Los cuatro que se resisten a ceder la corona

24 / 06 / 2014 Luis Calvo
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De las diez monarquías que se mantienen en Europa, el recambio ha llegado durante los últimos años en la mayoría de ellas. Cuatro herederos, sin embargo, siguen esperando la oportunidad de suceder a sus padres. 

Cuenta la periodista Victoria Prego que unos meses  antes de hacer pública su decisión, el rey Juan Carlos pidió al jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, que estudiase las posibles fórmulas con las que contaba para abdicar. Cuando este le preguntó si estaba seguro de dar el paso, Juan Carlos contestó: “Sí. No quiero que mi hijo se marchite esperando, como Carlos de Inglaterra. Hay que dejar paso. Yo he cumplido mi misión”. El rey se convertía así en el último eslabón de una cadena de abdicaciones que en los últimos años ha revolucionado las monarquías europeas. Solo cuatro de los diez monarcas del continente se mantienen incombustibles en su puesto ya pasada la edad de jubilación. Mientras, sus herederos esperan una oportunidad que no parece llegar nunca para ocupar el trono. Uno, precisamente el que mencionó Juan Carlos, destaca por encima de todos ellos.

El británico es, de largo, el trono europeo que más tiempo ha estado ocupado por su actual inquilina. Isabel Alejandra María Windsor, coronada como Isabel II, cumplió el pasado 6 de febrero 62 años como soberana de todos los Estados que forman la Commonwealth, es decir, del Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y otros 12 pequeños países del Caribe y Oceanía. Lo es desde los 25, cuando murió su padre, Jorge VI. Si mantiene su decisión de no abdicar, el próximo año superará el récord de su tatarabuela Victoria, que murió en 1901 tras 63 años y 7 meses al frente de la monarquía británica. Desde su coronación en la abadía de Westminster, Isabel II ha convivido con una docena de primeros ministros, desde Winston Churchill hasta David Cameron.

En todos estos años la reina no ha perdido un ápice de su popularidad. Hace dos años, coincidiendo con sus seis décadas en el trono, la prensa británica realizó varias encuestas sobre si debía ceder la corona. En torno a un 80% cree que debe permanecer al frente de la casa real mientras la salud se lo permita. También la institución está bien valorada. Cerca de un 70% de los encuestados sostenía que a Gran Bretaña le iría peor sin monarquía y solo un 10% defendía que el jefe de Estado debía ser elegido entre todos los ciudadanos. Menos satisfactorias resultaron las encuestas para el heredero. Apenas un 19% de los británicos quiere que el Príncipe de Gales suceda a su madre en el trono, frente a un 64% que daría paso directamente al nieto de la soberana, el príncipe Guillermo. Muchos ingleses siguen sin perdonar a Carlos de Inglaterra los escándalos que marcaron su matrimonio con Lady Di durante los años 90. La propia Isabel II reconoció que 1992 había sido el annus horribilis para la monarquía inglesa. Sus tres hijos se habían separado y la prensa publicó la famosa conversación en la que Carlos le decía a su amante y actual mujer, Camilla Parker Bowles, que quería ser su támpax. La crisis se revivió en 1997 cuando la muerte de la princesa Diana en París sobrecogió a todo el Reino Unido.

Tampoco ayuda a sus aspiraciones el empujón de popularidad que el nacimiento de su primer hijo, Jorge, supuso para la pareja formada por el príncipe Guillermo y Kate Middleton, la pareja más querida de la familia real.

A pesar de los deseos de los británicos, Carlos sigue empeñado en ocupar, por fin, el puesto que se le prometió el día de su nacimiento, hace ya 66 años. Y tiene prisa. El Príncipe de Gales es desde 2011 el heredero británico que más tiempo lleva esperando a acceder al trono. En 2012 el heredero bromeaba en un vídeo sobre su eterna condición de sucesor: “Pronto se me acabará el tiempo. Como me descuide, voy a estirar la pata”. Dos años después, nada parece haber cambiado. Juega en su contra la longevidad que, generación tras generación, han demostrado las mujeres de su familia. Su abuela, la famosa reina madre, murió en 2002 a solo cuatro meses de cumplir los 102 años.

Respaldo popular.

Pese a su avanzada edad, el rey Harald V de Noruega está muy lejos de competir en años de reinado con Isabel II. Accedió al trono hace 23 años tras la muerte de su padre, Olav. La transparencia de la institución y su cercanía al pueblo han conseguido que sea la monarquía europea más valorada por sus súbditos. Un 90% de los noruegos apoya la forma de Estado, diez puntos por encima de Dinamarca, el siguiente país en la lista. Harald fue el primer príncipe heredero que desafió la norma de que debía contraer matrimonio con otro miembro de la realeza. El príncipe Harald llegó a amenazar con renunciar a sus derechos dinásticos si el Gobierno y la casa real no permitían que se celebrara la boda. En 1968, tras nueve años de noviazgo y vencer la oposición de su padre, se casó con Sonja Haraldsen. De esa unión nacieron dos hijos: Marta Luisa y el príncipe heredero, Haakon Magnus.

Como su padre antes que él, Haakon también ha desafiado las reglas establecidas. El rey se opuso al romance que mantenía con Mette-Marit, madre soltera. Su decisión de vivir juntos sin haber pasado por el altar desató en su momento un debate profundo sobre el futuro de la monarquía. Ahora, con 40 años y dos hijos que se han sumado a la línea sucesoria, espera que su padre dé un paso atrás y le ceda el trono.

La situación más parecida a la española es la de la monarquía danesa. Margarita II es dos años más joven que Juan Carlos y accedió al trono solamente tres años antes que él. Acumula en total 44 años de reinado. También en la nueva generación hay similitudes. El príncipe heredero, Federico, nació apenas dos meses después que Felipe VI. El carácter de Margarita II ha contribuido a asentar la popularidad de su casa real. La reina participa en múltiples actividades culturales. Junto a su marido, Enrique, ha traducido al danés varios libros de la filósofa Simone de Beauvoir o el escritor Eric Linklater e ilustrado la trilogía de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien. Además, ha participado en varias excavaciones en Italia, Egipto y Sudán. Contribuye también a mantener su popularidad su esfuerzo por echar luz sobre las cuentas de la Corona, cuyos gastos se publican detallados cada año.

El empuje de la heredera. 

En el polo opuesto está la casa real sueca, la peor valorada de las diez vigentes en el continente. Aunque un 70% de los suecos respaldan la monarquía, solo el 40% extiende su apoyo al actual rey, Carlos XVI Gustavo. El más joven de los cuatro, con solo 68 años, el soberano ha tenido que lidiar en sus 41 años de reinado con multitud de polémicas. Acusado constantemente de crápula y mujeriego, ni siquiera se molestó en negar la mayor cuando se publicó un vídeo de uno de sus amigos íntimos comprando unas supuestas fotos comprometidas del rey. Tampoco ayuda su manifiesta incomodidad al hablar en público, algo que ha provocado multitud de anécdotas y roces diplomáticos.

Lo contrario ocurre con su hija Victoria, heredera al trono. De solo 36 años, la princesa es con mucho la figura mejor valorada de la casa real sueca. En una encuesta publicada el año pasado, más del 60% de los suecos consideraba que es ella y no su padre quien debería ocupar el trono. Ella misma se ha labrado su figura reconociendo, por ejemplo, que llegó a padecer anorexia y la superó.

Lo cierto es que toda una generación pide paso. Los herederos, más o menos hartos de su papel secundario, esperan ansiosos el momento en que sus padres, por fin, les cedan el testigo. La duda está en si eso ocurrirá antes o después de que se marchiten o, como diría Carlos de Inglaterra, de que estiren la pata.

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