Vuelco en la izquierda

29 / 01 / 2016 Álvaro Nieto
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Una posible alianza entre Podemos e Izquierda Unida obtendría 101 diputados si hoy se repitieran las elecciones, según un estudio de la consultora Redondo & Asociados para la revista TIEMPO.

La repetición de las elecciones generales como consecuencia de la falta de acuerdo para formar un Gobierno es una posibilidad que cada día cobra más fuerza. Pero, ¿qué pasaría de celebrarse nuevos comicios durante la próxima primavera? ¿Cambiaría algo el panorama político?

Según las últimas encuestas publicadas, una nueva cita electoral alteraría muy poco la distribución de fuerzas en el Congreso de los Diputados, porque lo único que podría pasar sería un pequeño trasvase de votos del Partido Socialista a Podemos y de Ciudadanos al Partido Popular. Los dos frentes seguirían teniendo el mismo peso y, por tanto, la situación de bloqueo se repetiría a menos que se llegaran a entender tres de los cuatro.

Esas estimaciones demoscópicas están basadas en el supuesto de que se presenten los mismos partidos que el pasado 20 de diciembre. Sin embargo, la consultora Redondo & Asociados ha elaborado para TIEMPO un informe en el que estudia qué pasaría si se produjera algo no tan descabellado: que Podemos e Izquierda Unida (IU) fueran juntos.

Tomando como base los resultados del 20-D y 13.000 entrevistas realizadas desde entonces hasta esta misma semana, los expertos de Redondo & Asociados han hecho una proyección electoral que demuestra que la suma de esas dos fuerzas provocaría un terremoto en la izquierda española. Así, el estudio pronostica que, si se celebrasen nuevas elecciones generales, una candidatura conjunta de Podemos e IU alcanzaría los 101 escaños, superando en 27 diputados al PSOE. Es decir, la formación morada pasaría a ser la primera fuerza de la izquierda.

Es más, el informe Redondo augura que Podemos estaría en muy buena posición para formar Gobierno, puesto que la suma de sus escaños con los 74 que obtendría el PSOE rozaría la mayoría absoluta (175 diputados) y, en ese caso, sería innecesaria la colaboración de los partidos nacionalistas e independentistas para sacar adelante la investidura.

Eso supondría que, respecto al 20-D, el PSOE se dejaría por el camino 16 escaños, mientras que la alianza Podemos-IU añadiría 30 a los 69+2 que tienen hoy. ¿A qué se debería semejante vuelco en la izquierda? Básicamente, al efecto multiplicador de la suma de los votos de Podemos e IU debido a la ley electoral vigente en España. Y es que en las pasadas elecciones buena parte de los 923.105 votos de IU no sirvieron de nada en la inmensa mayoría de las circunscripciones electorales (solo obtuvo dos asientos en Madrid), pero sumados a los de Podemos sí permitirían ahora arañar el último escaño adjudicado en prácticamente la mitad de las provincias.

Es lo que explica que la suma de Podemos e IU no solo perjudique al PSOE, que perdería 16 escaños, sino fundamentalmente al otro partido emergente, Ciudadanos, que se dejaría en unas nuevas elecciones más de la mitad de su botín (pasaría de 40 a 18 diputados) debido a que en muchas de las provincias donde obtuvo representación ahora se vería superado por el nuevo bloque.

Así, por ejemplo, Ciudadanos perde-ría sus escaños por Albacete, Guadala-
 jara o Salamanca, provincias donde obtuvo un diputado a costa de Podemos, que se quedó sin representación. Además, en Cádiz, Murcia, Tenerife o Zaragoza la ley electoral acabaría adjudicando a Podemos-IU el último escaño disponible, que el 20-D se llevó Ciudadanos. El Partido Popular, por su parte, no se beneficiaría mucho de la sangría de la formación que dirige Albert Rivera, ya que solo sumaría 8 escaños a los 123 que obtuvo en diciembre.

Ese efecto multiplicador de la suma de los votos de Podemos e IU como consecuencia de la caprichosa ley electoral no se vería correspondido por un vuelco en el porcentaje de voto global. Así, esa alianza de izquierdas sumaría el 25,6% de los votos si se celebrasen elecciones, no muy lejos del 24,4% que se obtiene de sumar el 20,7% de Podemos y el 3,7% de IU en los pasados comicios.

El PSOE y Ciudadanos sí tendrían un retroceso importante en la estimación de voto, pasando los socialistas del 22% al 19,4% y los liberales, del 13,9% al 10,3%. El PP, mientras tanto, apenas sumaría un punto: del 28,7% al 29,8%.

En consecuencia, las dos fuerzas que suben (Podemos y PP) lo hacen en menor medida que las dos que bajan (PSOE y Ciudadanos), lo que permite intuir que una buena parte de los electores de estos dos últimos partidos podrían decidir quedarse en casa si hay unas nuevas elecciones generales, frustrados tal vez por lo visto últimamente.

Según Juan Francisco Caro, consultor de Redondo & Asociados Public Affairs Firm, “el espectáculo político de las últimas semanas no es más que un reflejo de la batalla electoral que se está produciendo en el seno de la izquierda: se está disputando la hegemonía de la izquierda, con un PSOE en horas bajas que trata de marcar territorio ante el empuje arrollador de Podemos”.

Este nuevo escenario electoral descrito por Redondo & Asociados está supeditado a que, finalmente, Podemos e IU aceptasen ir de la mano en unas nuevas elecciones. Antes del 20-D fue imposible, pero lo ocurrido desde entonces permite sospechar que ahora sí sería factible, entre otras cosas porque Izquierda Unida ha quedado muy debilitada.

Las relaciones entre los líderes de los dos partidos, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, siempre han sido buenas. De hecho, Iglesias fue el cicerone de Garzón cuando el malagueño aterrizó en Madrid y aquel todavía trabajaba para IU. Y el último ejemplo de su buen feeling es que Podemos ha pedido que Garzón sea ministro en el Gobierno que el viernes 22 de enero le ofrecieron al PSOE.

De hecho, conviene recordar que Podemos e IU ya fueron de la mano el 20-D en tres comunidades autónomas (Cataluña, Galicia y Comunidad Valenciana), y lograron muy buenos resultados juntos, si bien estuvieron integrados en confluencias de izquierda lideradas en cada caso por un partido regional.

Precisamente, son ahora esos tres territorios los que podrían pasar a convertirse en verdaderos quebraderos de cabeza para poder cerrar una alianza de izquierdas en torno a Podemos. Y es que En Comú, En Marea y Compromís aceptaron aliarse con Podemos en las elecciones del 20-D a cambio, entre otras cosas, de obtener grupo parlamentario propio, al margen de la formación morada, en el Congreso de los Diputados. Dado que no lo han logrado debido a que se ha interpretado que son lo mismo que Podemos, podrían negarse a repetir la misma fórmula en caso de haber nuevos comicios.

En ese sentido hay que interpretar el paso dado esta misma semana por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que pactó una coalición con Podemos con vistas al 20-D pero que ahora ha anunciado que pretende crear un nuevo partido catalán de corte progresista. Eso podría dejar fuera de juego al partido de Iglesias en Cataluña, precisamente el único territorio junto al País Vasco donde la lista de Podemos fue la más votada.

Además del análisis sobre qué pasaría en unas nuevas elecciones, el informe de Redondo & Asociados también realiza un exhaustivo estudio sobre los votantes de Podemos tomando como base los resultados electorales, la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y las 13.000 entrevistas propias realizadas hasta esta misma semana.

Y lo que queda demostrado es que cuanto más joven y formado está el votante, más apoya a Podemos. Así, por ejemplo, la formación morada es la más votada entre los nacidos entre 1974 y 1997, la generación de la democracia. El 19,5% de los que tienen menos de 41 años apoyan al partido de Iglesias.

Que los votantes de Podemos eran eminentemente jóvenes se podía sospechar, pero lo que no estaba tan claro eran sus apoyos entre los más maduros. En este sentido, el estudio constata que en la generación del desarrollismo (nacidos entre 1959 y 1973) es donde ahora mismo está la clave de la batalla de la izquierda: los datos dan la mayoría de los apoyos al PSOE (18,2%), pero la suma de los votantes de Podemos e IU es superior (18,4%).

Eso quiere decir que la alianza Podemos-IU es mayoritaria entre los menores de 56 años, algo que probablemente pocos sospechaban. Por el contrario, la penetración del mensaje de Podemos en las generaciones de la preguerra y la posguerra es muy inferior, siendo ahí mayoritarios los partidos tradicionales.

Si desagregamos los datos por franjas de edad más reducidas, el estudio revela que el mayor apoyo a Podemos se concentra entre los votantes de 20 a 29 años (21,5%), y que también es la opción preferida de los menores de 39 y, por supuesto, de los menores de 20. Si se le suman los votantes de IU, el bloque también es el primero entre los que tienen entre 40 y 49 años.

Ciudadanos tiene un comportamiento parecido y provoca más adhesiones entre los más jóvenes, siendo la segunda opción preferida de todos los que tienen menos de 49 años. Sin embargo, su mayor porcentaje de votantes lo obtiene en la franja de los 30 a los 39 años (17,4%), mientras que Podemos lo hace en el bloque inferior (de 20 a 29 años). En la franja de los que tienen entre 50 y 59 años arrasa el Partido Socialista con el 20,7% de los apoyos, mientras que el Partido Popular es claramente mayoritario a partir de los 60 años.

Según el nivel de estudios, el informe demuestra que, a mayor nivel de educación, mayor apoyo a los partidos emergentes. Así, Podemos obtiene el apoyo del 17,7% de los votantes con estudios superiores, solo por detrás de Ciudadanos (18,7%) y muy lejos del PSOE (11,3%).

Podemos es la primera preferencia entre los votantes con estudios de Formación Profesional (FP) y, junto a IU, también entre los que han llegado a la segunda etapa de la educación secundaria. Por el contrario, el PSOE es líder entre los que han estudiado hasta la primera etapa y entre los que no tienen estudios, mientras que el PP gana entre los que se quedaron en primaria.

Resulta especialmente curiosa la escasa penetración de Podemos entre la capa menos formada de la sociedad: apenas le apoya un 5,9% de los votantes sin estudios. Por el contrario, ahí el PSOE está muy fuerte: el 32,5% le respalda.

“Aunque pudiera parecer lo contrario, la fortaleza de Podemos no se sustenta en el electorado con baja cualificación (uno de los más perjudicados por la crisis laboral), que sigue repartiendo su apoyo entre PSOE y PP. Al contrario, la coalición morada ha conseguido situarse como un partido fuerte entre quienes tienen FP o han alcanzado estudios universitarios”, señala Juan Francisco Caro.

En función de la situación laboral de los electores, los datos no son tan concluyentes. Se sospechaba, como demuestra el estudio, que el PP es mayoritario entre los jubilados y los pensionistas, pero lo que no estaba tan claro es que Ciudadanos es la opción preferida de los que tienen un trabajo (17,4%), si bien la suma de Podemos e IU les deja por delante de la formación naranja.

El colectivo de los parados se comporta de manera diferente en función de su edad. Así, entre los que están en paro pero han trabajado antes la opción favorita es el PSOE (22,4%), aunque el bloque Podemos-IU le supera. Y entre los que están parados porque están buscando su primer empleo no hay ninguna duda: el 22,4% son fieles a Podemos, como también les ocurre a los estudiantes (21,7%).

Entre las amas de casa la primera opción es el PSOE (18,9%) seguido del PP (18,6%) y lejos del 13,7% de Podemos. Por mucho que las personas que trabajan en el hogar tengan fama de ver bastante la televisión y que el partido morado base buena parte de su campaña en la pequeña pantalla, no parece que de momento las amas de casa hayan quedado impresionadas por los encantos de Pablo Iglesias.

Y luego está la batalla ideológica, que es donde más descarnadamente se ve cómo es el votante de Podemos. Así, esta formación es mayoritaria entre los que se consideran a sí mismos comunistas (48,3%), ecologistas (31,7%), progresistas (27,6%) y feministas (24,9%). El PSOE solo gana entre los que se consideran socialistas (63,5%) y socialdemócratas (31,5%), Ciudadanos se impone entre los liberales (24,3%) y los apolíticos (13,2%) y el PP entre los democratacristianos (49,4%) y los conservadores (62,2%).

Resulta especialmente reseñable el hecho de que el PSOE sea la tercera fuerza, por detrás de Podemos y Ciudadanos, entre los que se consideran progresistas, una etiqueta que siempre había monopolizado la formación de Pedro Sánchez. Y lo mismo ocurre entre los ecologistas, que prefieren los dos partidos nuevos antes que los viejos.

Si desagregamos los datos en función de la autoubicación ideológica, es decir, dónde se colocan los votantes en una escala de 1 a 10 donde el 1 sería la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha, ahí las sorpresas son menores.

Así, Podemos monopoliza el 1 y el 2, y junto a IU también gana entre los que se sitúan en el 3, pero pierde claramente el 4 a favor del PSOE, que es donde los socialistas tienen más tirón. El 5, lógicamente, es el bloque más repartido, aunque ahí gana Ciudadanos (21,3%). Y del 6 al 10 es territorio del PP, que cuanto más se avanza en la escala más apoyos recaba.

Respecto a las preferencias de los votantes sobre la organización territorial de España hay pocas novedades. El PP es mayoritario entre los que quieren un Gobierno central sin autonomías o comunidades con menos capacidad de gestión, mientras que el PSOE gana entre los que prefieren mantener el sistema como está y Podemos se impone entre los que quieren una mayor autonomía de las regiones. E incluso el 24,3% de los votantes que quieren que su comunidad se independice votan por Podemos.

Sin embargo, si se analizan los datos desagregados por partidos se ve algo curioso: una mayoría de los votantes de Podemos prefiere que el sistema territorial se mantenga como está (31,6%), mientras que el 26,6% aboga por una mayor descentralización y el 18,5% se declara partidario de eliminar las autonomías o de restarles poder. Y si se tienen en cuenta las diferentes confluencias de izquierdas, el único territorio donde ganan los independentistas entre los votantes de Podemos es en Cataluña, donde el 37,6% no quieren seguir con España, si bien el 36,9% quiere más autonomía y el 15,6%, dejar las cosas como están.

Para Juan Francisco Caro el resumen está claro: “Los de Pablo Iglesias les han robado a Pedro Sánchez y a los suyos una buena parte del electorado de izquierdas, especialmente de los jóvenes y de los mejor formados. Hoy los estudiantes y los parados depositan más confianza en Podemos que en el PSOE. Y los apoyos se pueden inclinar aún más a favor de la coalición morada si, en el caso de nuevas elecciones, Iglesias retoma el posible acuerdo para incorporar al colectivo a Izquierda Unida”.

Con los datos de esta encuesta en la mano, da la impresión de que el PSOE se debería pensar mucho lo que hace. Si provoca la celebración de nuevas elecciones, una hipotética alianza de Podemos e IU le dejaría como una fuerza residual de la izquierda. ¿Acabará pactando con quien sea para evitar ese escenario? 

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