquellos días de la muerte de Diana de Gales en que la denominó princesa del pueblo e hizo que la misma reina perdiera su frialdad mayestática para unirse al sentimiento general. Se dijo entonces que Blair había salvado la monarquía. Ahora ha vuelto con aquella fuerza sorprendiendo a muchos, clamando: “No es el momento de la indiferencia o la desesperación, sino del levantamiento para defender aquello en lo que creemos”. Acusa a May de llevar al Reino Unido al abismo e invita al 48% que votó a favor de la permanencia en la UE a movilizarse para contagiar la esperanza de que el futuro del Reino Unido no está en una sociedad cerrada sino en una sociedad abierta y su destino debe estar ligado a la UE y no blindarse en la soledad de su isla, ya que no es el momento de la retirada, de la indiferencia o la desesperación.

Defiende el derecho a cambiar de opinión frente al monótono verbalismo de May repitiendo que un ataque al brexit es un ataque a la voluntad de los británicos expresada en las urnas. Blair replica que no es antidemocrático evitar que el país caiga en el precipicio.

Conviene decir que el Blair actual no es aquel carismático primer ministro de los tiempos de la muerte de Diana, a día de hoy ha llovido mucho sobre él y no han sido aguas benévolas las que le han empapado sino todo lo contrario. Su compromiso con George W. Bush y su defensa de la presencia de armas químicas en Irak aceptando falsas pruebas para justificar la invasión del país han deteriorado profundamente su imagen. Pese a todo, en esta lucha contra el brexit va a tener un importante acompañamiento, pero no le será fácil, porque el actual líder de los laboristas se ha entregado a muchos de los postulados populistas del brexit, como el control férreo de las fronteras: considera que control de las fronteras para impedir a los europeos y al resto de los extranjeros entrar es la condición indispensable para neutralizar la delincuencia y defender el puesto de trabajo de los británicos.

Los términos del divorcio

El euroescéptico Duncan Smith ha calificado el discurso de Blair de arrogante y antidemocrático, mientras Nigel Farage se ha limitado a decir que el ex primer ministro es un hombre del pasado. Conviene decir, y Blair es consciente de ello, que la anulación del brexit solo se conseguiría con otro referéndum, que no quiere de forma inmediata porque sabe que ahora lo volverían a perder los europeístas, pues el fervor populista sigue en ebullición. Hay que esperar por lo menos dos años para ver el desgaste que va causando el alejamiento de la UE y las repercusiones negativas sobre la economía británica. El próximo marzo se pondrán en marcha los trámites del divorcio al activar por orden del Gobierno el artículo 50 del Tratado de Lisboa, un divorcio que también irá teniendo en cuenta cuáles y cómo serán las relaciones de futuro.

Las negociaciones posteriores de los distintos tratados durarán varios años, algunos señalan que pueden llegar a siete. De momento, ya ha habido un efecto visible, la depreciación de la libra en un 20%, perjudicando a los que viven del sector exterior y a los turistas y viajeros, los demás no lo percibirán de momento. Claro que la salida no les saldrá gratis, deberán abonar alrededor de unos 50.000 millones de euros en concepto de pensiones para sus funcionarios comunitarios y para cubrir el coste de los proyectos europeos en su territorio. No sabemos cuál será en el futuro la respuesta a la llamada de Blair, pero es probable que su mensaje no caiga en el vacío. Lo cierto es que el brexit ha generado un clima de tensión racista que ha hecho subir un 25% las agresiones xenófobas.

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