A las urnas en delirio de santidad

20 / 03 / 2013 12:10 Alfonso S. Palomares
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La campaña para las elecciones presidenciales de Venezuela, fijadas para el 14 de abril, ha comenzado en un clima de dolor desbordado y de proclamaciones de la santidad por el fallecido Hugo Chávez.

Los recitales de dolor por parte del pueblo venezolano en la muerte del caudillo Chávez se han convertido en un desbordado delirio tropical. En los ojos de millones de venezolanos solo había lágrimas e interminables gestos de amargura. El diccionario no tiene palabras para tanta alabanza, para tales dimensiones de tristeza. La nomenclatura chavista le dedicó calificativos como estos: Cristo de los pobres, redentor de los humillados, transparente, invicto, eterno, inmortal. Nicolás Maduro, señalado por el dedo de Chávez para sucederle, pronunció al jurar como presidente: “Juro a nombre de la lealtad más absoluta al comandante Hugo Chávez que cumpliremos y haremos cumplir esta Constitución bolivariana con la mano dura de un pueblo dispuesto a ser libre”. Antes había dicho que “el pueblo venezolano sin él no era nada”.

El llanto por Chávez se ha convertido por su plasticidad lingüística en un verdadero género literario. Las doloridas expresiones de los norcoreanos a la muerte de Kim Jong Il se han quedado pequeñas  al lado de las de los venezolanos. También se han quedado cortos los gritos de “Santo subito” ante el cadáver de Juan Pablo II comparados con las proclamaciones de santidad del líder bolivariano. Ya verán, no tardará en hacer milagros.

En este clima ha comenzado la campaña electoral por la presidencia de Venezuela fijada para el 14 de abril. Maduro será el candidato del chavismo, y Henrique Capriles representará a la Mesa de Unidad Democrática, el conglomerado opositor de unos 20 partidos. Además habrá otros diez o doce candidatos que no cuentan nada. El pasado mes de octubre, Capriles ya se enfrentó al ciclón Chávez, un volcán en plena erupción de lava descalificadora para aplastar a sus enemigos. Para Chávez no había oponentes. Había enemigos. A pesar de todo, Capriles obtuvo unos resultados muy dignos al lograr el 46% de los votos y seis millones de electores, frente al 54% del gran líder.

¿Por qué Chávez ha desatado estos regueros de llanto? Conviene decir que el dolor popular era, y sigue siendo, absolutamente sincero y profundo. Y la gran mayoría de esas mareas inconsolables representan a los sectores pobres y más pobres. La razón es que en Venezuela, y por primera vez, los pobres fueron llamados a los escenarios de la historia. Siempre ha tenido el perfil de país rico, el más rico de América Latina, habitado por innumerables multitudes de pobres. La mayoría.

Revolución y pobres.

Desde 1917, en que se llevó a cabo la primera exportación de petróleo, y sobre todo desde el boom de la producción y la fiebre exportadora de 1922, han entrado en Venezuela ríos de dólares como pago del oro negro. Maracaibo nadaba en un mar de crudo. Este dinero enriqueció a los grandes trusts y doró a la clase alta venezolana. Con vaivenes más o menos notorios fue siempre así. El país se convirtió en una sociedad dual: las gentes del golf y de los country club, la llamada alta sociedad, y la que se arracimaba en las chabolas.

Chávez apoyó su llegada revolucionaria en los pobres. Pobres y revolución ocupaban sus discursos. No se le caían de los labios salpicando las palabras con una enorme carga de demagogia y populismo. Era el gran maestro de esos discursos encendidos de descalificaciones al imperialismo. Yanqui, por supuesto. La escalada en los precios del petróleo, la mayor de todos los tiempos, llenó las arcas venezolanas y, sobre todo, le dio la posibilidad de endeudarse hasta límites que ahora se les presentarán llenos de riesgos. Hizo de la lucha contra la pobreza el eje de su acción gubernamental.

Creó las llamadas misiones bolivarianas, también conocidas como misiones Cristo. En el proceso verbal de Chávez ha habido siempre un nebuloso sincretismo cristiano lleno de invocaciones a Cristo, a la Virgen y a Dios, en este aspecto muy lejano al de Fidel. Las misiones son una serie de programas implementados por el Gobierno para mejorar el ámbito de la educación, incluido el mundo universitario. También se cuidaban con estas misiones los aspectos alimentarios, los servicios de salud, la distribución de alimentos y la construcción de viviendas. El año pasado, 2012, se construyeron 200.000 viviendas, lo que le dio buenos dividendos electorales en las urnas del pasado 7 de octubre. Sin embargo, el dinero del petróleo no lo invirtió Chávez en construir un tejido agrario e industrial, dotado de tecnología avanzada para poner en marcha una producción que elevara la capacidad económica de las bolsas de la pobreza y hacerla sostenible. Muchos observadores dicen que les dio los peces, pero que no les enseñó a pescar.

La lucha electoral ha comenzado y va a ser más dura que la de hace unos meses: Capriles elevará el nivel crítico. Por su parte, Maduro tratará de imitar la retórica de Chávez, e incluso con un tono más alto, pero sin su fuerza ni su carisma. Y sobre todo, capitalizará el sentimiento de la santidad redentora del comandante y toda la mitología chavista. ¿Podrá alargar este discurso hasta el 14 de abril? La respuesta es sí. Dispone de todos los recursos que le da el ejercicio de la presidencia y podrá utilizar a su antojo los poderosos medios de comunicación estatales, lo ha denunciado la Sociedad Iberoaméricana de Prensa (SIP). Para conectar con la familia del gran líder ha nombrado vicepresidente a Jorge Arreaga, casado con Rosa Virginia Chávez.

Es un refrito sentimental al que añade un plus de marxismo teórico. Para trasladar el cadáver embalsamado al Panteón Nacional los venezolanos necesitan reformar la Constitución, que establece que solo se puede hacer a los 25 años del fallecimiento. Pero predominará lo de SantoSubito. La Asamblea Nacional modificará esa exigencia constitucional y el pueblo la votará en referéndum, probablemente el 14 de abril, con la elección presidencial. Las ventajas de Maduro son enormes.

¿Cómo será la campaña de Capriles para traspasar la cortina mitificadora de Chávez y del chavismo? Tratará de explicar la desastrosa gestión económica que condujo a los venezolanos a la crisis que ahora tienen que afrontar como tendría que hacer Chávez si viviera. La factura del petróleo no es suficiente para equilibrar el déficit fiscal, que llega al 18% (el nuestro es del 6,8%, según Mariano Rajoy). Además tendrá que cambiar la comercialización del crudo tal como se hace ahora. A Cuba se lo entregan prácticamente gratis por el apoyo prestado en educación, sanidad, seguridad y formación deportiva. A los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), como Nicaragua, Bolivia o Ecuador y a algún otro se les sirve a unos precios por debajo de los de mercado. China, por su parte, les pagó por adelantado.

El gran problema va a ser el Banco de Desarrollo de China, que se niega a seguir prestando dinero al país hasta conocer cómo lo gasta. El dólar es cuatro veces más caro en el mercado negro que al cambio oficial. La deuda externa es diez veces mayor que hace diez años y a Venezuela le va a ser imposible seguir endeudándose. Las importaciones han pasado de 13.000 millones en 2003 a 50.000 millones ahora. La situación es insostenible y Maduro, si gana, no podrá seguir endeudándose. Es necesario gestionar de otra forma el comercio del petróleo para afrontar los costes de la lucha contra la pobreza. En la agenda de Capriles también estará la lucha contra la inseguridad. En 2012 hubo 21.900 homicidios, 60 diarios, cinco cada dos horas. Caracas es una de las ciudades más inseguras del mundo. ¿Conseguirá Capriles vender su mercancía electoral? Lo dudo.

Chávez ha sido elevado a la categoría de mito y es difícil que lo bajen del pedestal. Siempre dirán: “Con Chávez vivíamos mejor”. Con el chavismo que gestionará Maduro las cosas serán diferentes, le culparán de la crisis. Chávez como mito sobrevivirá al chavismo. Explotarán su cuerpo embalsamado como atracción turística. Chávez divinizado. Charlatán inmortal. Nadie le mandará callar.

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